- Su esposo... - Repite en voz baja el pobre de Iván que solo quería protegerme.
- Si Iván, él es mi esposo, te presento a Damián Evans. - Le digo confirmando lo que él había acabado de decir.
- Bueno, aclarado el punto, tú vienes conmigo. - Me dice Damián al apretar más mi mano y al arrastrarme a la pista de baile.
Al llegar al centro de la pista de baile y hacernos un poco de espacio entre los demás invitados, de inmediato Damián me jala hacia él, colocando una de sus manos en mi cintura mientras que la otra sostiene una de las mías.
- Era necesario todo eso?, la verdad es que no sé qué te propones... - Le digo muy molesta, mirando a mis alrededores bastante incomoda.
- Bueno... para mi si era bastante necesario, es más que evidente que le gustas al tipo y es mejor dejar las cosas claras para que no se ilusione más de la cuenta.
- No puedo creer que te estés preocupando por marcar territorio cuando estás en esta boda con tu novia... es el colmo. - Le hago el reclamo topándome con su mirada.
- Estás celosa...
- Hay por favor... - Le digo al mismo tiempo en que me apresuro a deshacerme de su agarre para salir de la pista de baile, pero él solo pone más fuerza para evitar que me escape.
- Suéltame Damián, yo no quiero bailar contigo... - Le digo mientras vuelvo a intentar escaparme de sus brazos, no solo porque este molesta sino, por lo que me produce volver a sentir su cercanía, su respiración, su calor...
- No, creo que bailar conmigo es lo mínimo que puedes hacer después de que me abandonaste, no crees?. - Al escuchar sus palabras, de inmediato dejo de forcejear y me quedo en silencio, ante lo que acabo de escuchar no tengo nada que decir, ni mucho menos que refutar.
Comienza a sonar una canción bastante romántica, de hecho la reconozco. Es la canción de Marc Anthony llamada "My Baby You" que es una de mis favoritas.
Las parejas a nuestro alrededor comienzan a bailar bastante lento y Damián me acerca mucho más a él, tanto que escucho su respiración en mi oído. Nuestras manos que están entrelazadas, las coloca en un lado de su pecho mientras que con la otra, abraza mucho más mi cintura hasta dejarla en la parte baja de mi espalda, al mismo tiempo que siento un escalofrío recorrer mi cuerpo al sentir su contacto con mi piel desnuda.
A medida que bailamos, Damián empieza a tararear la canción en mi oído.
- Esta canción estaba sonando el día que te conocí, la escuché en cuanto Andy abrió la puerta del estudio ese día. – Me comenta Damián en mi oído.
De inmediato, mi mente me regresó a ese día y si, él tenía razón. Esa canción la escuchaba ese día y en ese preciso momento. Una vez más, él me sorprendía al recordar esos pequeños detalles y aún, cuando eran después de tanto tiempo.
Odio con todas mis fuerzas estar tan sensible en este momento y de nuevo sentir ganas de llorar, este día ha sido un completo sube y baja de emociones, me siento completamente cansada y vulnerable.
- Hoy estás más hermosa que de costumbre... - Me dice Damián otra vez al oído, acercándome más a él como si fuera posible mientras seguimos bailando.
- Deja de burlarte de mí, no es para nada gracioso... ya deja de martirizarme Damián, creo que te has vengado demasiado el día de hoy. - Le digo y luego vuelvo a intentar zafarme de su agarre.
- Deja de querer alejarte... si no quieres que arruine la boda de Jake y arme un escándalo... decide mi amor... - Me dice al mirarme con total frialdad, tanta, que vuelvo a quedarme quieta.
A penas me ve derrotada, sonríe un poco y continúa con el baile y con su tatareo en mi oído. La mano que había estado en mi espalda baja, comienza acariciarme la piel en forma vertical, de arriba abajo.
- Por favor Damián... ya no me sigas tocando de esa forma... - Digo en voz muy baja pero no lo suficiente como para que él no me escuche.
- Cómo?, así?...
De inmediato, los dedos de su mano comienzan a repasar el borde de la tela que forman el escote en mi espalda, mientras que con su otra mano toca una de mis mejillas, haciendo que nos miremos él uno al otro. Una de mis manos, comienza apretar un poco la tela de su esmoquin en uno de sus hombros y la otra está cogiendo el antebrazo de la mano que acuna mi rostro.
