Llegué a mi escuela, el lugar en donde comenzaría mis estudios profesionales. Sabía que es lo que quería ser, un chef, me fascina la cocina, preparar platillos desde sopas, hasta postres, mi pasión es cocinar. Estaba pensando en eso cuando llegó mi mejor amigo Ángel, Ángel Navarro para ser específico. Un chico alto, de cabello oscuro, ojos marrones y piel blanca. Debía de admitir que era un chico con bastante atractivo, ya que siempre las mujeres estaban tras de él. Empezamos con nuestras típicas pláticas.
—Hola, Ángel —empecé.
—Hola, Alejandro —contestó—. Que buenas estuvieron nuestras vacaciones, gracias a tu mamá que te dejó venir conmigo.
—Sí, y gracias a tu familia por recibirme, estuvo muy buena la playa —respondí alegre.
—No hay nada que agradecer, ya eres como de la familia.
Después de hablar sobre las vacaciones, Ángel empezó a presumir, como siempre lo hace, de todo lo que a él le enorgullece.
—¿Recuerdas que en la playa tuve un éxito? —preguntó arrogante.
—Si por éxito te refieres a que conseguiste novia, entonces sí —dije con un pequeño tono de sarcasmo.
—La verdad no puedo creer que apenas haya conocido a Ana.
—No, espera —contesté molesto—, yo te dije hace 3 meses que la conocía y que quería presentártela, la viste y me dijiste que no tenía atractivo ni atributos, pero cuando la viste en la playa con bikini semidesnuda fue cuando quisiste estar con ella.
—Ya sabes como soy —dijo sonriente.
—Y, por cierto, ¿cuánto llevan juntos?
—3 semanas, es un buen tiempo.
—¿Y cuándo la terminas?, ¿cuándo tengan 2 o hasta 3 meses?, ya que 3 meses sería un buen récord para ti —dije riendo.
—No lo sé, tal vez 3 meses.
—Te repetiré el consejo que siempre te he dicho: si vas a jugar con ella entonces no te involucres sentimentalmente porque saldrás perdiendo.
Justamente en ese momento llega Ana, la novia de Ángel, una chica de estatura media, de cabello oscuro, ojos claros y piel blanca, que por cierto estaba muy bien maquillada, y se metió en nuestra conversación. Él no la veía venir y eso le sorprendió mucho.
—Hola, chicos, ¿de qué hablan? —dijo Ana sonriendo dándole un beso a su novio.
—Estábamos hablando de ti —contesté sonriente.
Ángel me miró con ojos de "si dices algo te mato", no quería que le dijera nada de lo que acabamos de platicar.
—¿Ah?, ¿sí?, ¿y que decían de mí? —preguntó ella curiosa.
—De lo afortunado que es Ángel de tenerte —respondí.
—Sí, exacto, soy muy afortunado de tenerte —dijo aliviado.
Sabía que él no era capaz de decirlo y yo tampoco, así que continuamos y disimulamos que todo iba bien, además me encantó la cara de Ángel cuando creyó que le diría a ella, me dio mucha gracia.
Empezaron a ponerse un tanto cariñosos y yo me estaba empezando a sentir incómodo, necesitaba una salida para evitar estar allí. Localicé con la mirada a mi mejor amiga, Karla Almendro, una mujer de estatura media, cabello muy largo de color negro, piel un poco tostada y ojos cafés, tenía que admitir que ella era bonita, y cualquiera estaría agradecido de ser su novio. Con ella me llevo fantástico, por lo que me despedí de la pareja y fui con ella.
—Hola, Karla —la saludé de beso en la mejilla.
—Hola, Alejandro, ¿qué pasó? —preguntó curiosa.
—Yo creí que no vendrías, como me dijiste que no sabías si entrar aquí o no, no me aseguraste nada.
—Eso es cierto, pero como ves, ya me decidí bien y quiero estar aquí.
—¡Qué bien! —me alegré— ¿Y qué es lo que vas a estudiar?
—Belleza y todo eso —respondió sonriente.
—Me parece muy bien —contesté en el mismo tono.
Empezamos a caminar, a recorrer la escuela para conocerla mejor, saber en dónde estaban los departamentos académicos, etc. Llegamos a su salón y cuando entró yo me dirigí al mío.
Al entrar me dio un poco de terror y nerviosismo, como cualquiera que entra a un nuevo lugar que no conoce, inspeccioné el sitio y no encontré a Ángel, lo cual era raro, porque, a pesar de que no era muy aplicado, casi nunca llegaba tarde. Ya estaba a punto de iniciar la clase cuando él llegó.
—¿Qué pasó?, ¿por qué tarde? —pregunté preocupado.
—Calmado, todavía no empieza la clase, es que estaba con mi novia.
—Me parece perfecto que tengas novia y todo eso, pero por tener novia no llegues tarde, eso es lo único que te pido, y menos en tu primer día de clases.
—Sí, ya, ya no voy a volver a hacerlo —dijo restando importancia.
