"No confío en nada de lo que dijo, y tú tampoco deberías. Págale a él y a sus palabras sin importarles," dijo Hayden con calma.
Si podía controlar mi mente que precisamente entonces eso era lo que quería hacer. Sin embargo, no siempre era tan fácil. La curiosidad era como una maldición.
"Ven aquí," dijo Hayden irritantemente mientras me saludaba.
Me preguntaba qué quería. A pesar de todo, decidí ir obedientemente con él. Me paré junto a su asiento por un breve momento antes de que sus manos me alcanzaran y me llevaran a su regazo.
"Hayden..." susurré su nombre con ligera sorpresa.
"Déjame abrazarte un rato..." murmuró cerca de mi oído.
Sus brazos alrededor de mí me abrazaron fuertemente en su abrazo antes de que me diera la vuelta para que pudiera acomodarme más cómodamente en su regazo con mi espalda contra su marco grande y cálido.
"¿Estás cansado?" Pregunté mientras me inclinaba un poco contra él.
"En realidad no..." Hayden respondió con calma.