No sé en qué momento mis ojos empiezan a mirar sus labios, como si estuvieran totalmente hipnotizados y por una fracción de segundo veo que él hace lo mismo, haciendo que algo se apodere por completo de mí. Algo que no me permite pensar en nada, algo que hace que al momento siguiente, me abalance a sus labios como si fuera una completa adicta que ya no puede mantener su abstinencia.
En el momento en que nuestros labios se tocan, él ingresa su lengua en mi boca encontrándose con la mía, en una pasión y fiereza desbordada. Llevo tantos días sin sus besos, sin tenerlo cerca, sin estar a su lado, que ya no me pude contener cuando su mano empezó acariciar mi piel como si hubiera extrañado el contacto de mi piel con la suya.
Una de sus manos comienza a hacerse paso entre la tela de mi espalda, empezando a tocar la piel que no hace parte del escote al introducir un poco su mano por la tela al levantarla, provocando que salgan de mis labios un gemido muy inaudible para los demás pero no lo suficiente como para que él no me escuche, porque por un momento mientras nos seguimos besando, siento como él medio se sonríe para luego profundizar más el beso, haciendo que nuestras respiraciones aumenten el ritmo, hasta que llegamos al punto en que nos separamos un momento para poder respirar, aún con nuestras frentes tocándose entre sí. Por un breve instante abro mis ojos y veo a la espalda de Damián, a una mujer de pie muy cerca de nosotros observándonos, es Tatiana y eso es como si me tiraran encima agua fría.
- No... esto no puede ser... esto no está bien... - Comienzo a mencionar al tiempo que me alejo y salgo corriendo, dejando a Damián en la pista de baile.
- Te pasa algo Ale?. - Me pregunta Jake al interrumpir mi marcha por uno de los pasillos.
- Solo que acabo de hacer una estupidez... - Le contesto al tiempo en que detengo a un mesero, le robo una copa de champagne y me la bebo de un solo trago.
- Si... ya veo, mejor le digo a Caroline que esperemos un poco más para irnos...
Lo miro y me doy cuenta de que ya está cambiado de ropa, por lo que de inmediato me imagino que ya se están preparando para irse de luna de miel.
- Por supuesto que no, te vas a tu luna de miel, ya mirare que hago con el desastre de vida que tengo. - Veo que él abre la boca para decirme algo pero me le adelanto.
- Y no está en discusión.
Él cierra la boca, lo cojo del brazo y lo llevo a la puerta por donde va a salir el auto con ellos dos rumbo a la luna de miel. Todos los demás invitados, se acercan para despedirlos en medio de gritos, aplausos y una lluvia de pétalos de rosas, me acerco para darles a ambos un gran abrazo de despedida, deseándoles lo mejor y después veo alejarse el auto con ellos rumbo al puerto para tomar el yate.
Comienzo a sentirme un poco mareada, por lo que hablo con la planificadora de la boda para que termine por hacerse cargo de lo que falta y decido que es hora de irme a casa, pero prefiero irme a pie para que así me dé algo de aire para mi malestar. Definitivamente, no estoy acostumbrada al licor y la última copa me cayó extremadamente mal por la velocidad con que me la bebí.
Mientras camino por las calles de Santorini, me comienzan a doler los pies por los tacones, por lo que decido quitármelos y llevármelos en la mano colgando, quedando completamente descalza y la verdad es que siento un gran alivio y descanso, haciendo que la sensación del suelo en mis pies sea bastante agradable.
Al caminar, aún puedo ver personas caminado por ahí y algunos negocios todavía abiertos, el ambiente que se respira es agradable y muy relajante, haciendo que disfrute de la caminata y más aún, cuando empieza a caer una lluvia veraniega muy refrescante que me da algo de paz. Hasta me parece algo divertido, cuando veo a las personas comenzar a correr para resguardarse mientras que a mí no me importa mojarme.
Finalmente logro llegar a casa después de un paseo algo lento pero bastante gratificante bajo la lluvia, cerrando la puerta a mis espaldas y sonriendo al verme en el espejo que tengo en un guardarropa que está al lado de la puerta, viéndome completamente empapada y con el vestido bastante húmedo y pegado al cuerpo, pensando que definitivamente, yo soy un completo desastre.
De repente, siento como unas manos envuelven mi cintura desde atrás mientras me encuentro totalmente concentrada en escurrir mi cabello y el vestido en la entrada para no mojar el resto de la casa. Me quedo quieta y muy sorprendida, pero en el momento en que comienzo a sentir besos en mi cuello y clavícula, sé que es él, no sé cómo hace para entrar a mi casa como si fuera un ladrón pero antes de que pueda decir algo, él me gira para quedar al frente suyo e invadir mi boca con un beso totalmente apasionado, levantándome inmediatamente del suelo, haciendo que me aferre más a su cuello con mis brazos al tiempo que él pone más presión en mi cintura con sus brazos que siguen rodeándome en un agarre firme, haciendo que mis pies dejen de tocar el suelo para comenzar a mecerse de un lado a otro a escasos centímetros de este como si fueran de trapo.
