—¿Qué opinas? —preguntó Lucy algunos minutos después cuando estaba frente a Tom, vestida con una hermosa blusa satinada de marfil de manga larga con botones y metida en pantalones beige ajustados de cintura alta.
En lugar de llevar su cabello en una cola de caballo como de costumbre, lo había peinado hacia un lado y lo dejó caer sobre sus hombros.
También había dejado desabotonados los tres primeros botones de su blusa para revelar el sencillo pero pulido collar de oro que adornaba su cuello, que combinaba con los pendientes que llevaba.
Llevaba un bolso de color beige y en los pies un par de sandalias de tacón alto marrón.
Tom la miró con una mirada admirativa: —Pareces que estás a punto de firmar un contrato de un millón de dólares —dijo Tom, y Lucy asintió satisfecha.
—Esa es la imagen que buscaba cuando elegí esto...
—Nosotros —corrigió Tom, y Lucy le mostró una sonrisa.