PUNTO DE PARTIDA
El pasado siempre vuelve incluso en sueños.
Un joven se encontraba tomando una siesta, pero por su estado se podría decir que era más bien una pesadilla desagradable.
—¡Mhm! —
Se quejaba de dolor.
—¡Dan! ¡Dan! Aparece ya, chico. ¡Dan! —
Por otro lado, se encontraba un hombre buscando al joven.
—¿En dónde rayos estará? —
El hombre buscó y buscó hasta finalmente encontrarlo.
—¡Ahí estas, Dan! —
—¡Mhm! —
—¿Dan? Oye ¡Dan! —
El chico se quejaba aún más por su pesadilla.
—¡Dan, despierta! — gritó el hombre.
El chico se quejó mientras se despertaba de golpe de su sueño.
Su pecho se encontraba tapado con emociones sofocantes que a penas y lo dejaban respirar.
—Dan ¿Te encuentras bien? —
Él parpadeo un par de veces y su sentido de la realidad volvió lentamente.
[—Sí. Estoy bien, ahora. —]
Y mediante lenguas de señas le afirmó su estado.
´De ahora en más este símbolo [] será lo que se dice en una comunicación de lengua de señas´.
—Es bueno saberlo. Me asustaste, sabes. Pero bueno es hora de volver al trabajo, andando el jefe espera. —
***
CANTINA ´EL OLVIDO´
El profundo olor a alcohol y colillas de cigarro no podían faltar en una cantina, después de todo.
—Hey, Dexter. Al fin estas de vuelta, ven aquí ahora. —
Se escuchó la dulce voz de una linda chica pelirroja, que al igual que su cabello resaltaba sus brillantes ojos verde lima.
Siendo parte de los Barman.
´´Dexter. Su labor constaba en ser mesero y el encargado de bodega. ´´
—Oh. ¿Tanto me extrañabas, Tess? — dijo Dexter embobado con la belleza de la pelirroja.
—Para con eso. Has tardado tanto que ahora hay muchas bebidas por entregar. Apresúrate. —
—Es enserio. — Se quejó Dexter. —Te recuerdo que, si me fui, fue por su culpa. —
Dexter señaló a Dan.
—¡Dan! — La chica se acercó a él abrazándolo. —¿Te encuentras bien? Estábamos preocupados por ti, como desapareciste de pronto. —
Dexter indignado se dirigió de mala gana a las mesas con las bebidas.
[—Estoy bien, solo tenía un poco de sueño. —] respondió el chico con sus manos.
—Pero… —
—Dan. — Una voz bastante grave y formidable resonó desde atrás. —Ven aquí. —
Era el jefe de la cantina.
—Jefe… es bueno verlo. Dan como todos está haciendo un gran trabajo. — comentó Tess.
El jefe de la cantina era un hombre alto y corpulento. Que tenía una voz fuerte al igual que una mirada intimidante.
Sus ojos se movieron en una suave curva. No fue difícil leer lo que estaba pensando.
Tess solo agachó la mirada y Dan obedeció su orden.
—El trabajo espera Tess, vuelve ahora. —
—Si, señor... —
Y ambos desparecieron detrás de una puerta.
—No deberías preocuparte, Tess. Él estará bien, después de todo, es Dan. — dijo Cristhian.
Otro miembro del barman.
Quien se había mantenido al margen todo este tiempo.
—Lo sé… — respondió Tess.
***
Al llegar a la oficina del jefe, él habló.
—¿Cómo has estado, hijo? ¿Cómo van los estudios? —
Preguntó mientras se sentaba en su escritorio.
[—Hasta ahora va todo bien, jefe. Pero… ¿Por qué me has traído hasta aquí? —]
—Dan he escuchado que desapareces con frecuencia del trabajo. ¿Qué ocurre? ¿Es demasiado para ti? Si es así quiero que sepas que no es necesario que lo sigas haciendo. Yo… —
[—¡Detente! Puedo manejarlo, soy capaz. ¿Comprende? —]
SNIF
Suspiró con fuerza el jefe ante la respuesta del chico.
—Supuse que me dirías eso, después de todo tu siempre has sido así, Dan. — El jefe se levantó de su asiento y observó un cuadro de pintura con una pareja y dos niñas. —Aun así, quiero q te tomes dos días libres a partir de mañana. ¿Está claro? —
[—¡Pero, jefe! —]
—¡Es una orden! Dan. —
Los ojos del chico se sacudieron ligeramente y respondió.
