"Malissa, deja de llorar…" ordenó Hayden con severidad.
Ya había perdido la cuenta de las veces que Hayden me había dicho que dejara de llorar desde que comenzó toda esta desafortunada situación. Ahora que lo pienso, una vez me dijo que no le gustaban mucho mis lágrimas. Odiaba cuando lloraba y eso me hacía odiarme aún más por llorar.
"Lo siento…" gemí mientras intentaba detener mis lágrimas.
No era una hazaña fácil de lograr, y me resultaba casi imposible dejar de llorar. Mi cuerpo temblaba aún más y pronto, no pude hablar más.
"Deja de llorar, Malissa…" repitió Hayden nuevamente.
"Yo… yo no puedo…" logré croar con una voz tan rota que me sentí completamente avergonzada.
"Quita las manos de tu cara. Si vas a llorar, entonces déjame ver tu fea cara," dijo Hayden sin piedad.
Sentí su mano apartando mis manos de mi cara. Cuanto más resistía intentando girar mi rostro, más persistentes se volvían las manos de Hayden.