Pasaron los días, y ninguno supo nada de algún padre o madre, buscando a su hijo, ni por televisión ni por red social, sin embargo Moondai seguía siendo paciente, esperanzado, intentando recordar algo de su pasado estaba en el cuarto, sentado frente al escritorio, dibujando, lo hacía muy bien y ya había, unos cuantos dibujos, pegadas en la pared, dibujo animales, objetos y partes de la casa con solo un lápiz.
Yan estaba lavando los servicios, se quejó de su dolor de cadera, había estado de pie por mucho tiempo, así que se dejó todo por un momento para tomar un descanso, se dirigió a la habitación donde estaba Moondai y lo vio desde la entrada - ¿Qué estás dibujando ahora? - preguntó con una sonrisa amable
El se dio la vuelta con la hoja en mano, su sonrisa se desvaneció casi al instante al ver pudo divisar la silueta de una familia de tres, los padres y un hijo pequeño
- si tan solo pudiera recordar un rostro… o un nombre, serviría de mucho.
Yan trato de cambiar el tema inmediatamente.
- ¿Qué te parece la gelatina?
-mmm… no estoy seguro.
- te traeré un poco – habló en un tono amable - tengo que llevar esos vasos que estén al refrigerador, hacía una pastelería - fue a sentarse al borde de la cama, Moondai la escuchaba atentamente, había dejado todo para conversar con ella - ese es mi trabajo – aclaró – aunque ya deben estar listos, y también debo preparar el almuerzo – bostezó.
- ¿En que te ayudo? – preguntó decidido, Yan lo miró sorprendida - no te preocupes, es mi responsabilidad.
- Yan, realmente te quiero ayudar - recalcó - agradezco mucho que me hayas dejó quedarme todo este tiempo y no pude eso estar sin hacer nada
Yan lo pensó, pero no tenía muchas opciones, el lavabo estaba lleno de platos sucios, y aún no había empezado a cocinar.
Lo pensó por unos segundos, solo quedaba una cosa - está bien - sacó de su bolsillo una libreta y un lapicero, apuntó una dirección y se la entregó – es ahí donde debo llevar las, iré por las gelatinas.
Moondai sonrió con satisfacción. Salió de la casa con una caja hecha de Tecnopor, y la dirección en la mano, caminaba por las calles despreocupado, guiándose de aquel pedazo de papel, cuando estaba cerca de la autopista, dos carros de bomberos pasaron enfrente de él, tan rápido que sintió la brisa, recordando que debe tener cuidado.
Finalmente llegó a la pastelería, el pequeño local estaba al medio de dos altos edificios, haciéndola poco visible, ingreso, se acercó a una mujer que atendía – buenas tardes joven ¿en qué puedo ayudarte?
Moondai coloca la caja sobre el mostrador – tengo un encargo de entregar la gelatina – respondió.
- ¿Estás aquí por parte de la señora Yan? – dijo, abriendo la caja – si – ella revisó que no hubiera ningún problema y finalmente volteo a verlo - ¿tú eres su nieto? – preguntó con una sonrisa.
- he… no – respondió confundido – soy su… ayudante.
- oww, eso es bueno - habló con entusiasmo - ya era hora de que tuviera a alguien quien la pueda apoyar.
Llegó otra persona usando un mandil negro con el logo de la pastelería, empezó a vaciar el contenido de la caja cuidadosamente, colocando uno por uno sobre una bandeja, Mientras eso ocurría, la chica se había detenido a observar a Moondai fijamente, como si lo analizará, el no tardo en darse cuenta volteando a verla - ¿sucede algo? - ladeó su cabeza al hablar, tal y como lo haría un perro intentando entender a su dueño.
- de hecho, te pareces mucho a alguien que vi una vez.
En ese momento, sus ojos brillaron por la emoción, al esperar una pista de alguien familiar o conocido - ¡¿Enserio?! ¿A quién?
- Pues, hay un grupo de personas con tu mismo tono de pelo en la calle magistral, a estas horas deben estar ahí.
- ¿Cómo llego ahí?
Ella rió un poco por la actitud del muchacho - fácil, al salir de esta tienda encontrarás un pasaje a la derecha, camina de frente hasta encontrarte con una pileta y ya estarás en en esa calle, a simple vista verás a esas personas en un local en medio de dos tiendas de ropa de mujer ¿Entendiste?
Unos minutos después, Finalmente la chica sacó algo de dinero de la caja registradora, se lo entregó – gracias, vuelve pronto – y se despidió cordialmente.
Salió del local con la caja en la mano, guardando el dinero en su bolsillo, se apresuró a ir a la calle del que la chica había hablado, siguiendo las indicaciones al pie de la letra Rápidamente busco a su alrededor a alguna persona, la calle era solitaria y sucia, había basura regada en los rincones de algunas casas, aparte de manchas oscuras en el suelo.
Por la vereda de enfrente vio un gran anuncio, la persona tenía un gran parecido a él, solo que era mayor. Aquel anuncio estaba sobre una peluquería, eso lo hizo comprender de lo que estaba hablando aquella chica.
Suspiro al sentir la gran decepción.
De regreso por el mismo pasaje se sintió observado, se dio la vuelta y había un hombre con capucha en pleno día soleado, además, tenía sus manos en los bolsillos, entonces, apresuró el paso, dobló en una esquina para alejarse de su vista, pero eso no lo detuvo, lo perseguía disimuladamente, pensó que sería buena idea correr.
Aquel hombre lo atrapó, agarrándolo desde la muñeca, lo jaló, quedando cara con él, intentó soltarse, el tipo metió la mano en el bolsillo de su polerón y sacó una navaja – ¡el dinero! ¡mocoso de mierda!
Moondai le mordía el brazo, haciendo que lo suelte, se echó a correr, el delincuente le pisaba los talones, se adentró a otro pasaje, llevándolo a otra calle solitaria donde no encontraría ayuda, nuevamente lo alcanzó, acorralando contra una pared y unas rejas de la casa de un jardín, lo pateó, tumbando lo al suelo, las monedas salieron rodando del bolsillo , intento tomarlas pare el delincuente le pisoteó la mano, lo pateó, una y otra vez, antes de huir con el dinero.
Yan estaba viendo televisión, en el canal de noticias, cuando escucho que alguien tocaba la puerta, fue a abrir, vio a Moondai golpeado - ¿pero ¿Qué te sucedió? – preguntó alterada - Se horrorizó.
- me han robado – dijo, mirando al suelo, arrepentido – realmente lo siento, me rehusé a darle el dinero y me golpeo, perdón…
Yan se dirigió a la cocina, no tardó en volver con un algo envuelto en un pañuelo, se lo entregó, se sentía frío.
Moondai lo desenvolvió, era un pedazo de carne, duro por el frío, se colocó el paquete sobre el pómulo, donde tenía un moretón, su rostro era de tristeza
Yan le desordenó el pelo – no te preocupes, lo importante es que estés bien, lo material se puede recuperar, debes tener más cuidado, te agradezco mucho por querer ayudar, si no quieres hacerlo, lo entenderé.
- ¡Si quiero ayudar! – exclamó Moondai – como aún lo sigues siendo – sonrió
Yan lo abrazó - ¡muchas gracias! ¡Eres tan bueno! tus padres deben tener suerte de tenerte.
Deseo saber algo de ellos, pero al mismo tiempo estaba agradecido de no estar solo en aquella situación, pronto volvió a sonreír – tus hijos también son suertudos.
- sí… aunque quisiera que lo demostraran de vez en cuando.