[—Entendido… —]
—Ahora puedes regresas a tu trabajo, ve. —
El bullicio de la cantina envolvió al chico al salir de la oficina.
Esa noche estaba llena hasta el tope.
Dan era el encargado de la administración del lugar, pero por su cuenta también se ocupaba de la limpieza en general.
La noche trascurrió llena de trabajo.
***
Al día siguiente.
Nuevamente en la noche se volvió a abrir la cantina, pero esta vez Dan no fue por orden del jefe.
—Mhm. ¿Esta vez no vendrá el chico? — preguntó Dexter.
—Por supuesto es muy joven y últimamente se ha saltado muchas horas de sueño. Ya era hora que descansará. — declaró Tess.
—Tu como siempre defendiéndolo, Tess. —
—Claro, el chico estudia en el día y en la noche viene a trabajar, además apenas tiene catorce años. Eso es explotación. ¿Lo sabias, idiota? —
—Oh. Te ves tan linda cuando te enojas. ¿Ya te lo había mencionado, Tess? —
Enfadada por el comentario fuera de lugar de Dexter, Tess lo golpeó en la cabeza con uno de los vasos que limpiaba del mostrador.
—Ustedes dos, deténganse justo ahora. —
Con la exclamación de Cristhian ambos se detuvieron de golpe.
Tanto su voz como su porte eran similares al jefe.
Poco después volvió a hablar.
—Por cierto. ¿Dónde está Andrew? Lo necesito en este momento —
—¡Aquí! Dime ¿Qué es? — habló Andrew, uno de los trabajadores de la cantiga.
—Necesito que te encargues de comprar más bebidas de alta calidad ahora. Nos harán falta desde ahora. —
—¿Bebidas de alta calidad? ¿Por qué? — preguntó confundido.
—¿No lo has notado? — Cuestionó Cristhian y al no recibir respuesta continúo. —Desde hace ya varios días miembros del top y cazadores han estado visitando la cantina, Dan fue quien se percató. —
—Ya veo. — respondió Andrew.
Había un leve rastro de ira contenida en su voz, Cristhian lo notó, pero no le dio importancia.
—Por ende, desde ahora en adelante tengan cuidado con sus palabras, ya saben cómo son esos tipos y más los reyes. —
***
Llegada la noche.
La cantina abrió sus puertas y como cada noche se llenó rápidamente.
Pero esta vez unos invitados inusuales llegaron.
—Chicos. Invitados especiales. — se dirigió a todos, Theo Harris, un hombre mayor, el encargado de la seguridad y recibimiento a la cantina.
Un ambiente de suspenso intenso apareció en cuanto ese grupo colocó sus pies dentro de la cantina.
Lo que todos sin excepciones notaron rápidamente.
Contando con un total de quince personas entre ellos, dos Reyes, una mujer y un hombre; tres miembros del Top Tres y el resto cazadores.
Los cinco principales se sentaron en todo el largo de la barra. Mientras que los demás los rodearon manteniendo una distancia prudente.
Lo que hizo que un escalofrió recorriera la espalda de ambos chicos. Tanto de Tess como de Cristhian que se encontraban allí.
En cuanto uno de ellos estaba por abrir su boca el jefe apareció.
—Bienvenidos. ¿Qué les puedo ofrecer? —
Un alivió sutil se efectuó en el rostro de los chicos detrás de él.
Al mismo tiempo que uno de los Reyes miró al jefe con ojos ilegible antes de formar una sonrisa.
—¡Danos tu mejor licor, cantinero! —
El jefe solo asintió, en lo que se dirigía a Tess y Cristhian con un leve gesto, para calmarlos.
Al tener en sus manos la bebida, se las ofreció a todos los recién llegados.
—Es extraño. — dijo la mujer luego de beber su vaso de licor.
—¿Qué es? — preguntó uno de los Reyes.
—Que esta pocilga tenga tan buen licor. —
—Tienes razón. — afirmó otro luego de tomar su último trago.
—Pienso igual. — respondió el jefe.
La expresión de los reyes se convirtió en algo desagradable.
—¿A qué te refieres, cantinero? —
—¿Lo extraño? Saben bien a que me refiero. ¿Qué es exactamente lo que quieren ustedes en una pocilga como esta? —
Los ojos del primero se estrecharon en una rendija.