Llegó el profesor, era una persona de buena edad, calculando entre 30 y 40 años, se veía serio y consigo traía una carpeta y una pequeña mochila. Se presentó y dijo de forma general lo que vendría en el curso y los materiales que se necesitarían para el resto de la carrera.
Después de toda la plática tuvimos que elegir a un compañero de mesa. Las mesas eran unas barras de cocina en donde prepararíamos todo lo que el profesor nos ordenara, como estaba con mi mejor amigo obviamente lo elegí a él y concretando nos convertimos en compañeros. Al final de la clase el profesor se retiró y me despedí para irme a mi casa, Ángel tenía que ver a su novia y yo ver a mi madre.
Cuando llegué a casa me dirigí a mi cuarto para descansar un rato y también esperar a mi madre que llegaría de trabajar, como soy hijo único y no tenemos personal en la casa yo me encontraba solo. Cuando llegó ella le platiqué mi día y conversamos un poco más sobre otras cosas.
Había pasado un poco de tiempo. En la clase había conocido a un par de compañeros que eran geniales, una era Noemi, que era una chica sencilla, pero risueña y muy alegre, de baja estatura, morena de piel, y con un cabello oscuro bastante chino, pero largo, además de sus ojos cafés. La otra persona era Vladimir, era un compañero genial y que me caía muy bien, era bastante alto de piel blanca, con un cabello corto negro. Ya tenía amigos que no fueran Ángel o Karla dentro del colegio.
Al pasar el tiempo me fui acostumbrando al ritmo de trabajo que el profesor quería, además que me iba acoplando a la carrera y lo que requería esta.
Un día estaba platicando con Ángel sobre la clase de hoy, cuando vimos a Karla platicando con una chica que posiblemente era su compañera. Se nos acercó y empezamos a hablar.
—Hola, Karla y una chica que no conozco —saludé tratando de ser dulce.
—Hola —contestó mi mejor amiga—, los presento, ella es Carolina Ibáñez, una compañera de mi carrera.
—Carolina —me presenté—, yo soy Alejandro Castilla, o simplemente Ale y mi amigo aquí a mi lado se llama Ángel Navarro.
—Mucho gusto, me pueden llamar Caro, si gustan —respondió sonriente.
—Entonces mucho gusto, Caro —dije divertido.
Ángel estaba muy entretenido en el celular, así que lo integré para que hablara. Empezamos a platicar los cuatro de nuestros profesores, como nos parecía la escuela en general y también de nuestra vida para empezar a conocernos más. Noté un comportamiento de Caro un tanto peculiar, pero no dije nada para poder hablar con mi mejor amigo sobre eso. Ya después de un rato ellas se despidieron, se fueron y nosotros conversamos.
—¿Qué tal te parece Caro? —pregunté curioso.
—¿A qué te refieres? —respondió confundido.
—Noté en toda la plática que Carolina no te dejaba de ver, creo que le gustas o algo así, ¿no me digas que no te diste cuenta?
—No, la verdad no.
—Entonces, dime, ¿estarías con ella en un futuro?
—No digas tonterías —se río—, ni siquiera es como a mí me gustan, tiene hoyuelos y lentes, además que parece un tanto tímida, sabes que me gustan las chicas sexis, aventadas y todo eso. Jamás me fijaría en alguien como ella.
—Quien sabe, eso mismo dijiste de Ana y mírate ahora, ya estás embobado con ella, el mundo da muchas vueltas —dije riendo.
—Sí, lo sé, pero te aseguro que nunca —contestó irritado.
La verdad Ángel me preocupaba algo en ese aspecto, que solo se fijara en las chicas que tuvieran buen cuerpo y no en los sentimientos, no era algo de lo que me gustaba de él, pero así es su comportamiento y no hay nada que yo pueda hacer al respecto.
Después de un tiempo en la escuela conocí a un buen chico, era muy agradable, su nombre era Diego e iba en una carrera diferente a la mía y la de Karla, él era un chico alto, ojos cafés con cabello negro y usaba lentes. Estaba estudiando periodismo, y por lo que sabía de él, le iba muy bien, además de ser un buen estudiante, trabajaba para pagarse sus estudios y eso hablaba muy bien de él.
Un día cualquiera como otro normal, llegué a mi salón, empecé a platicar con Vladimir y Noemí sobre la clase y un poco de cosas al azar y a reírnos, pero había algo raro, todavía no había llegado Ángel, se supone que nos veríamos en el salón antes de que empezara la clase para perfeccionar una receta que el profesor nos había dejado y que era un poco complicada. Lo primero que pensé fue que estaría con Ana, así que le marqué.
—Hola, Ana. ¿Ángel está contigo? —pregunté curioso—, se supone que nos veríamos en el salón antes de la clase.
—No, no está conmigo —se extrañó—, creí que tú estabas con él, como me dijo que no me vería temprano porque estaría contigo creí eso, la verdad no sé en donde esté.
—Gracias, si es que sé noticias de él te marco, ¿está bien?
—Sí, está bien, adiós —colgó.
Eso era algo bastante extraño, ni su novia ni yo sabíamos en dónde estaba, tampoco contestaba su celular, eso me preocupaba un poco y no quería pensar que le había pasado algo malo.