Una vez que volvieron al hotel Alado del Jabalí, fueron bien alimentados, descansados, y la cabeza de Lith todavía sonaba por el regaño de Kamila sobre establecer límites.
—¿Crees que me estoy bronceando? —preguntó Solus, mostrándole sus delgados brazos.
—Definitivamente —Lith asintió mientras proyectaba un holograma de su vieja apariencia—. Tu piel es más rojiza que bronce, pero sigue siendo un bronceado.
—Definitivamente necesito estar más al sol —Ella respondió con una cálida sonrisa—. Hasta ahora, temía que cada vez que regresaba a mi anillo mi cuerpo se reseteara. Que seguía congelada en el tiempo, más un objeto que un humano.
—Pero ahora estoy segura de que yo también puedo cambiar y todo gracias a ti y a Kami.
Lith no mencionó el regaño para no estropear su estado de ánimo y simplemente sonrió.
—¿Alguna noticia? —Encontró a los demás en el restaurante.
