El chico empezó a retorcerse en el piso. Creo que la fuerza de mi golpe fue demasiada. Me sentía mal por golpear a alguien tan joven. Mi visión nocturna me dejaba ver claramente su aspecto. Su cabello era de color castaño, sus ojos cafés, su nariz era perfilada y sus labios finos. Podía dar la conclusión de que era un adolescente común y corriente por su fuerza. Lo único distintivo de él era ese piercing en su oído izquierdo. Decidiendo ayudarlo usé transfusión vital. Ese chico ya estaba empezando a ponerse azul. Talvez la fuerza del impacto dañó su pulmón y por eso no podía ni siquiera gritar.
¿?: ¡AHHHHHHHHHHH!
Después de un rato los gritos de dolor continuaban. Al principio pensé que el tratamiento había fallado. Sin embargo, eso era imposible y el sistema claramente me indicaba que si funcionó.
Leo: Para de gritar que estás bien.
Realicé un movimiento de mi mano y una bola de fuego se materializó. Esto iluminó toda la cocina que era realmente rustica. No existía cocinas especializadas y solo consistía en fogones. Las ollas también eran de aluminio y no de acero inoxidable. Me imagino que era para ahorrar gastos.
Esto me recordó a la frase. Si funciona sirve. Esto es algo que siempre aplicamos. Estas ollas eran muy grandes y técnicamente mucho más baratas.
El chico paró su frenesí cuando se dio cuenta que podía respirar. Confundido me miró y dijo cuidadosamente.
¿?: ¿Quién eres? ¿Acaso eres dios?
Ante sus palabras me quede completamente mudo. ¿Dios? ¿Yo? No pude evitar comenzar a reír.
¿?: ¿Qué es tan gracioso?
Mirando su cara de seriedad y medio me detuve.
Leo: ¿Acaso has vivido debajo de una piedra todo este tiempo?
¿?: ¿No entiendo?
Parecía que genuinamente no sabía de nada de esto. Seguía mirando la bola de fuego con gran interés. ¿Acaso será un sin clase?
Leo: ¿Acaso no tienes clase?
¿?: ¿Clase?
Leo: Ya sabes la pantallita azul que aparece cuando dices estado.
Sin dudarlo el chico pronuncio estado asombrándose y asustándose nuevamente. Con curiosidad usé el ojo de la verdad.
Nombre: Víctor
Edad: 15 años
Constelación: Capricornio
Nivel: 0
Clase: Arquero mágico (Épico)
Fuerza: 11
Defensa: 10
Velocidad: 11
Sabiduría: 12
Encanto: 10
Habilidades:
Uso del arco, Puntería.
Objetos equipados: Ninguno
El chico con curiosidad levantó su mano adelantando y retirando la mano como si jugara con algo. Al parecer si podía ver la ventana de estado. Lástima que no podrá usar sus habilidades sin un arco y yo no era un ser muy caritativo para usar mis monedas del sistema sin razón.
Decidí dejarlo en paz y salir del restaurante. Cuando estaba por salir de la cocina el chico dijo.
Víctor: ¿No vas a matarme?
Entendía sus dudas, pero este chico no me dio razones para matarlo.
Leo: No tengo el interés en hacerlo. Solo no te acerques a mi grupo.
El chico tragó saliva mientras yo caminaba de vuelta al grupo. Claramente apagué la bola de fuego. Era muy peligroso prender un fuego en una gasolinera.
Parecía que Daniel ya había terminado de llenar los tanques.
Leo: ¿Estamos listos para partir en cualquier momento?
Daniel: Si, pero me gustaría descansar un poco.
Entendía a Daniel considerando que el hizo guardia ayer. Permití que el descansara mientras yo hacia la guardia nocturna junto a Kitty. Los gatos eran cazadores nocturnos lo que hacía a Kitty mi compañera de todos los turnos de vigilancia.
La noche pasó rápido y el sol empezó a salir por las montañas a lo lejos. Durante la noche no pasó mucho solo algunas criaturas de bajó nivel que intentaron acercarse y que asesiné al instante con mi espada. Sin embargo, hubo alguien que estuvo vigilándome toda la noche. Era ese chico llamado Víctor quien no apartó la mirada de mí.
Julia: *Bostezar~ Buenos días.
Julia salió del auto e inmediatamente se acercó a mi para darme un beso de buenos días que por supuesto acepté. Después de eso saqué un poco de comida para que Julia preparara el desayuno de todos.
Claro que no podíamos hacer nada que requiera de una cocción por el riesgo a una explosión. Un tiempo después Julia se acercó a mí y me susurró al oído.
Julia: Leo. He estado sintiendo una mirada que no se aleja de mí.
Le conté a Julia sobre Víctor e inmediatamente se enojó. Ella creía que era una bestia o monstruo desconocido que la estaba acechando. Nunca se esperó que realmente era un adolescente pervertido.