Después de un tiempo de haberse registrado como cazadores ashuin, los logros y el buen trabajo de Glegory y Arthur han llegado a oídos del rey.
El rey convoca a Glegory y Arthur, mientras Glegory espera ansiosamente sus tareas diarias como cazadores ashuin, un soldado mensajero llega a la estación con una noticia impactante. "¡Estoy buscando a Glegory y su grupo! Si están aquí, por favor, den un paso al frente", exclama el soldado con voz autoritaria. Glegory, al escucharlo, da un paso adelante y se identifica como el buscado. El soldado lo mira escrutadoramente y pregunta, "¿Dónde está tu grupo, Glegory?".
Con un deje de molestia en su voz, Glegory responde, "Mi grupo consiste únicamente en Arthur, él es el único miembro que tengo. No hay más personas en mi equipo aparte de él". El soldado parece sorprendido y comenta con cierta ironía, "Entonces, solo son dos personas de las que tanto se habla".
Arthur, un tanto exasperado, interviene y pregunta con desdén, "¿Qué es lo que deseas del señor Glegory y de mí?". El soldado toma una postura más formal y explica solemnemente, "El rey Agénor Segundo ha pedido vuestra presencia dentro del palacio. Deben estar presentes hoy al mediodía". Todos en la estación quedan asombrados, ya que solo los considerados con altos rangos y altamente calificados tienen el honor de ingresar al palacio real.
Intrigados y algo inquietos por la inusual convocatoria, Glegory pregunta con cierta desconfianza, "¿Qué puede querer el rey de unos simples cazadores ashuin?". El soldado, manteniendo la compostura, responde, "El rey Agénor Segundo tiene una misión de suma importancia para ti y tu grupo".
Ante la trascendencia de la situación, Glegory asiente y declara decidido, "Estaremos allí lo más pronto posible". El soldado se despide con formalidad y promete informar al rey Agénor Segundo de su pronta llegada.
"Esto huele mal", murmura Arthur con inquietud. "Lo sé, pero este trabajo nos proporcionará la información que necesitamos", replica Glegory, con una mirada decidida. "Si es así, lo mejor es adentrarnos en el palacio del rey lo más rápido posible", añade Arthur, su voz llena de determinación. "Exacto, eso estaba pensando", asiente Glegory, mientras se preparan para dirigirse hacia el palacio. "Vámonos al palacio, cuanto antes, mejor", proclama Glegory, su tono revelando una mezcla de emoción y temor. "Sí, mi señor Glegory, lo seguiré", responde Arthur, mostrando lealtad.
Una vez en el palacio, un guardia los detiene en la puerta principal. "Decid vuestros nombres y propósito", demanda el guardia. "Soy Glegory, y este es mi séquito; el rey nos ha convocado", declara Glegory con firmeza. El guardia se disculpa y rápidamente llegan dos soldados para escoltarlos al palacio del rey Agénor II.
Al adentrarse, Glegory y Arthur se quedan asombrados al ver el majestuoso trono del rey, hecho de diamantes y perlas preciosas, sostenido por soportes de oro y bañado en un material sumamente raro llamado pánsyll. Este material se encuentra en las estrellas de neutrones, formado a partir de antiguas estrellas que colisionaron entre sí, dejando el pánsyll atrapado en una corteza superficial extremadamente dura, lo que lo hace prácticamente imposible de extraer. El impactante esplendor del trono refleja la inmensa riqueza y poder del rey Agénor II.
Mientras Glegory y Arthur observan el trono, el rey llega majestuosamente y se sienta en él. Arthur queda impactado al mirar al rey, cuya presencia emana una aterradora aura negra y roja, generando un temor palpable en el ambiente. Su aspecto es igualmente aterrador: seis cuernos adornan su cabeza, una corona de fuego flota sobre ella, sus ojos son totalmente negros y sus orejas puntiagudas, además de poseer garras afiladas como las de una bestia. Este rey, Agénor II, no es como los demás Demgels, quienes suelen tener dos cuernos en la cabeza, ojos rojos y alas blancas en su espalda.
"Sin lugar a dudas, cualquiera podría reconocer quién tiene el control absoluto sobre esta raza al ver a este individuo", reflexiona Arthur en su mente, sintiendo un escalofrío recorrerle la espalda. Mientras tanto, Glegory permanece imperturbable y neutral, mostrando una serenidad envidiable ante la presencia del imponente rey Demgel.
"Entonces tú eres Glegory, aquel de quien tanto he oído hablar, y supongo que el que está junto a ti es Arthur, según me informaron, él es el único en tu grupo", dice Agénor con una voz monstruosa y potente, dejando claro su poderío. "Así es, estás en lo correcto", responde Glegory con firmeza.
"¡Demuestra más respeto, plebeyo! Estás en presencia del rey Agénor II, no ante un cualquiera", interviene un soldado situado a la izquierda del trono, donde el rey descansa majestuosamente. "Basta, Alexon. Ellos son mis invitados de honor, no es necesario que sean excesivamente respetuosos conmigo", replica el rey Agénor, imponiendo su autoridad sobre el soldado.