—Vaya, al parecer fuimos muy obvios. ¿No? —
—Seria hasta normal ver a tus hombres merodeando por aquí. Pero ustedes, eso lleva esto a otro punto. ¿Qué es lo quieren? Díganlo y márchense. —
—¡Que descortés! ¡¿Cómo te atreves?! — gritó un cazador sacando su daga.
Y con una sola mirada de la mujer siendo uno de los Reyes, el hombre se detuvo y calmó su colera agachando su cabeza.
—Bien. Te lo diré, cantinero. Este lugar es muy trascurrido ya sabes, por eso, estoy interesado en este y tus otros negocios. Véndemelos o al menos asóciate conmigo. Y ganaras tanto como quieras… —
No pudo terminar de hablar ya que el jefe lo interrumpió.
—No. —
El hombre quedó algo sorprendido. —¿No? — preguntó.
—¿Crees que soy estúpido? Sé bien el por qué me propones esto. —
Los ojos de todos los llegados se sacudieron ligeramente.
—Capricornios. — Murmuró el jefe. —Vete ya, no estoy interesado en esa clase de negocios. —
—Que astuto, pero deberías pensarlo… —
—Vete, ahora. — su voz sonó bastante enfadada.
El rey solo se encogió de hombros.
Y sin decir una sola palabra más, tanto los reyes como sus demás acompañantes se marcharon del lugar. No sin antes dejar una pequeña tarjeta en el mesón.
Que poco después desapareció.
Alguien la había tomado.
—¡Jefe! ¿Se encuentra bien? — hablaron todos los chicos a la vez.
—Estoy bien, continúen con su labor. — Y se dispuso a irse, pero antes dejó una firme orden. —Si llega a parecer otro como ellos me lo hacen saber de inmediato. ¿Está claro? —
Lo que hizo que Tess sintiera un miedo sutil.
—Si, señor. — respondieron en una sola voz.
Poco después, el ambiente poco a poco se fue normalizando para finalmente la noche trascurrir con naturalidad.
Mientras tanto el jefe regresó a su casa.
Abrió lentamente una de las habitaciones que más bien parecía un departamento y observó a su pequeño hijo, Dan, durmiendo profundamente en su cama.
Había una expresión de impotencia en el rostro del jefe.
Luego de unos minutos decidió marcharse.
En cuanto Dan, volvía a tener pesadillas desagradables sobre su pasado.
***
Al otro día.
A pesar de las pesadillas sin fin que tuvo la noche anterior, Dan se levantó con normalidad, tener pesadillas constantes ya se había convertido en algo cotidiano.
—Buen día, hijo. ¿Vas a desayunar? — preguntó el jefe.
[—No, jefe. Tengo prisa, nos vemos después. —] respondió.
Y se marchó.
Dan se centraba en sus estudios y en su deporte favorito la defensa personal durante el día, al igual que buscaba la manera de ayudar en la cantina durante la noche.
Aunque el jefe le había ordenado descansar durante dos noches seguidas.
Esa noche Dan no obedeció, prefería trabajar a tener esas molestas pesadillas sin cesar mientras dormía
En cuanto entró a la cantina.
Tess fue la primera en notarlo.
—¿Dan? Oh. ¡Volviste! — Y corrió a saludarlo abrazándolo. —Espera… el jefe ordenó que descansaras por dos días seguidos, no puedes estar aquí. Debes irte. —
[—Estoy bien, Tess. No me iré. —]
—Pero… —
No pudo terminar.
Un mensaje entró en sus oídos junto con un sentimiento de inquietud. —Chicos. Tenemos visita. — habló Theo, el de seguridad.
Unos invitados habían llegado.
—Dan vete a aquel lado y prepara unos cuantos cocteles para las mesas del fondo. Yo me haré cargo de este lado. ¿Entendido? — dijo agitada la chica.
Él estaba por decir algo solo para terminar guardando silencio y obedeciendo.
—Bienvenidos. ¿Qué les gustaría ordenar? — preguntó la chica.
Esta vez los invitados solo era la mujer que había llegado la noche anterior y unos cuantos cazadores a su protección.
—Lo mismo de siempre. — Respondió la mujer en lo que observaba en todas direcciones. —Por cierto. ¿Y tú jefe? —
—No se encuentra, sepa disculparnos. Esta noche la atenderé yo, Madame. —
Levantando una de las comisuras de sus labios y comentó.
