```
Una hora antes
Mia salió de su habitación, la expresión preocupada de su madre la recibió en el umbral. La tensión en el aire era palpable mientras se dirigían a la sala de estar.
Allí estaba Henry, de pie, con un traje impecable y un aire de autoridad engreída.
Los ojos de Henry la escrutaron, una sonrisa cruel se dibujó en sus labios. —Vanessa, querida —comenzó, con un tono colmado de afecto falso—. He venido a llevarte de vuelta. Es hora de acabar con esta farsa.
Su madre dio un paso adelante, su voz temblaba de ira contenida. —No tienes ningún derecho de estar aquí, Henry. Vanessa no quiere verte.
Los ojos de Henry se estrecharon, un destello de irritación cruzó su rostro. —No te metas. Esto es entre Vanessa y yo.
Mia tomó una respiración profunda, fortaleciéndose. —¿Qué quieres, Henry?
—Quiero a mi esposa de vuelta —dijo él, con una voz peligrosamente calmada—. Has tenido tu pequeña rebelión, pero es hora de volver a casa donde perteneces.