El resto de la tripulación tuvo sus respectivas mandíbulas caídas, incluido Solus. Lith siempre había sido inflexible en no tener hijos propios. Solo Salaark no se inmutó ante la noticia.
Al contrario, parecía completamente desinteresada.
—Sí, mamá. —Lith estaba feliz de ver la sonrisa radiante de su padre y no temblar ante el contacto físico como de costumbre.— Es una decisión en la que ambos estuvimos de acuerdo después de una larga discusión.
—Bendito sea el corazón de esa mujer. —Elina saltó de alegría.— Estoy tan contenta con la idea de que finalmente me darás un nieto que ni siquiera te regañaré por llamar a tu hermanita una carga.
Tomó la mano de Lith y la colocó sobre su vientre.
—¿Mi hermanita? —Lith repitió en estupor.— ¿Cómo?
—Lith, querido, cuando dos adultos realmente se aman el uno al otro… —Elina estalló en una carcajada antes de terminar la frase.