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El sol matutino se asomaba a través del dosel de árboles, lanzando una cálida luz dorada sobre el campamento. Los pájaros cantaban alegremente, dando la bienvenida al nuevo día.
Lucy se movió, parpadeando al abrir los ojos y sonriendo al encontrarse acurrucada en los brazos de Tom. Las risas y la camaradería de la noche anterior aún permanecían en el aire, creando una atmósfera de tranquilidad y alegría.
Empujó suavemente a Tom, susurrando:
—Hora de despertar, dormilón. Tenemos peces que pescar.
Tom gruñó suavemente, pero sus ojos se abrieron aleteando. —Buenos días, hermosa —murmuró, atrayéndola hacia sí para un rápido beso—. ¿Listo para atrapar algunos peces?
—Absolutamente —respondió Lucy, su emoción desbordándose. Salieron del saco de dormir y comenzaron a recoger su equipo de pesca, sus movimientos rápidos y eficientes.