EN MARCHA
Ese lugar como toda clínica tenía un ambiente bastante frio y distante.
Una ligera brisa entró en las fosas nasales del Dr. Kallet dificultándole el habla.
—Dalia… pensé que estabas- —
—Muerta. — Dalia lo interrumpió. —Lo supuse. Cualquiera lo pensaría así. —
Y mientras lo decía, caminaba y observaba detenidamente aquella oficina.
Su presencia llevó a que el doctor abriera con cautela sus labios.
—¿Qué es lo que te ha traído hasta aquí? —
Aún en movimiento la chica continúo.
—Mi madre. ¿Qué sabes de ella? Fui a casa en D´Mell, pero… —
—Tyler es un cazador ahora, lo sabías. — respondió.
Al escucharlo una ira fría llenó su rostro.
El doctor sonrió. —¿Sorprendida? —
—No. — Lo fulminó con la mirada. —Te pregunté por mi madre, sabes de ella o ¿No? —
—Bien. Bien. Te lo diré… — El doctor dio un leve suspiro. —Poco después de tu desaparición, Cristal enfermó gravemente. —
Un miedo sutil se reflejó en el iris de Dalia. —¿Qué enfermedad? —
—Un tumor, poco visto. —
Su voz se volvió temblorosa. —Acaso ella… —
—No. —
Al decirlo, la chica respiró con normalidad.
El doctor continúo.
—Tyler la trajo conmigo de inmediato y logramos salvarla, aunque con mucha dificultad, luego necesitaba un tratamiento de recuperación donde tú hermano tendría una enorme deuda con esta clínica, pero el muy astuto en poco tiempo se volvió un cazador y tuvo suerte que hasta un Capricornio joven capturó. —
La chica se mantenía en silencio atenta a sus palabras.
—Llegó aquí y pagó toda su deuda con intereses incluidos, no sin antes agredir a mi personal médico y a mí. No sé cómo, pero logró que la demanda que tenía mi clínica bajara a niveles críticos. Y por su parte tuvo tanta suerte que con el paso del tiempo a capturado tantos capricornio que se volvió uno de los mejores. Maldito mocoso. — dijo esto último entre dientes.
—Fue así... pero ¿Tienes alguna idea de donde se encuentra mi madre justo ahora? —
—Kratos. Es lo más probable. — dijo el Dr. Kallet con firmeza. —Bien si eso es todo, vete ya. —
—No. También vine a buscar información de este lugar, que solo tú puedes darme. —
—¿De qué estás hablando? —
—Dame todos los documentos de las personas que lograron salir con vida luego de una adaptación. —
—¿Qué? ¿Acaso enloqueciste? Esa es información confidencial, jamás te la daría. Te dije sobre tu madre solo por consideración. No te confundas. —
—Seguirá siendo confidencial, pero en mi poder. Entrégamela —
Entonces el doctor enloqueció de irá.
—¡Vete de aquí antes de que pierda la paciencia mocosa o te aseguro que te entregaré a los cazadores yo mismo! Al menos así obtendría lo que tú estúpido hermano me hizo perder durante años. —
La chica se burló ligeramente en su cara.
—Hazlo. De paso te entregaría también Dr. Kallet. —
—¿Qué dices? —
—¿Acaso crees que no lo sé? Todos aquí, tu personal médico y tú incluyéndote, son capricornio. O ¿Por qué a pesar de recibir todo el tiempo docenas y docenas de personas de ese signo jamás los denunciaron? ¿Eh? Venga responde. —
El hombre quedó paralizado y atónico ante sus palabras.
—¡Lo que dices no son más que blasfemias! — gritó.
—Ah ¿Sí? Entonces llama a los cazadores ahora. —
Esa respuesta lo llevó a tragar saliva abruptamente.
—Dame lo que quiero y este secreto se mantendrá así… en secreto. —
Ya arto de todo el doctor gritó.
—¡Te dije que te largaras de aquí, mocosa! —
Mientras estiraba su mano para agarrar el cuello de Dalia.
Pero…
En ese instante ella, con ambas manos presionó astutamente puntos quiebre de su brazo desviando su agarre.
Casi al mismo tiempo con su pierna golpeó la parte trasera de las piernas del doctor haciendo que perdiera el equilibrio y cayera de rodillas al suelo.
Sin limitarse Dalia le hizo una maniobra de presión en el brazo, dando la sensación de estar a punto de quebrárselo causando un dolor indescriptible.
