Chereads / Kamikaze - S / Chapter 4 - Lección 1: No toda regla se debe desobedecer — parte 2.

Chapter 4 - Lección 1: No toda regla se debe desobedecer — parte 2.

«¿Me matará?» fue lo único que pudo pensar. ¿Debía pedir piedad? No conocía a ninguna de esas personas, a las justas había intercambiado palabras con Ryota, solo sabía que era un actor juvenil comprometido con su carrera, desconocía si tenía mucho tiempo para estudiar. Por lo que era difícil para Kanna creer que estuviera ahí.

Se mantuvo quieta, intentando que su respiración no se escuchara y ese inquietante olor hediondo que empezó a inundar el salón desde que se abrió la puerta. Pero no fue hasta que escuchó un suspiro profundo de alguien cercano que subió un poco su espalda, se asustó al punto de dejar caer sus lágrimas y juntar más sus piernas.

¿Habrá alguien más que lo haya escuchado? ¿Esa persona, estará intentando alarmar a los demás? ¿Y qué es ese olor tan hediondo? Tenía tantas preguntas que no podía responder, hasta que escuchó que las puertas se cerraron y un largo silencio tétrico. Posiblemente nadie quería levantar su cabeza y ver las consecuencias de esa corta visita, aunque, en poco tiempo un estruendoso ruido asustó a todos.

Poco a poco, los estudiantes se recompusieron en sus asientos frente a un olor metálico y otros cuantos con pequeñas manchas en su ropa. Sin mucho que decir, el horror se trazó en sus rostros y sus ojos se posaron sobre la joven blanca, parada frente al muchacho ruso pegado a su mesa por una espada en su espalda y otra atravesada en su cuello.

Todos se mantuvieron callados, sin poder procesar aquella mirada de ojos rojos, hasta que la cabeza de él cayó a centímetros de los zapatos de la chica. En segundos volvió a gritar y alarmar a quienes veían a otro de los cuatro muertos.

Esa ocasión Kanna permaneció quieta con sus manos sobre la boca y lágrimas a punto de bajar por las mejillas. A punto de caer, se sostuvo al agarrar la mesa, pero fue entonces que alcanzó a ver un color rojo diferente sobre su chompa, se sintió nerviosa y sus lágrimas cayeron más rápido. No lo entendía, eso solo podía significar que alguien había muerto cerca a ella.

Enseguida volteó a la izquierda, pero una mano un examen detuvo su visión.

— tienes algo en la mejilla — dijo Ryota y pasó un dedo sobre su mejilla — Kanna mi, no voltees

A pesar de escucharlo, Kanna jaló la hoja y pudo ver a la rubia sentada, sus brazos estaban caídos, su piernas estiradas llenas de cuchillos, su cuello ensangrentado por cuatro cuchillos y sus ojos tétricamente abierto viéndola mientras un charco de sangre se creaba bajo ella. Ni siquiera pudo gritar, contuvo su respiración mientras su respiración se volvía pesada y las piernas empezaban a temblar.

Expectante se quedó inmóvil con el chico coreano apenado y buscando la forma de que su compañera dejara de verla. Sin embargo, en el momento que la cabeza de la joven alemana cayó y rodó cerca a ellos, la escuchó gritar. Él se apuró y abrazó, mientras los cercanos a las dos primeras filas voltearon asustados.

— oye — se escuchó de un chico, con Kanna llorosa el coreano volteó a un joven colombiano que cubría su rostro con ambas manos — estará bien?

Ryota asintió triste y regresó a la chica que obligó a sentarse, no era normal ver a su calmada compañera con lágrimas en los ojos, era una típica estudiante de buenas notas que nunca se metía en problema e intentaba no destacar tanto. No podía creer verla en una situación tan difícil como esa.

Mientras él aclaraba sus nuevos pensamientos, el sonido de un vómito llamó la atención de ambos hacia una joven de cabello trenzado y teñido, sentada a unas carpetas delante ellos. Fue entonces que se soltó del agarre del chico y se acercó a ella.

Aún estaban todos quietos y asustados por los cuatro muertos del salón, Kanna se acercó a ayudar, pero fue entonces que se detuvo a ver un par de globos oculares ensangrentados en su mesa y manchando aquel pedazo de papel.

