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Chapter 14 - Cap¹⁴ Contrato inesperado

En la entrada majestuosa de la ciudad, "Touverin", sobre las murallas de cinco metros de altura, y flanqueada por inmensas puertas del mismo tamaño, se alza la imponente Ciudad de los Demgels. Un lugar enigmático y rodeado por estas poderosas defensas. Allí, en el umbral de la ciudad, aguarda Glegory, sentado con una expresión seria y pensativa sobre una roca. A su lado, llega Arthur, apresurado y jadeante, pidiendo disculpas por su tardanza.

"Mi señor, una disculpa por tardar", dice Arthur con voz temblorosa.

"No te preocupes, todo está bien", responde Glegory con calma, aunque la preocupación se oculta tras su mirada intensa.

"Tienes algo de información que darme", pregunta Glegory, sabiendo que cada palabra que Arthur pronuncie puede servir de mucha ayuda.

"Sí, mi señor", responde Arthur, tratando de recuperar el aliento. "Según la información proporcionada por la representante de los bestias, los Demgels dominan la mayor parte del territorio y son, sin duda, la raza más poderosa y desarrollada que hay en este planeta."

"¿Los Demgels? ¿Qué son exactamente?", cuestiona Glegory, desconcertado ante esta nueva y ominosa amenaza.

"Los Demgels son una nueva raza surgida de la amalgama de demonios y ángeles, y ellos mismos se autoproclamaron con ese nombre", explica Arthur, su voz tomando un tono oscuro y sombrío.

"Además, esclavizan a las razas menos poderosas, privándolas de su fuerza y libertad", continúa Arthur, haciendo hincapié en la crueldad que se oculta tras la fachada de esa ciudad fortificada.

"Bien hecho, Arthur. Esta información es de vital importancia", reconoce Glegory, admirando la valentía y la determinación de su compañero. "Si queremos rescatar a la hija de la representante, necesitaremos obtener más información de esta ciudad. Y para ello, ya sé cómo proceder."

Glegory se levanta con un gesto resuelto y se acerca a Arthur, mirándolo con ojos llenos de convicción. "Por lo que he averiguado, existe un lugar siniestro llamado la Estación Ashuin, allí los Demgels desempleados esperan para recibir encargos sucios del gobierno. Nos infiltraremos en ese sitio, haciéndonos pasar por cazadores Ashuin. Registraremos nuestras identidades y nos sumergiremos en la penumbra de sus actividades, escalando en reconocimiento hasta llegar a oídos del rey. Solo así, podremos enfrentar el peligro que acecha y poder encontrar y rescatar a la hija cautiva."

Un atardecer está en el cielo mientras Arthur y Glegory caminan hacia la estación Ashuin para registrarse como cazadores. Cuando entran al lugar, todos los presentes los miran. La consultora del lugar se acerca y les dice amablemente: "Hola, buenos días. ¿Cómo puedo ayudarles?"

Glegory responde: "Venimos a registrarnos como cazadores Ashuin."

La consultora asiente y continúa: "Muy bien, tomen este pergamino y lean todo, incluyendo los requisitos para convertirse en cazadores Ashuin."

Glegory toma el pergamino y se sienta en una silla para leerlo. Una vez que termina, firma el pergamino y se lo entrega a la consultora, diciendo: "Aquí tienes, ya terminé de leerlo."

La consultora le pregunta: "¿Deseas ser un cazador independiente o formar un grupo?"

Glegory reflexiona un momento y responde: "Creo que formaré un grupo."

La consultora le entrega otro pergamino y le dice: "Entonces, deberán firmar este otro pergamino tanto tú como tus compañeros."

Glegory asiente y firma el pergamino, luego se lo pasa a Arthur para que haga lo mismo. De esta manera, forman un grupo de dos personas. Arthur completa la firma y entrega el pergamino a la consultora.

Ella les comunica: "Ahora son unos cazadores Ashuin. Pueden sentarse en esas sillas para esperar el trabajo que se les encomendará. En un momento, mi compañera saldrá a entregar los trabajos."

Han transcurrido unos minutos tensos cuando, finalmente, una figura enigmática entra en la sala cargando numerosos pergaminos. Se planta en el centro del lugar y comienza a mencionar nombres, entregando cada pergamino a su destinatario. Entre las palabras pronunciadas, un nombre resuena con fuerza: "Glegory". Con decisión, Glegory se pone de pie y recibe su pergamino de manos de la enigmática figura.

Con un tono grave y misterioso, la consultora declara: "Este pergamino contiene el trabajo que tú y tu grupo deberán realizar. Ha llegado el momento de que comiencen".

Glegory abandona el lugar y se detiene un instante para observar el contenido del pergamino. "No parece ser un trabajo muy difícil", murmura Glegory en voz baja.

Arthur, intrigado, pregunta: "¿De qué se trata, mi señor?"

Glegory lee detenidamente y responde con Tranquilidad: "Aquí dice que debemos dirigirnos a un lago ubicado al oeste y capturar cinco peces. No se especifica qué tipo de pez, así que capturaremos los que sea posible. Luego, deberemos entregar esos cinco peces al director Daner, aunque desconozco quién es, no descansaremos hasta encontrarlo. Y finalmente, nos piden llevar a tres esclavos ante el conde Amir, pero igualmente desconozco su identidad, por lo que no pararemos hasta obtener esa información".

