"¡Ah! ¡Ah! ¡Ah!" Grité sin parar.
Mis manos se aferraban a la sábana mientras luchaba por lidiar con mi propia lujuria y placer. Mis caderas no paraban de destrozar, y cerré los ojos en éxtasis. Sentí una sensación penetrante aguda cuando algo grueso y largo entró en mi agujero de amor. Pronto, pensé que debían ser los dedos de Hayden. Sus dedos comenzaron a moverse dentro de mí, retorciéndose violentamente contra las paredes de mi coño mientras me estimulaba profundamente desde varios ángulos.
"Hayden... estoy..." susurré.