—¡Ahh! — se quejó el doctor. —¡¿Qué demonios, Dalia?! —
—Entrégame lo que te pedí y podrás salvar tu brazo, doctor. —
A pesar de la presión el doctor se mantuvo callado resistiéndose ante el dolor.
—Vaya, veo que un ratón te ha comido la lengua. Entonces no importará si lo rompo. ¿No? —
CRAFT
Resonó un crujido de algo a punto de hacerse pedazos.
—¡Maldita sea! ¡Para, para! Te lo diré. ¡Te lo diré! —
—Hazlo. —
En ningún segundo Dalia soltó el brazo del hombre.
—Maldición. Lo que quieres está en mi computadora. ¡Suéltame ya! —
—Te olvidas la contraseña, doctor. —
—Es… — casi sin poder hablar por el dolor logró decirlo. —Está en mi carnet de identificación que cuelga de mi cuello. ¡Joder! Suéltame ya. —
Dalia le soltó el brazo, pero en cuanto el doctor volteó furioso a verla, ella agarró su cabeza y la estrelló contra la pared rompiendo su frente, nariz y boca que quedaron sangrando.
Sin perder más tiempo, tomó el carnet y se apresuró hacia la computadora con una memoria portátil en mano para sacar toda la información posible.
Dalia no era experta en cosas sobre tecnología, pero se había preparado lo suficiente para al menos está vez obtener lo que buscaba.
***
Luego de mucho tiempo.
Una enfermera apareció en la oficina del doctor.
Al verlo tendido en el piso, gritó. —¡Ahh! ¡Dr. Kallet! —
En ese momento poco a poco el hombre fue recobrando la conciencia.
—¿Qué? ¿Qué fue lo que pasó …? ¡¿Dónde rayos está ella?! ¡Dime! — le gritó a la enfermera.
—No sé de qué está hablando doctor. Cuando llegue estaba solo. ¡Ay, no! Mire su rostro, está muy herido. —
Sin importarle más nada el doctor corrió hacia su computadora solo para verificar sus sospechas.
Dalia había robado toda la información que vino a buscar.
—¡Maldición! ¡Maldita mocosa! — gritó eufórico.
***
Mientras tanto Dalia.
Ella se encontraba de camino a ´Kester´ su ahora hogar.
*Una de las tres ciudades más importantes donde se asentó fuertemente la ley de los signos zodiacales.
Kratos
Kingston
Kester
Cabe recalcar que estos nombres son solo apodos que han tomado grandes áreas del continente que se unificaron con estas denominaciones. *
La oscuridad de la madrugada era tan fría que el respirar era pesado.
En cuanto Dalia pisó su habitación corrió a la cama descalza para entrar en calor.
Así con la vista en el techo, levantó uno de sus brazos y observó la memoria portátil en su mano.
—Esto apenas empieza... — murmuró sonriendo.
***
A la mañana siguiente.
Esta vez siendo Dan, se apresuró con su mochila en hombros a bajar al comedor ya que estaba a punto de marcharse a sus estudios.
El jefe se encontraba preparando el desayuno.
Y en el momento que notó la presencia del chico, habló.
—Buenos días, Dan. Tu desayuno está listo. Siéntate. —
[—Buen día, jefe. Gracias. —] respondió con lengua de señas.
Ambos quedaron frente a frente en completo silencio mientras desayunaban.
En el momento que Dan estaba por marcharse, el jefe se dirigió a él de nuevo.
—Dan. Te tengo una pregunta. —
El chico quedó confundido, pero asintió ante sus palabras.
—¿Por qué volvías recién a tu habitación hoy en la madrugada? —
Sus ojos se movieron ligeramente.
El jefe continúo. —Ayer estuve hasta tarde en la cantina haciendo varias cuentas, pero el sueño pudo conmigo y me quedé dormido, sin embargo, después desperté tarde en la madrugada y decidí volver a casa. Entonces te vi entrar a tu habitación a esa hora. Explícamelo, por favor. —
El chico se mantuvo en silencio por un par de segundos hasta que finalmente pudo responder.
