¿La luz reflejante a través de las ventanas provenía del sol, o era un enigma?
Su origen en un cuerpo que en su interior mantenía inmensa luz...
O las tenebrosas tinieblas, capaces de engullir todo deseo y voz.
Variadas formas en una fórmula eterna, el principio de la vida; tricolor, fosforescente o de única luminidad.
Una teoría extensa que tenía sentido de pertenencia en las tinieblas, al ser engullida a través del deseo y voz.
"Dolor". Proclamó uno de los hombres enfermos, al ser interrogado por uno de los siervos calificados de la iglesia.
Su condición no era única de su estado, pues era una dolencia compartida generalizada.
No todos los hombres eran afalbetas y sabios, por lo que no podían explayar de forma correcta su condición más allá de una observación superficial.
Más, la principal causa de esta naturaleza generalizada, era el propio estado de los enfermos.
Y aquellos quienes ya habían pasado por el tratamiento, se recuperaban con gran debilidad postrados; sin posibilidad alguna de esclarecer la situación.
"Vé y deja por allí los baldes, Honrado Federick. Por el momento me retiraré... No se preocupe por otra cuestión más allá de su seguridad". Dijo Sap, dando sus últimas palabras de preocupación y advertencia.
"Un gusto haberlo conocido, Anciano Sap. Gracias por su consejo y por supuesto que cuidaré mí seguridad sobre todo". Respondió Federick con una última familiaridad.
Así, con la conversación finalizada, Federick se retiró a dejar los baldes donde anteriormente se le había acordado.
Lo que le permitió observar una situación más cercana de los enfermos, a los cuales había acompañado anteriormente.
Como sus antiguos camaradas de viaje, también existían otros desconocidos que en ningún momento había visto.
Observación que le había permitido esclarecer varios puntos, que se atribuía el fracaso total de los esfuerzos esclesiásticos.
Numerosos enfermos acampaban y esperaban los servicios gratuitos, a la par de uno y el otro, aislados de los que proporcionaban los servicios.
El fracaso eterno de la burocracia, sumado a la fe...
"Desde Argentina, no había visto una situación similar". Comentó Federick a nadie, ahogándose en una risa silenciosa.
Pero sus esfuerzos no finalizaron allí, sino que se acercó a los que padecían gravemente, con total confianza y familiaridad.
Fue cuando pudo ver la realidad con claridad; más allá de las dolencias expuestas al aire libre: la deshidratación, prendas sucias y el dolor devoto.
"Supongo que es irremediable..." Dijo Federick en un murmullo; un grito ahogado en la impotencia o... Indiferencia.
Uno de los hombres yacía inmóvil en el suelo frío y húmedo, a pesar de ser iluminado por los rayos solares; con el cuerpo atormentado por el dolor y la mente nublada por la confusión. Su mente había sido envenenado, sin culpables más allá de la deficiencia de conocimiento.
Habia sido contaminado, estaba contaminado, contaminado con toxinas mortales que se habían filtrado en su alma, quienes ahora corrían libremente por su moral como una serpiente mortal.
Mientras yacía allí, incapaz de moverse o hablar, los pensamientos del hombre se volvieron hacia los últimos acontecimientos que había vivido.
Llevaba una vida común, sin advertencias a considerar. Sus únicas posesiones eran su pequeño ganado, huerto y conciencia tranquila.
Ni siquiera tenía un pozo capaz de extraer agua potable, teniendo que recibir asistencia especial de los funcionarios. Una excusa que perdurará en su mente, para ser capaz de beber sin control en innumerables tabernas, sin causar rabia en su querida mujer.
La mente del hombre divagaba, sus pensamientos saltaban de un recuerdo a otro mientras intentaba comprender lo ocurrido. Entre leves espamos, una sonrisa se dibujo en su rostro.
Rostro pálido como el de un cadáver.
Rostro que observó Federick en un silencio poético.
Pero su mente enferma no lo mantuvo enfocado, alambrado a una realidad; divagando cual valeroso empinado equilibrista en una ligera cuerda.
Porque más allá se reunían los valiosos voluntarios a un servicio comunitario. Precavidos de la enfermedad, se distanciaban en el plano físico y material...
Arremangados y sonrientes, compartían anécdotas e historias, distaciandose de la realidad que los rodeaba.
Numerosos quienes lo atendían, con todas las necesidades cubiertas, básicas o prescindibles.
Pero como toda realidad objetiva, existían quienes persistían con expresiones incómodas influenciados por el ambiente presente.
'Supongo que incluso los males maléficos nos nace proclamar ante la injusticia; después de todo, no somos tan diferentes'. Pensó Federick con melancolía, con los puños cerrados antes los recuerdos que había divagado al haberlos olvidado.
Pensamientos que encontraban origen desde la vergüenza, el amor y la melancolía.
Tragedia, comedia y ficción.
'Supongo que este mundo no tiene espacio suficiente para un solo Federick... Dos, tres, seis más bien. ¿Acaso era así?'. Pensaba sin parar, mientras sus pasos no se detenían en dirección de los encargados.
'Valor como tauro... No sé qué significa; pero, pasado pisado, dijeron'. Pensó Federick con una sonrisa, estando en presencia de los dichosos.
"¿Qué tal, Ministerio Eclesiástico?".