Sobre los cielos se alzaban nubes tormentosas, que amenazaban con cubrir todo el radio de la Ciudad Athenas. Los truenos retumbaban y los relámpagos iluminaban.
El viento tenía un increíble ímpetu. Los habitantes athenienses se apresuraban a realizar todo lo pendiente, recoger la ropa y encerrarse en sus hogares.
Un enorme establecimiento, en un terreno extenso, sobresalía sobre otras construcciones comunales. Éste mantenía tintes góticos.
Se situaba en la zona central de la ciudad. En los imponentes portones de color dorado, se hallaba un escudo emblemático. Dos caballos se paraban sobre sus dos patas traseras, manteniendo en el aire sus restantes dos patas, mientras relinchaba; Era el escudo noble de la familia Liu.
Un carro espléndidamente adornado se acercaba a las periferias de la zona. No tuvo que esperar mucho tiempo, debido a que el registro adecuado no fue necesario. Inmediatamente traspasó la zona exterior, acercándose a la gran construcción, guiado por el camino pavimentado.
Finalmente la puerta del carro se abrió, de él salió una figura de mediana edad. Siendo castaño, tenía el cabello ligeramente largo, con una barba corta.
Su ropa era ostentosa, construida y pulida con materiales de alta calidad, recubrida en las mangas con piedras preciosas.
El hombre en cuestión, era el Patriarca de la familia noble, Avens. "David Piero De Avens".
Él fue guiado por un sirviente de la casa Liu, dirigiéndose por los pasillos. Sus zapatos de cuero hacían retumbar los silenciosos pasillos.
Ocasionalmente se encontraban con otros individuos, quienes cedían el paso sumisamente.
Finalmente luego de un largo recorrido, el Mayordomo de la Familia Liu, le permitió el paso a una habitación alejada de las demás.
"Por favor, Su Excelencia. Eres bienvenido a la habitación, Señor Liu se encuentra en su interior". Dijo el Mayordomo al abrir la puerta y apartarse del camino.
"Siga con su buen trabajo". Respondió amablemente David.
Dentro era simple. Se encontraban unos sillones y una lámpara sobre un mueble. En los sillones se sentaban dos figuras, el señor Liu y Sifu, "Bambú viejo".
"Me alegro de verlos". Dijo educadamente David, mientras encontraba un lugar en un sillón.
"Jaja, un placer, viejo amigo". Contestó amistosamente Fan Liu.
"Su presencia es digna como siempre, Señor David". Contestó la arrugada figura.
David observó atentamente a los dos individuos. Mantenía una relación amistosa con Fan Liu pero no le agradaba Sifu.
Había sido una figura raspante y de renombre durante siglos en la política. Según los registros antiguos, él había surgido del barro y las cenizas, sin provenir de ninguna familia renombrada, había sido forjado en la pobreza durante su juventud.
A través de su incalculable esfuerzo y constante práctica mágica, había podido rasgar permanentemente un asiento importante en los altos estratos athenienses. Pero su historial estaba ennegrecido, teniendo contactos con organizaciones poco ortodoxas, e innumerables rumores durante su vida, que habían sido silenciados por el mar de la historia.
En cambio, mantenía en una luz diferente a su considerado amigo, Fan. Sus familias habían mantenido durante milenios una ligera pero fiel alianza, para resistir las calamidades y la erosión del tiempo.
Después de todo, fueron fundadas por dos de los discípulos de la Diosa Mágica, durante la Era antigua.
"Bien, bien, el verdadero interés es hablar de negocios, ¿no?". Dijo Fan Liu mientras tomaba una taza de té.
"Hay que socavar todas las dudas. Se avecinan periodos duros". Expresó Sifu con una ligera risa.
"Por el momento no he tenido ningún problema. Pero he oído recientemente que tus gremios peligran, Liu". Dijo aprensivo David.
Las tierras de la familia Liu se hallaban en el Ducado de Liu, en estas se practicaban acciones agroexportadoras. En ellas, las posibilidades de comercio eran limitadas, por lo cual profileraba y se alentaba la artesanía.
hace generaciones pasadas un patriarca Liu vio la oportunidad así que he instaló variados gremios financiados por su riqueza, que se extendían por las extensas tierras de su ducado
"Sí, es un asunto que preocupa incluso a los ancianos. Pero gracias al Señor Sifu encontré una pronta solución. El señor Artas, recomendado por él, es un gran erudito y elocuente que hace hervir la emoción del pueblo" Rió fuerte Fan Liu.
"De hecho, el señor Artas es un personaje ilustre y capacitado, extensamente preparado en conocimiento". Sonrió Sifu.
"Así como encontramos solución a su situación preocupante, Señor Liu, deberíamos hacerlo igualmente con el problemático Joven Príncipe". Dijo Sifu.
"A mí parecer aún es demasiado joven para considerarlo una 'preocupación'. Es un niño salvaje que no intercepta nuestros intereses". Renegó inmediatamente David.
"Concuerdo con el señor David. No creo que debamos desviar nuestros esfuerzos a su pequeña figura, especialmente considerando su estado como descendiente de la familia Battlemman y Príncipe". Siguió Fan Liu.
Un leve color surgió en los ojos en forma de rendija de Bambú Viejo, para que inmediatamente apareciera una sonrisa en su rostro, acentuando sus rasgos.