[—Yo he tenido mucho insomnio últimamente, por eso anoche decidí salir a tomar aire y mirar las estrellas en el tejado, pero… perdí la noción del tiempo, jefe. Discúlpeme por favor. —]
—Es así… ya veo Dan, pero no lo hagas más. No olvides que vivimos en los suburbios y podría ser muy peligroso para alguien tan joven como tú. Todo puede pasar y yo no podría ayudarte. ¿Lo entiendes? —
[—Si… —]
—Bien. Puedes marcharte Dan, se te hace tarde. Nos vemos esta noche en la cantina. —
Dan solo asintió y se fue rápidamente.
El jefe por su lado dio un gran suspiro llevando su cabeza hacia atrás mientras estaba sentado.
Sabía que algo no concordaba.
***
Tarde en la noche.
La cantina ´EL OLVIDO´ abrió sus puertas.
—Esta noche hay más personas que lo normal. ¿No lo crees, Tess? — preguntó Dexter.
—No te sorprendas, es viernes. — respondió Tess.
—Es así, Tess. Tienes razón. — habló desde el fondo Andrew.
Ella no respondió en su lugar mostró una sonrisa radiante en su rostro sonrojado.
Dexter se frotó el cuello con una expresión de disgusto.
—No lo puedo creer, enserio… — murmuró.
Cristhian se dio cuenta de todo mientras se encontraba en silencio.
—Tranquilo, Dexter. Ella solo está siendo agradecida con Andrew, es todo. —
—¿Crees que soy estúpido? No bromees quieres. Esa noche… yo también me preocupé por ella cuando ocurrió el incidente, incluso más que Andrew, pero… ahora su corazón le pertenece. — respondió con ira Dexter en voz baja.
Sin decir más, Cristhian le dio un par de palmadas en el hombro a Dexter antes de continuar con sus labores.
En ese momento llegó Dan.
—¡Dan! — gritó Tess al verlo y corrió a abrazarlo. —Mi pequeño camaleón. Finalmente has aparecido, te extrañé. —
[—¿Camaleón? —] preguntó confundido Dan.
—Si, camaleón. Apareces y desapareces sin ser notado, jovencito. —
Se burló.
—Ustedes dos. —habló fuertemente Cristhian poniendo orden a todos.
De inmediato ambos reanudaron sus tareas.
La noche trascurría normal como siempre, hasta que llegó el jefe a la cantina y enseguida llamó a Dan a su oficina.
—Dan, te traje a aquí porque necesito que de ahora en adelante te encargues de un asunto importante. —
Se acercó a un estante de libros y archivadores.
[—¿Qué es? —] preguntó el chico.
—Quiero que vayas personalmente a las demás cantinas de mi propiedad y verifiques los datos que me han llegado hasta el momento. Es importante. ¿Puedes hacerlo? —
[—¿Estás seguro de encomendarme esa tarea, jefe? —]
—Eres en quien más confío, Dan. Además, sé de tu gran capacidad administrativa. Entonces, dime. ¿Lo harás? —
Dan se encontraba un poco dudoso.
—si necesitas ayuda en esto, puedo enviar a Dexter como tu ayudante. —
[—No. No es necesario, jefe. Puedo hacerlo solo, no te preocupes. —]
—Bien. Ten será tu carnet para entrar y salir de esos lugares sin ningún problema. Entonces empezaras a visitar esos lugares a partir de esta semana. ¿Entendido? —
Como respuesta Dan asintió ante sus palabras.
—Entonces puedes volver al trabajo, hijo. —
***
Llegada la madruga poco antes de ser hora de salida de los trabajadores, Dan nuevamente había desaparecido.
—¿Y Dan? — preguntó Tess.
—Ay no. Ese tipo nuevamente a desaparecido, no puedo creerlo. Ya vuelvo, lo buscaré ahora. — respondió Dexter.
—No te preocupes lo haré yo, Dexter. Continúa mi parte, por favor. —
Lo detuvo y fue en su lugar.
Luego de buscar ya por varios y varios minutos, a punto de cansarse, la chica logró encontrar a Dan.
Él se encontraba profundamente dormido en un pequeño espacio cerca de la bodega.
—Dan… — Suspiró Tess. —Te llevaré hacia la zona de descanso, camaleón. —
Primero trató de estirar sus pies para intentar levantarlo, pero al hacerlo lo único que logró fue quitarle el zapato al igual que dejarlo sin su calcetín. Y casi caer de espalda por el impulso.
—Uff. Casi no la cuento…Eh. Dan. ¿Qué es eso en tu pie? — dijo asustada al ver como algo sobresalía en su pie.