« alfileres » pensó al ver cada uno de esos ojos bañado de alfileres. Suspiro con miedo y sacudió su cabeza, no entendía porque se acercó cuando ni siquiera se podía controlar así misma. Es entonces que volvió a suspirar, dándose cuenta que dos estudiantes, Kevin y Martín pedían silencio al cubrir sus labios con un dedo.

— mh, me quiero ir — escuchó de parte de esa chica a minutos después de vomitar — no quiero estar aquí

— yo tampoco quiero estar aquí — susurró Amelia en el asiento al noreste de ambas y un chico indio al frente viendo con pena la escena.

— no tenemos más opción que seguir — dictó el indio, mientras Ryota se acercó y posó su mano en la espalda de Kanna.

— y que se supone que debemos hacer con ellos? — preguntó la estudiante china, Xian Huang, desde su asiento, tal vez podría parecer molesta, pero solo intentaba no caer en lágrimas. Aunque eso no dejó que los oyentes voltearan a ella. — yo también empezaría a vomitar si me acerco — Agregó y señaló al vómito.

— no lo se — murmuro Kanna y se agacho a ayudar a la chica a recomponerse en su asiento — tendremos que ver cómo, deberían tener una muerte más justa, no crees?

— si, si lo creo — dijo Xian dubitativa. Mientras Amelia, veía cabizbaja el intento de la coreana para calmar la situación.

— y si buscamos algo que tomar? — intervino Kevin.

— ¿que? — logro decir kang- dae.

— claro, para que pueda tomar agua — respondió Kanna y volvió a la chica para consolarla — debes enjuagarte después de vomitarlo. Además, esos tipos vinieron de algún lado, debe haber por donde caminar

— no, no creo que sea buena idea salir — dijo Kevin desde su sitio — si nos tratan como estudiantes entonces.

No pudo hablar, fue interrumpido por el sonido de las puertas al abrirse. Todos voltearon sorprendidos, un grupo de cinco hombres vestidos por un overol con mangas y botas de plástico, manchados por sangre seca y pinturas, y en su rostro, una expresión perdida, viendo a la nada.

Asustados, se detuvieron y quienes podían regresaban a sus asientos. Ryota intentó jalar a la chica, pero aquella chica de trenzas la jaló a su asiento. En segundos, mientras algunos bajaban su cabeza asustados, esas personas envolvían a los cuatro muertos con bolsas negras y el quinto de los hombres limpiaba los restos de vómitos con una escoba sin importar que golpeara el calzado de la coreana.

Ryota se había sentado a ver a uno llevarse el cuerpo de la alemana, y detenerse frente a las dos chicas. Por lo que no pudo evitar querer levantarse y acercarse, pero se detuvo cuando lo vio dejar una toalla de papel en la mesa ahora limpia.

En pocos minutos terminaron de limpiar esas mesas, dejar en el aire un dulce aroma lavanda y pegar en la pared un panel para luego cerrar la puerta con llave.

— que bien — susurro Martín al verlos irse.

— tu no eres de argentina, no? — pregunto la chica de trenza, quien al ver la negación de Kanna suspiro — como podemos entendernos?

— el panel — dijo Kevin y señaló hacia el letrero en inglés con un dibujo de una mandíbula y un diente rojo — parece que nos han puesto algo para que podamos entendernos.

— debe ser alguien con mucho tiempo — agregó Emma molesta.

— y un psicópata — dijo el escocés mientras Ryota regresaba a lado de las dos chicas.

— ¿Cómo te sientes? — preguntó Kanna a la otra chica.

— mejor, aunque tendré que esperar por agua — respondió ella — ah, me llamo Alejandra

— ¿Eres católica? — preguntó Kanna pero la expresión de sorpresa hizo que se alejara — ah, mejor regresó a mi asiento.

En el momento que camino por ese corto pasadizo, vio la mesa vacía a su lado y los cuerpos deprimidos de cada uno de sus nuevos compañeros, se dio cuenta. Desde ese momento tendría que buscar una manera de sobrevivir y confiar en desconocidos.

procesando juego...

TURNO NÚMERO UNO DE 14B, MUERTOS: 04

asiento - número

05 - 15

11 - 19

19 - 28

21 - 25

LECCIÓN 1 - No toda regla se debe desobedecer -