Una prueba de embarazo está por abrirse.
Una prueba de embarazo no lo dice todo pero da esperanzas, es capaz de ilusionarte, te hace planear, programar, incluso renegar.
La pone en la mesita del tocador. Se mira al espejo. Luce esperanzada, decidida a hacerlo pero con un miedo inminente que le impide pensar.
Se hace la prueba y da positivo. ¿Podría ser un falso positivo? No, no puede ser un falso positivo. La ilusión es muy fuerte.
No piensa en nombres, o en cómo será su bebé. Si será niña o niño. Si se parece a ella o a él. Sólo se mira al espejo y sonríe. Esperará una semana más antes de hacerse otra prueba e ir al ginecólogo.
Se dice que esperará una semana, pero no es cierto, una prueba más y al día siguiente entra en una clínica donde le confirman su embarazo.
En el primer ultrasonido no hay nada. Sólo un vacío, una bola, algo que será su bebé. Le dicen que tiene 6 semanas y que vaya la semana próxima para ver que todo vaya desarrollándose adecuadamente.
Todos los colores que veía antes en su vida, se vuelven intensos. Los sonidos de los pájaros representan una melodía más alegre.
El invierno comienza, pero su rostro es más primavera.
La semana pasó como si fuera un mes. Todo en cámara lenta y ella ya quería saber de su polluelo. Calculaba los días, las semanas, su posible fecha.
Tenía planes de viaje. Ya no le interesaba irse a una isla al sur, solo quería saber de su polluelo.
En esta ocasión un corazón ya latía. No era muy fuerte el sonido, no era muy potente, pero había latido. Con el latido empezó una esperanza. Comenzó un ciclo de amor.