Aunque Lin Yang había partido, su legado continuó. Mei Ling, su amada y fiel compañera, se convirtió en la líder de un nuevo grupo de guerreros justicieros. Juntos, continuaron la lucha por la paz y la justicia, inspirados por el espíritu de Lin Yang.
El reino floreció bajo su guía y se convirtió en un lugar de esperanza y prosperidad. La memoria de Lin Yang perduró en los corazones de todos, recordándoles que incluso en la oscuridad más profunda, un héroe puede surgir.