Lith confiaba demasiado en sus sentimientos y recuerdos compartidos para apreciar pequeñas cosas como el sonido de la voz de Solus, que se volvía más humano con cada día que pasaba desde su último avance.
El tiempo pasó tan rápido que cuando Quylla llamó a su puerta casi se sobresaltó de la sorpresa.
Una vez que regresaron a las cuevas de Rothar, Quylla tomó la iniciativa y compartió sus conocimientos con el grupo. No los hizo caminar, prefirió volar apenas por encima de la copa de los árboles y aterrizar de vez en cuando para revisar los alrededores.
—Kiro, un Treantling que conozco, me explicó que el mejor lugar para buscar tesoros naturales es donde el verde es más exuberante. Debemos buscar un lugar donde las flores tengan colores vibrantes o donde haya un manantial.
Sus palabras recordaron a Lith los géiseres de maná, pero Solus le confirmó que aún no habían visto ni un solo géiser. Les tomó varios intentos encontrar el lugar adecuado.