Cuando vuelvo a recuperar un poco mi cordura y mis neuronas empiezan a funcionar de nuevo, trato de alejar mi boca de la suya pero es algo difícil.
- Qué... estás... tratando de... hacer... Damián?. - Logro decir.
Él deja de besarme y me mira cuando ahora es quien tiene que doblar un poco el cuello hacia arriba para mirarme.
- Alguna vez te dije que nunca más me volvería a quedar con las ganas de besarte y eso es lo que estoy haciendo.
Damián vuelve a besarme hasta que nos quedamos sin aliento.
- Bájame... esto no está... bien. - De nuevo hablo entrecortadamente, tratando de zafarme de su agarre y de que mis pies vuelvan a tocar el suelo.
- Eres mi esposa... y mi mujer... y no estamos haciendo nada malo... por lo que no me pienso detener... menos, cuando te ves tan hermosa... y tienes todo el vestido pegado a cada parte de tu piel por lo mojado que esta, dejándome ver cada curva de tu hermoso cuerpo. - Dice él a medida de que toma bocanadas de aire para poder hablar, haciéndolo de forma más controlada que yo.
Al momento siguiente, nos volvemos a besar y pierdo la noción sobre en qué parte de la casa nos encontramos, solo siento que él me apoya y me sienta en algo que creo que es una mesa, colocándose entre mis piernas mientras me devora los labios con sus besos, provocando que me pierda en ellos y deje de pensar tantas idioteces, ya que él es mi esposo y el hombre al que amo con todo mi corazón.
Mi mente comienza a ponerse en blanco, a perderse con cada una de sus caricias, las mismas que no había dejado de extrañar todo este tiempo. Mis manos viajan de inmediato a los botones de su camisa, ya que al parecer se había quitado el saco de su esmoquin mucho antes de que yo llegara a casa.
Damián, al encontrar la abertura que tiene la falda de mi vestido, pone una de sus manos en mi muslo y comienza acariciarlo de abajo hacia arriba mientras comienza a besarme el cuello hasta llegar a mi escote, al mismo tiempo que con su otra mano, empieza abajarme por el hombro uno de los tirantes del vestido para luego llegar hasta el cierre que se encuentra en uno de los costados, bajándolo lentamente mientras continua castigándome con sus besos. Al hacerlo, Damián se apresura a quitarse la camisa para luego volver a envolverme con sus brazos, haciendo que me arquee hacia atrás mientras centra su atención en el escote de mi vestido, quitando de su camino la tela húmeda que aún está pegada a mi piel. En el momento en que mis senos quedan al descubierto, puedo ver como Damián pasa su lengua por su labio inferior, produciéndome una corriente eléctrica de placer que de inmediato recorre todo mi cuerpo hasta producirme una enorme necesidad al llegar a mi parte intima.
Cuando él succiona uno de mis pezones, no puedo evitar gemir un poco más fuerte, llevándome a sentir tal placer, que mis bragas de encaje comienzan a mojarse. Damián me toma de mis nalgas y me levanta de la mesa en la que me había colocado antes para luego dirigirse a lo que creo que es el centro de la sala, acostándome en la alfombra muy cerca de la chimenea, la cual nuevamente está encendida, pero antes de que me ponga sobre la alfombra, Damián me termina de quitar el vestido en un solo movimiento y bastante rápido para luego estar posicionado encima de mi totalmente desnudo. Yo solo no puedo dejar de verlo, él es perfecto, tiene un cuerpo espectacular, un cuerpo que en este momento es completamente mío y que con el siguiente movimiento me penetra tan profundamente, que ya somos uno solo de nuevo, dando paso a nuestros sonidos llenos de pasión y placer por nuestra entrega, una que se da toda la noche sin control. Es más que evidente, que mi cuerpo lo ha extrañado más de lo que había imaginado y que el problema ahora, era como iba hacer para estar de nuevo sin él después de esta noche en la que fui totalmente débil y en la que me encuentro completamente perdida sin pensar en nada más, solo en lo mucho que lo amo y que cada segundo que pasa, él me vuelve hacer completamente suya, su mujer... una y otra vez hasta que ya no podamos más...