"Incluso si sus viajes al palacio son esporádicos, puede influir negativamente a nuestros intereses. Despues de todo, según las acciones del Rey en la anterior reunión, podemos concluir que tiene en cuenta su pequeña y tierna voz... Es el heredero a la sabiduría, sus ideas no pueden ser minimizadas". Concluyó Sifu.
A David le había disgustado el tono de voz utilizado por Sifu, al referirse al joven. Pero debía estar de acuerdo con su razonamiento.
"De hecho, tienes un punto. Además su estado enflaquece el nuestro, permitiéndole atacarnos indiscriminadamente..." Dijo David reflexionando.
"Aunque es pequeño, me ocuparé de este asunto. No deben preocuparse, encontraré una razón para que no se acerque más al palacio". Pensó y decidió Fan Liu.
La reunión prosiguió por un breve tiempo más. Fueron certeros, exponiendo y compartiendo tiempo. Cuando la reunión marcó la hora, Sifu y David se retiraron ambos a sus respectivos destinos.
Fan Liu observó su reflejo en el té. Esperó unos minutos y finalmente su Mayordomo, Clarius, entró a la habitación.
Clarius se arrodilló frente a su Amo, esperando su palabra. Fervorosamente permaneció quieto cual estatua.
"Emplea a un equipo capacitado completo. El objetivo es investigar los alrededores del Joven Príncipe, Federick... El fin debería ser un golpe certero". Expresó tranquilamente Fan Liu.
"Mí Señor, ¿cuál debería ser el impacto del golpe?". Preguntó minuciosamente Clarius.
"Mhm, suelta a un perro sacrificable, pero no a un grado exponencial, sino leve; No olvidemos su estado. Concentra tus esfuerzos respecto a él y el Palacio... Lo entiendes". Finalizó Fan Liu.
...
El cielo era extenso e ilimitado, así como el sentimiento de desesperación que recreaba en todo ser vivo que lo observará. Una oscuridad sin fin lo cubría, no existía luz que penetrara al velo abismal.
El mundo estaba cubierto de niebla, espesa en un grado que era impenetrable. Uno creería que era una sustancia palpable; Manipulable al punto de poder tomar diferentes formas para rasgar la carne.
Una figura desesperadamente cubría terreno sin parar. Las telas de sus prendas estaban desgarradas y manchadas de sangre, simulando un circo de terror.
Su respiración era pesada, sus pulmones no podían cumplir el trabajo de seguir su ritmo. Sus piernas eran débiles y sus rodillas dolían soportando la tarea.
Sus ojos no eran firmes ni determinados, más estaban envueltos en confusión. Sus arrugas alrededor de ellos, se acentuaban.
Era un hombre viejo, alto y flaco. Su vejez era muy tardía, sus huesos sobresalían en su piel.
Hasta que finalmente paró, al tropezarse y caer. El impacto le provocó dolor en los huesos. Pero extrañamente se resbaló en el sitio del impacto.
El olor era fuerte y agudo, penetrando sus fosas nasales. Sus manos estaban manchadas de sangre, en sus uñas se mezclaban una suciedad de tierra y sangre. Éste dirigió desesperadamente sus dedos a sus ojos huecos, palpando agresivamente sus párpados cerrados.
Palpó hasta que le produjo dolor. Finalmente los abrió con fuerza, cuando dirigió su mirada detrás de él, al elemento que lo hizo tropezar... Vio una extremidad. Una pierna pálida por la pérdida de sangre.
Finalmente dirigió su mirada a sus alrededores... Se hallaban diferentes extremidades. Un pequeño río de sangre era el dueño del espacio.
Su rostro, extremidades, cuerpo y prendas, estaban manchadas del mismo. Se hundía en los leves pliegues de profundidad, manchando todo su ser.
La confusión en sus ojos se intensificó, hasta que finalmente... Se despertó. Sólo era una pesadilla producto de su inconsciente.
El anciano era Sifu. Se encontraba descansando en su cama. Horas antes había decidido tomar una siesta, pero terminó mal...
Pelos sueltos abundaban en su almohada de plumas. Sus manos temblaban y sus uñas eran negruzcas.
Su rostro había envejecido, así como su cuerpo; Pareciendo una rama marchita.
Rápidamente se paró con debilidad, buscando desesperadamente entre sus cajones. Finalmente encontró un elemento extraño, con un líquido en su interior. Decididamente se inyectó el líquido en una vena saltante en su brazo izquierdo.
Luego de unos minutos descansando cómodamente, tomo una ducha y se cambió las prendas de vestir. Dirigiéndose rápidamente a un destino desconocido.
...
En una habitación sellada, en oscuridad. Se hallaban dos individuos. Sus estados eran diferenciados a simple vista, porque uno se encontraba arrodillado y el otro cómodamente acostado sobre una lujosa y extensa cama.
Uno de los individuos en cuestión, se trataba de Sifu. "Bambú Viejo", un astuto anciano intrigante, con gran poder político e individual, se hallaba postrado sumisamente frente a una figura que era cubierta por telas blanquecinas.
"Mí Señor, he instigado con éxito al Patriarca Liu". Dijo respetuosamente, Sifu.
"¿Tienes algún incoveniente?" Pronunció una voz profunda y magnética.
"No, Señor. Con los recursos actualmente empleados, es suficiente para llevar al fin a la Familia Liu". Dijo con reverencia Sifu.
"Sigue con el buen trabajo. Con proyección y disciplina, lograrás méritos". Finalizó la figura con una expresión burlesca.