"Umm... discúlpame, ¿puedes darle a Little Hayden su juguete de pelota? Está en mi habitación, creo que si le preguntas a una de las criadas, ella debería poder dártelo..." Solicité con una voz suplicante.
"Claro..." contestó sin emoción uno de los guardias después de una breve pausa.
Continué dibujando y poco después, Little Hayden tenía una bolita roja con la que jugar en el césped. Ahora solo si tuviera a alguien para jugar con él, el día sería perfecto para el pequeño. Eché un vistazo a los guardias de aspecto severo y sacudió mi cabeza suavemente a mí mismo como me di por vencido en la idea. No creo que ninguno de ellos esté dispuesto a jugar con mi cachorrito. Lo siento, Hayden, vas a tener que jugar solo por hoy.