El sol se oculta en el horizonte mientras Glegory y Arthur se embarcan en la peligrosa tarea. Con cautela, se dirigen hacia el lago, donde acechan a los misteriosos peces que deben capturar. El entorno es colorido y lleno de naturaleza, ambos cazan los peses, que están en lo profundo de las aguas oscuras.

Tras una ardua cacería, logran atrapar los cinco peces requeridos. Sin embargo, el destino les exige continuar su camino hacia una oscura y enigmática casa. Se dirigen al lugar donde deben entregar los peces al enigmático director Daner, cuyo rostro y propósito permanecen velados. Glegory entrega los peces al director, y sin cuestionar, reciben su recompensa y siguen su camino.

La incertidumbre se intensifica cuando finalmente llegan al esclavista. Un escalofrío recorre la espalda de Glegory mientras pronuncia con voz firme las palabras que le han sido encomendadas: "Hola, venimos en nombre del conde Amir. Nos envió a traer a tres esclavos".

El esclavista, impasible ante la situación, responde con frialdad: "Oh sí, aquí están. Ya los tenía preparados". La desolación envuelve a los esclavos, quienes llevan marcadas en su piel las cicatrices de la opresión.

Arthur cuestiona, con un atisbo de esperanza: "Mi señor Glegory, ¿no sería mejor liberarlos? ¿Acaso no tenemos el poder de hacerlo?"

El chico joven, uno de los esclavos, se atreve a expresar su desesperanza: "Si no somos más que un lastre inútil, ¿por qué no nos abandonan en cualquier lugar?"

La voz de Glegory se torna rígida mientras enfrenta su propia lucha interna. "Lamento decirles que solo estoy cumpliendo con mi deber. Aunque fuesen como carne podrida, mi deber es llevarlos conmigo, pues así me lo han encomendado", responde con un doloroso rastro de humanidad en sus palabras.

Una de las chicas esclavas, con voz entrecortada, desafía a Glegory: "¿Acaso no tiene usted un corazón? ¿Qué haría si fuera usted quien cargara con cadenas?"

Glegory responde con frialdad: "Si yo fuera un esclavo, lucharía por mi libertad y escaparía de este lugar opresor".

Sujetando con firmeza las pesadas cadenas de los esclavos, Glegory avanza sin vacilar hacia la siniestra morada del conde Amir, aquel que había solicitado tan lúgubre tarea.

Con determinación y ante la mirada inclemente de los esclavos, Glegory inquiere sin descanso hasta dar con la ubicación del conde. Finalmente, toca a la puerta de la tenebrosa mansión, y el conde Amir la abre con presteza. "Buen trabajo, chicos. Han traído a los esclavos muy rápido. Se merecen una recompensa", dice el conde con una sonrisa cínica.

Glegory no puede evitar dirigir su mirada al interior de la lúgubre morada, donde cinco esclavos sufren en silencio, explotados y maltratados por sus crueles amos. Aunque conoce el destino que aguarda a aquellos que él mismo ha entregado, la lástima no se apodera de su corazón.

El conde Amir, indiferente al tormento que ocurre a su alrededor, entrega una bolsa de dinero como paga por el trabajo realizado. Glegory acepta el dinero con frialdad, sin mostrar emoción alguna, mientras sus pensamientos se agitan en una encrucijada moral.

De vuelta en la estación Ashuin, Glegory y Arthur entregan el papel firmado por los clientes y cobran su recompensa. Sin embargo, algo inquieta a Glegory: "Me parece extraño que los demás cazadores Ashuin no nos hayan molestado o provocado", comenta.

Arthur, con sabiduría, responde: "Mi señor, solo un insensato se atrevería a acercarse y provocar a alguien cuyo cuerpo irradia una energía atemorizante".

Glegory se detiene por un momento, reflexionando sobre las palabras de Arthur. "Oh, no había tomado eso en cuenta", admite con un dejo de sorpresa en su voz.

Tres meses han pasado desde que Glegory y Arthur emprendieron su oscura travesía. En este tiempo, han recopilado valiosa información sobre la ciudad, desvelando la cruel verdad detrás de los esclavistas y los cazadores Ashuin. Descubren con horror que estos últimos son los responsables de los ataques a aldeas inocentes. Y mientras sus manos se manchan con trabajos sombríos, han notado el oscuro destino que aguarda a los esclavos arrebatados de sus hogares.

Su fama crece rápidamente, ganándose reconocimiento en la ciudad, y los mismos condes suplican que sea Glegory y su grupo quienes realicen los trabajos más siniestros. Pero entre las sombras, también logran alcanzar su objetivo más ambicioso: llegar a oídos del rey. Su fama llega hasta el trono, y el monarca, intrigado por sus habilidades, les encomienda una tarea especial.

El rey ordena la formación de dos poderosas tropas de guerreros, magos luchadores y arqueros, a las órdenes de Glegory y Arthur. Además, un capitán del ejército se unirá a su grupo para este trabajo de gran envergadura.

Glegory y Arthur no están en absoluto de acuerdo con esa tarea impuesta por el rey. La orden de atacar a las aldeas de la raza bestia les resulta moralmente inaceptable. En especial, la aldea de Carmín, cuya representante ha demostrado un crecimiento significativo y ha logrado captar la atención del rey, se encuentra en el centro de su dilema.