Lo que se le vino a la mente fue que era algún insecto peligroso y se lo quitó lentamente con miedo de cualquier cosa.
Sin embargo, lo que descubrió la dejó desconcertada.
Dan era un capricornio.
Cuando despertó el chico, Tess aún se encontraba allí. Había esperado hasta que el finalmente abriera los ojos por sí mismo.
[—Mhm… ¿Tess? —] balbuceó Dan aún un poco adormitado.
Hasta que se dio cuenta y se levantó de golpe.
[—Tú… ¿Desde qué momento te encuentras ahí, Tess? —]
—Hace poco, no te preocupes. Estaba preocupada por ti y decidí buscarte. —
[—Yo lo siento, solo me sentía un poco cansado. —]
—No te preocupes, ahora es momento de regresar. Ven, andando. —
Ambos se dirigieron al centro de la cantina y terminaron sus labores.
Ya en el momento de retirarse.
Tess observó compasivamente a Dan mientras el chico se alejaba acompañado del jefe.
***
Pasaron un par de días.
Y Dan debía encargarse del nuevo trabajo que el jefe le había ordenado exclusivamente a él.
—¡Alto! ¿Quién eres? — habló uno hombre del personal de seguridad del lugar.
El chico sacó el carnet y se lo mostró.
—Ya veo, eres quien mandó el jefe. Sepa disculparme, entre por favor. —
Dan solo asintió y se marchó hacia la primera cantina que había llegado.
Así fue con todos los lugares que visitó por orden del jefe.
Se turnaba los días que visitaba estos lugares ya que empleaba su tiempo nocturno entre hacer sus propios planes, estudios y descansos.
Además, que estos lugares se encontraban muy lejos de su casa y debía siquiera pasar dos días fuera.
Esa noche decidió quedarse en la cantina ´EL OLVIDO´ en lugar de viajar a otro lado.
Tanto Tess como Dan se encontraban limpiando los vasos y utensilios a utilizar esa noche en cuanto se abriera la cantina, cuando de pronto la chica se le acercó al oído y susurró.
—Dan, te contaré mi secreto. —
El chico extrañado solo se quedó paralizado mientras Tess continuaba hablando.
—Soy un capricornio… pequeño camaleón. —
Dan levantó lentamente la cabeza y descubrió a Tess observándolo con una mirada y sonrisa resplandeciente.
—Increíble. ¿No? Guardarías mi secreto, por favor. — continúo ella.
Por su parte, el chico había quedado sin habla literalmente.
Y para finalizar su confesión, casi al mismo tiempo Tess le dio un tierno beso en la frente, para luego seguir laborando.
Dejando al chico con varias encrucijadas en su mente en ese momento.
***
Unas semanas después.
Dan y Tess se habían vuelto un poco más cercanos que antes.
Él siempre estaba pendiente de ella y buscaba que en ningún momento se sintiera desprotegida.
Pero esa noche.
—Todo está bien, Dan. No te preocupes. ¿Sí? Mi pequeño camaleón gracias por todo. Ve con cuidado yo estaré bien y regresa pronto, por favor, te estaré esperando. —
Dan debía marcharse hacia las otras cantinas ya que hace varias semanas que había dejado de visitarlas por Tess.
[—Cuídate en mi ausencia, volveré pronto. —]
—Señor. Si, señor. —
Se burló Tess.
Entonces el chico se marchó.
Desafortunadamente, Tess no solo confesó su mayor secreto a Dan.
Esa noche decidió confesárselo a alguien más.
—Andrew…. — dijo Tess llamándolo.
—Si, dime Tess. — respondió
—Podemos ir juntos a tu casa al terminar el trabajo, tengo algo que quisiera contarte. —
—Mhm… está bien. —
Al otro lado de la cantina se encontraba Dexter y Theo el guardia.
Dexter apretó sus dientes haciendo un ruido estremecedor.
—Es más que obvio el interés de Tess hacia Andrew. Deberías olvidarla Dexter. No insistas. —
—Ya lo sé, no necesito tus concejos. —dijo furioso y se marchó.
En la mañana siguiente.
En cuanto se terminó las horas laborales, Tess y Andrew se marcharon juntos.
El departamento de Andrew quedaba cerca de la cantina, a unas cuantas cuadras.
Luego de unos largos minutos llegaron al lugar.
—Entra por favor, Tess. — dijo Andrew.
—Permiso y gracias. — respondió ella.