—No. Quiero que lo haga él. —
Dirigió su dedo apuntando hacia Dan.
—Pero, Madame… —
Y casi de inmediato un aire amenazante se derramó sobre Tess.
Lo que la llevo a tragar saliva abruptamente, aun así, estaba por decir algo cuando Dan le colocó una mano sobre su hombro.
Y atendió el pedido de la mujer.
Dan le ofreció una corta reverencia.
Ella habló. —Prepara cocteles para mí. —
Y el chico los hizo, realizó unos cuantos.
En cuanto los tuvo, los alineó frente a ella para que escogiera el que mejor le parecía, al hacerlo le exigió a Dan que se lo brindará frente a ella.
Eso le pareció algo completamente innecesario, sin embargo, obedeció, pero en el momento que la mujer probó el coctel su rostro efectuó una expresión de desagrado total.
—¡¿Qué es esta porquería?! ¡Que asco! Esto es una completa basura. — gritó.
Al mismo tiempo que lanzaba la copa que tenía en su mano hacia los pies de Dan al igual que todas las copas de cocteles en esa misma dirección, provocando un desastre brutal.
—Que falta de respeto, has hecho que mi paladar sufra un repulsivo momento. ¡Discúlpate ahora, infeliz! — continúo la mujer.
Una furia interna burbujeaba en la retina de Dan mientras sus brazos y piernas sangraban lentamente por los cortes provocados de los vidrios rotos.
—Dan. ¿Estas bien? ¡Dan, dime algo! — dijo inquieta Tess al observarlo en ese estado.
Por otro lado, la mujer al ver la mirada indiferente de Dan enfureció aún más.
—Tu… —
Lo que la llevo a balancearle frente al chico e intentar abofetearlo, pero Tess se interpuso y recibió el fuerte golpe en su lugar.
¡PLAF!
Al ver la reacción de la chica, la mujer se enfureció aún más.
—¡Tonta! Quien te dijo que te entrometas. — habló la mujer histérica.
Dan contenía una expresión de impotencia e ira al ver a Tess con el rostro rojo y su labio partido sangrando. Los demás corriendo hacia el lugar y desesperados no sabían que hacer.
A pesar de eso la mujer no estaba satisfecha y pretendía esta vez sí golpear a Dan.
Pero en ese momento, el chico se mantuvo firme para recibir de lleno la abofeteada.
Sin embargo, cuando ella lo intentó, una mano fuerte y corpulenta detuvo en seco su acción.
Era el jefe.
Una imagen fría parpadeó en su retina y su rostro mostraba un enojo gigantesco al notar las heridas de Dan mientras continuaban goteando sangre.
—Tú… — el jefe entrecerró los ojos y la fulminó con la mirada. —¿Qué demonios estás haciendo en mi cantina? —
—Como te atreves. ¡Suelta mi mano, cantinero! Me lastimas. ¡¿Quién rayos crees que eres?! — gritó la mujer.
Y casi de inmediato todos los cazadores sacaron sus armas y se pusieron en modo ataque apuntando hacia el jefe.
El jefe aun sosteniendo fuertemente la muñeca de la mujer continúo. —Eso mismo te pregunto a ti. ¿Cómo te atreves a lastimar a mi hijo en mi cantina? Acoso ¡¿Quieres morir?! —
La mirada de la mujer se horrorizó.
—Un paso más y le rompo la muñeca junto al brazo entero. — se dirigió el jefe hacia los cazadores. —
—¿Acaso pretendes...? ¡Olvidas quien soy y a que rango pertenezco! — Tartamudeó la mujer.
Furia pura era tan clara de ver en los ojos del jefe que ella no pudo evitar dejar de respirar.
Finalmente, el jefe soltó su agarre. —Vete y nunca más vuelvas a este lugar. Tú y tu gente lo tienen prohibido desde ahora. —
—Qué clase de mierda es esa. Tú… —
—Si no quieres que tu reputación se desplome aún más, Reina. Vete ahora. —
Humillada y furiosa la mujer tomó sus cosas y se marchó de la cantina al igual que sus cazadores.
Al voltear hacia Dan, el jefe se acercó con rapidez.
—Dan, tus heridas. Debemos curarlas de inmediato. —
El chico no dijo nada, en su lugar miró a Tess que aún se mantenía sosteniendo un lado de su rostro con la mirada en el suelo.
El jefe la observó con ojos críticos antes de abrir su boca.
