En la oficina del Juez Principal, Jade se sentó frente al hombre que parecía tener poco más de sesenta años.
—¿Está usted relacionado con Lawrence Hank? —preguntó él, observándola, y Jade sonrió.
—Sí, lo estoy. Pero eso no tiene nada que ver con el motivo por el que tomé este caso —dijo Jade con seguridad.
—¿Por qué entonces lo tomaste sabiendo contra quién te enfrentas? —preguntó el juez principal, y Jade se encogió de hombros.
—Es un asunto de justicia. Creo que mi cliente es inocente. Por eso lo estoy defendiendo —dijo Jade, y él la miró fijamente.
—Si fuera inocente, mi hijo no estaría muerto ahora mismo....
—Ambos sabemos que tu hijo no está muerto —interrumpió Jade, sorprendiéndolo.
—¿Perdón? —preguntó el juez principal.