—Entonces, dime. ¿Qué es eso que me querías contar? —
Tess aún un poco nerviosa e insegura lo pensó un poco antes de abrir su boca.
—Andrew… yo confío mucho en ti, es por eso que te contaré mi secreto. —
—¿Un secreto? ¿Estás segura? —
—Si, lo estoy. — Tess tomó un gran bocado de aire, antes de continuar. —Andrew… yo soy un capricornio. Ese es mi secreto. —
Las cejas de Andrew se movieron con sorpresa.
—¿Hablas enserio, Tess? —
La chica asintió como respuesta.
—Espera aquí, por favor, iré… iré al baño. —
Andrew se sentía fuera de lugar y sumergiendo su cara varias veces en el lavado aun a tónico, luego miró su reflejo en el espejo, donde poco después una sonrisa macabra apareció en su rostro.
Ese ya no era el Andrew que conocían.
Cuando salió del baño fue a buscar a Tess.
—¿Tess? ¡¿Dónde estás?! ¡Tess! —
—¡Estoy aquí! Lo siento yo también quise ir al baño, pero como te marchaste enseguida y estabas demorando decidí tomarlo sin tu permiso. Lo lamento. —
—No te preocupes por eso, todo está bien. Ven siéntate, por favor. —
Ambos conversaron por un buen rato.
Hasta que el timbre de ese departamento resonó por todo el lugar.
—¿Esperas a alguien, Andrew? —
—Quédate aquí, no te muevas. —
Algunas voces se escucharon.
Tess empezaba a sentirse insegura y prefirío marcharse, pero al levantarse algunos hombres con trajes oscuros y unas mascaras entraron a ese lugar para luego colocarse frente a ella.
La chica los reconoció enseguida.
Eran cazadores.
Al verlos un escalofrió recorrió toda su espalda enfriando su nuca por completo.
Ni siquiera podía tragar saliva.
Sus ojos buscaban lentamente a Andrew hasta encontrarlo.
—¿Andrew? —
—Es ella, ella es el capricornio. —
El rostro de Tess se horrorizó.
—¡Captúrenla, ahora! — ordenó el líder de ese grupo de cazadores.
En cuanto sus manos se acercaron a la chica, ella gritó.
—Andrew ¿Por qué lo hiciste? Yo confié en ti. ¡Dime! ¡¿Por qué?! —
Andrew solo se limitó a sonreír abiertamente como si hubiera ganado la más grande lotería de su vida.
—¡No! ¡Aléjense! No me toquen. Déjenme. — continúo gritando y resistiéndose.
Lo que llevó a que los cazadores usaran la fuerza y agredieran a Tess, encestándole un golpe en todo el estómago.
—¡Ahh! — solo un leve grito ahogado pudo salir de su boca.
Entonces cuando la estaba por subir a una furgoneta, el líder de ese grupo sacó una maleta bastante voluminosa y se la entrega a Andrew.
Este emocionado la agarró enseguida.
Pero en ese preciso momento Dan apareció y desde lejos pudo ver toda esa escena.
Observó como los cazadores subían a Tess a esa enorme furgoneta y a Andrew recibiendo el dinero descaradamente.
Casi a punto de desmallarse la chica logró ver a Dan y con mucha dificultad viendo sus ojos llorosos y cristalinos del chico, logró decir unas cuantas palabras prácticamente sin sonido.
—Huye… por favor… —
Pero uno de esos cazadores se dio cuenta y volteó rápidamente hacia donde miraba la chica, aunque cuando lo hizo ya no había nadie en aquel lugar.
***
Dan no lo podía creer.
(—¡No! ¡No! ¡No! No puede ser, no es cierto. ¡No! —)
Se lo repitió una, otra y otra vez en su mente.
Su primera y mejor amiga Capricornio había sido capturada y él no pudo hacer nada para evitarlo.
Corrió hacia un callejón muy oscuro y cayó sobre sus rodillas.
—¡NO! — gritó con fuerza.
Sus ojos se volvieron borroso por la impotencia que sentía en ese momento siendo tan grande y desesperante que las ideas no le llegaban por ningún lado.
Se mantuvo así por mucho tiempo.
Hasta que, de un momento a otro, una ira fría cubrió su rostro por completo. Y apretó fuertemente sus dientes.
El chico lo sabía. Solo había un culpable en todo esto y ese tipo debía pagar.
…