—Tess… — Su expresión se endureció. —Querida, ven conmigo. Curaremos tus heridas también. —
Ella asintió y agarró la mano del jefe, Dan los siguió.
Los demás también querían ir con ellos, pero el jefe les ordenó que mantuvieran sus lugares en la cantina y ellos aceptaron a pesar de no querer.
***
Ya en la oficina.
El jefe preparó compresas y alcohol para las heridas de ambos chicos.
Primero se encargó de Tess, su labio estaba roto e hinchado al igual que una gran parte de su rostro.
—¡Mhm! —
La impotencia se apoderaba del jefe en cada gemido de dolor de la chica al limpiarle sus heridas.
Llegado el momento del turno de Dan.
El jefe comenzó a limpiar sus heridas, pero él ni se inmuto.
Sus cortes eran por los vidrios que habían caído al suelo y se habían dispersados por el impacto, hiriendo su piel.
—¿Dan? — se dirigió el jefe al chico, pero no tuvo respuesta.
Él se encontraba sumido en sus pensamientos.
Ahora recordaba su pasado nítidamente y como hace seis años había llegado hasta las puertas del jefe.
Donde lo adoptó y crio desde entonces.
Su objetivo….
La expresión en la cara de Dan se hundió en su punto más frio.
(—Es verdad, yo tenía un objetivo ¿Cómo pude olvidarlo? No debería perder más tiempo. Es hora de ponerme en marcha. —) pensó.
Sus ojos se habían vuelto aún más fríos.
En cuanto el jefe terminó de curar sus heridas, Dan se puso de pie y le dio una leve reverencia y agradeció en lenguajes de señas por su ayuda.
Fue hacia Tess y se arrodilló frente a ella mientras tenía su mirada en el suelo.
Luego con señas se disculpó de todo corazón, por su culpa ella había terminado tan mal herida.
Tess se balanceo y le dio un fuerte abrazo antes de abrir sus labios adoloridos. —Todo está bien, Dan. No fue tu culpa. Lo haría una y otra vez con tal de que no sufras este tipo de cosas, sabes. —
El shock sacudió su corazón, pero lo soportó.
Mas tarde se marchó de la cantina.
Entonces desde ese día, Dan cambio por completo.
Habló con el jefe para arreglar sus horarios de trabajo nocturnos, lo que al jefe le pareció algo extraño, aun así, lo dejó pasar por el reciente incidente que presencio.
Luego de un par semanas, Dan había elaborado un plan.
Y esa noche la puso en marcha.
Se dirigía al punto de partida.
***
La noche era tan fría que su aliento empañaba el vidrio de la ventana del autobús.
(—Un Deja vu… —) pensó Dan.
Luego de varias horas finalmente había llegado la clínica de su pasado.
No pretendía entrar como se debería hacer, el chico buscó otra manera de hacerlo, subió en los tejados de las demás casas, unas abandonadas y otras habitadas.
Se colocó en un punto ciego y esperó pacientemente una breve abertura para escabullirse hacia dentro de esa clínica.
Si bien, no recordaba con exactitud porque no había vuelto allí desde hace años y tampoco había observado con atención cada parte de ese lugar, sabía que había una forma silenciosa de entrar.
La hubo.
Fue exactamente el momento donde los enfermeros se deshacían de los restos inservibles de los que murieron en el proceso de adaptación.
Golpeó al último que había salido y tomó su lugar.
Entonces al adentrarse en ese lugar notó como este no tenía mucho personal como en el pasado.
Poco después fue directamente hacia donde quería llegar.
Al acercarse a la puerta de una oficina, pudo ver que la persona que estaba buscando se encontraba precisamente allí.
Poco a poco fue abriendo su boca, hace tiempo que no había usado su verdadera voz. Le era difícil.
—Buenas noches, Dr Kallet. —
La luz apenas iluminaba el área.
El doctor confundido y emocionado al observar la figura de la persona que lo había llamado, respondió.
—¿Cristal? ¡¿Eres tú, Cristal? —
PUFF
Un resoplido burlón se escuchó.
—Se nota que no superaras a mi madre jamás, Doctor. —
Los ojos del Dr Kallet temblaron de inquietud.
—¿Quién eres? — preguntó.
Finalmente, su rostro fue revelado. La niña pequeña de años atrás había vuelto.
—Dalia… Kaminari. — respondió a si mismo su pregunta.
…