Habíamos huido con éxito de la criatura gigante. El sol se ocultó hace mucho tiempo. Las luces del auto iluminaban la vía y llamaban la atención de las criaturas. Aun así, no se atrevieron a acercarse debido al aura de desesperación que estaba liberando. Durante la pelea anterior había ganado demasiada experiencia y sin darme cuenta había subido de nivel, alcanzando el nivel 12. Sin embargo, Julia fue la que más se benefició de todo esto. La sangre de las criaturas le permitió obtener múltiples habilidades y sobre todo la caza la elevó hasta el nivel 10.
Después de tanto ejercicio por la pelea todas estaban completamente dormidas. Solo Daniel y yo que conducíamos no podíamos cerrar los ojos. Gracias a mi visión nocturna podía ver todo con claridad y ahora sumada a la visión infrarroja nada se podía esconder de mí. Esto me permitió reconocer que había una gasolinera no tan alejada de nosotros.
Decidí detener el auto para descansar y reponer gasolina. Bajándonos del auto lo primero que hice fue revisar los alrededores. La última vez que estuve en una gasolinera no la pasé bien. Terminamos con un zombie gigante persiguiéndonos. Afortunadamente estaba vacía pero los rastros de sangre dentro del interior de la tienda que conducían al bosque indicaban que había criaturas cerca de aquí. Inmediatamente supe lo que pasó aquí solo con mirar las huellas y manchas de sangre. Sin embargo, al detectar que no había nada Daniel comenzó a llenar los tanques.
Temía que el dispensador de gasolina no estuviera funcionando debido a que no hay electricidad. Al contrario de lo que creía tuve que felicitar a mi linda Latinoamérica por ser tercer mundo y tener aun dispensadores antiguos, con ese problema resuelto empecé a recolectar comida y otras herramientas que podrían servirme. La tienda de la gasolinera tenía snacks, sopas instantáneas, jugos, botellas de aguas, gaseosas y sobre todo preservativos. Tomé todo lo que había incluido el tabaco y el alcohol. Aunque no tomaba o fumaba sería una fuerte moneda de cambio para personas adictas a estos productos.
En este país muchos jóvenes empiezan a beber desde los trece años e incluso puede ser antes. Esto se debe al fácil acceso que tienen a estos productos que incluso llegan a pagar extra para que otra persona los adquiera por ellos.
El espacio de almacenamiento había aumentado enormemente de nuevo permitiéndome guardar tonelada de nueva comida. Revisando los congeladores descubrí que los helados ya se habían echado a perder junto con la comida preparada. Era una lástima, ya que adoro el helado de cereza y no tenía mucho dentro de mi inventario. Descubrí hace poco que tenía acceso al espacio de almacenamiento de Julia lo que duplicaba nuestra capacidad de guardar reservas. Talvez deba de visitar las granjas que queden de camino saqueando los molinos y graneles.
De camino a ciudad G quedaban varios pueblos que se dedicaban principalmente a la agricultura. El país E era increíblemente fértil y se podía cultivar en cualquier parte del país a excepción de la zona costera que era árida. Los mejores campos de cultivo se encontraban en la costa, sierra y oriente. Siendo el arroz el cultivo estrella de la costa.
Talvez pueda encontrar arboles de cereza y hacer mi propio helado. La verdad es que era un cocinero apasionado. Cuando mis padres murieron tuve que aprender para alimentar a Melissa. Siempre revisaba videos de cocina y blog sobre recetas enriqueciendo mi repertorio. Recuerdo que durante mi primer intento de cocinar se me quemó el arroz, quedó crudo y encima le faltaba sal.
Continué guardando la comida tomando nota de todo. Calculando teníamos aproximadamente comida para un par de años. Las chicas no comían mucho y solo Daniel y yo éramos los bárbaros que devoraban todo.
Habiendo guardado todo dentro de la tienda pasé a la siguiente sala. Esta era la trastienda donde los trabajadores podían cambiarse o tomar un descanso. Claramente estaba equipado con una cocina donde podían calentar la comida. Revisé los anaqueles, pero solo había papel de baño, té, leche en polvo, azúcar, sal y galletas saladas. Esto era algo triste.
*Track
Al escuchar un crujido me volteé inmediatamente. El sonido parecía venir de la tienda continua. Recordé que esta gasolinera era famosa por los conductores por su área de parada. Donde los conductores podían comer en un restaurante.
Saliendo de la tienda me acerqué a ese restaurante. Como todo emprendedor este restaurante servía de cafetería en la mañana ofreciendo desayuno, en la tarde y noche funcionaba como restaurante preparando almuerzos y platos a la carta. A diferencia de la tienda de alado esta parecía estar completamente intacta. Además de la poca comida podrida dentro de los mostradores no parecía que alguna criatura haya entrado.
Salté directamente detrás del mostrador y guardé la cafetera. Esta a diferencia de la que tenía almacenada era profesional y de alta calidad. Yo amaba el café y desde que saqueé ese supermercado tenía una reserva casi infinita.
Si ese refugio es verdadero entonces podría crear una base donde podamos vivir Julia, Melissa y yo. Eso sería increíble.
Concentrándome en el ruido de hace un momento pude asumir que venía de la cocina. Activando sentidos agudos y cerrando brevemente los ojos para ampliar mi oído pude oír una respiración. El sonido parecía ser controlado y a juzgar por el sonido de alrededor podía inferir que estaba quieto. Si es un sobreviviente lo juzgaría en base a su reacción. Empujando lentamente la puerta.
*CHIIIIIIIIIIIIIRRRRRRRRR
Chillando, la puerta se abrió de par en par. Los latidos del corazón que escuchaba antes se intensificaron y la respiración se hizo más espesa. Al juzgar por la reacción era un humano quien estaba aquí. La cocina parecía intacta, lo único fuera de lo común eran las cajas de comida en el piso. El olor me indicaba que algo se cocinó hace poco. Acerqué mi mano a la olla solo para ver que tenía arroz.
*BADUMP *BADUMP
El corazón de alguien latía con mucha intensidad indicándome claramente su paradero. Dirigiendo mi mirada hacia el origen pude ver lo que parecía ser un anaquel alto. Acercándome las puertas se abrieron de golpe y un hombre salió agarrando una escoba. El chico parecía estar en sus 16 años y vestía un overol azul indicando que trabajaba como despachador de gasolina.
- ¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!
Agarrando la escoba con una mano dirigí mi puño a su vientre. Claramente controlé mi fuerza por miedo a matarlo de un golpe. Saliva salió de su boca y el chico cayó al suelo agarrando su estómago con sus manos. Miré la escoba y la lancé al suelo. Tenía que admitir que este chico tenía agallas.