Cuando llegó la mañana siguiente, Quinn se aseguró de empacar algunas cosas en su mochila. Metió el tubo de sangre que contenía la sangre de Layla. Los cuatro tubos vacíos restantes y también la máscara que había comprado en la tienda de conveniencia.
Nunca supo cuándo se presentaría una situación en la que tendría que usar esas cosas, así que era mejor estar preparado que desprevenido. Los tres chicos bajaron a desayunar juntos como siempre y, como siempre, la gente les daba miradas a Quinn, Vorden y Peter.
Vorden decidió separarse de Quinn y Peter y sentarse por su cuenta en las mesas de nivel de poder más alto. Pero incluso entonces, nadie parecía estar sentado junto a Vorden. Estaba claro que por alguna razón, los estudiantes de segundo año estaban haciendo blanco a Vorden, aunque ya no estaba con Quinn y Peter.
—¿Me haces un favor? —Quinn preguntó—. Vigila a Vorden mientras estés en tus clases de combate hoy. Si sucede algo, avísame.