—¿Sabes cuál es la diferencia entre ahora y la última vez que me trajiste aquí? —preguntó Lucy, una hora después cuando entraron en el coche de Tom después de que la dieron de alta.
—Dime —dijo Tom cuando arrancó el coche y ella lo miró frunciendo el ceño.
—Me estás llevando a casa tú mismo. No me abandonaste como la última vez —dijo Lucy mientras se abrochaba el cinturón de seguridad y Tom la miró incrédulo.
—¡Maldita sea, Lucy! No tenías que recordarme que fui un desgraciado imbécil —dijo Tom, y ella soltó una risita.
—No pude evitarlo. Lo siento. Esta definitivamente no es la forma en que imaginé pasar nuestra primera mañana juntos en mi apartamento —dijo Lucy, cambiando suavemente de tema.
—Bueno, apenas son las siete. Podemos volver a la cama y despertarnos como si nada hubiera pasado —Tom la tranquilizó.
—Quizás. Entonces, ¿cuál es tu plan para el día? —preguntó Lucy con interés.