—Estaba echando una siesta cuando me llamaste. Realmente no creo que sea una buena idea hacer esto hoy —se quejó Anita mientras subía al coche de Tiffany, quien la había estado esperando afuera de su apartamento para llevarla al spa de belleza según las instrucciones de su madre.
—Sí, también lo pensé. Ya sabes, le dije a mamá que no había prisa y que podrías hacerlo dentro de la semana en lugar de hoy, pero insistió en que lo hicieras hoy. Y su lógica tenía sentido. Nunca dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Podrías terminar estando demasiado ocupada con el trabajo como para molestarte con ello. También dijo que no quería que fuera demasiado obvio que te habías hecho un cambio de imagen, así que es mejor que lo hagas hoy —dijo Tiffany, y Anita intentó no rodar los ojos.
—Cualquier palabra de los labios de mamá tendría sentido para ti —murmuró Anita mientras miraba su reloj de pulsera.
—Escuché eso —dijo Tiffany con gesto de enfado.