"Disculpa lo ocurrido, señor", dice Glegory con cortesía. "Llámame simplemente Agénor", le responde el rey, buscando crear un ambiente más cercano. "Bien, Agénor, ¿qué clase de trabajo que tus soldados no pueden hacer, podemos llevar a cabo nosotros?", pregunta Glegory, intrigado.
"No es que mis soldados no puedan hacerlo, realmente. Es más bien porque he escuchado mucho sobre tu fuerza y habilidades, y me gustaría que fueras un comandante en mis tropas. Sin embargo, para ello, necesito saber qué tan competente serías en ese papel. Así que te ofreceré una prueba excepcional", expone Agénor, revelando su propuesta.
"Se trata de unas razas que están proliferando rápidamente y resultan una molestia. Te asignaré una tropa de 20,000 soldados y te encargarás de secuestrar a la mayoría de jóvenes de esas razas para hacerlos esclavos y que trabajen para nosotros", declara Agénor con determinación. "¿Qué razas son esas, si me permites saberlo?", indaga Glegory con curiosidad.
"Son solamente dos razas: los hombres bestia y los querubines", responde Agénor, estableciendo el sombrío destino de la misión que aguarda a Glegory y Arthur.
Al escuchar la propuesta, Arthur se enoja profundamente, pues los hombres bestia pertenecen a la raza de Carmín y aún no han logrado rescatar a su hija. "Muy bien, déjame a mí esta tarea", declara Glegory con una determinación desgarradora.
"Excelente. Ahora pueden retirarse, y mañana a primera hora los quiero aquí", ordena Agénor con una voz que retumba como un trueno. Glegory y Arthur abandonan la imponente sala del trono. Una vez afuera, Arthur, temeroso, comenta: "Mi señor Glegory, ¿cómo se supone que haremos esto si le prometimos a Carmín que rescataríamos a su hija y aún no lo hemos hecho?"
"Confía en mí, tengo un plan", responde Glegory con calma, aunque su mirada denota la tormenta que aguarda. "No atacaremos a nadie, no te preocupes, Arthur", asegura Glegory, buscando apaciguar los miedos de su compañero.
"Está bien, mi señor, confío en usted", murmura Arthur con reverencia, aunque la preocupación aún atormenta su mente.
Cuando anochece, se refugian en una casa que habían alquilado desde su llegada al lugar, buscando algo de descanso antes del desafío que les aguarda. Al alba del siguiente día, se levantan temprano y se dirigen hacia el palacio del rey. Al llegar, son recibidos por una impresionante formación de 20,000 soldados, dos tropas de 10,000 hombres unidas en una sola y temible fuerza, lista para emprender la misión encomendada por el rey.
El destino los aguarda en una empresa llena de riesgos y sacrificios, y el corazón de Glegory se llena de determinación mientras la oscuridad de la incertidumbre se cierne sobre ellos.
"¡Impresionante, llegaste increíblemente rápido, Glegory!" dice Agénor con una voz resonante. "Exactamente como lo solicité, estamos aquí a primera hora", responde Glegory con determinación. "Mira esta formación de 20,000 soldados, están listos para seguir tus órdenes", agrega Agénor, mostrando su poderío.
"Perfecto", afirma Glegory con seguridad. "Pero aún no te vayas, también te acompañará mi subordinado de mayor confianza. Él te examinará y te dará una puntuación sobre tus habilidades como comandante. Él es el segundo al mando en todo el reino, y si tienes algo que decirme, háblale a él, será como si estuvieras hablando conmigo", revela Agénor.
"Demonios, ahora será aún más difícil escapar de este trabajo. No sé qué tiene planeado mi señor Glegory, pero confiaré en él", piensa Arthur, sintiendo la presión creciente. "Fárax, ven aquí, todos están listos", llama Agénor, y de repente, aparece un hombre con una vestimenta blanca y amarilla que lo cubre por completo. Sus dos cuernos amarillos fosforescentes sobresalen en su cabeza, y lleva una corona negra partida por la mitad flotando sobre ella. Además, tiene dos alas en su espalda de colores amarillo, negro y blanco, y una aterradora aura negra que emana de su ser.
"Glegory, él es Fárax, Fárax, él es Glegory", presenta Agénor. "Un gusto conocerte, Glegory", saluda Fárax. "Igualmente", responde Glegory con serenidad. "Hoy tendrás que evaluar qué tan bueno es Glegory como comandante", indica Agénor. "Sí, mi señor, prometo no dejar pasar nada", afirma Fárax. "Bien, ahora pueden ir a su trabajo", concluye el rey.
Glegory observa a la formación con una mirada feroz. "¡Lo primero que haremos es dirigirnos hacia las aldeas de los querubines! 10,000 soldados irán por aire y los otros 10,000 por tierra. Los soldados que van por tierra rodearán la aldea para que nadie escape, mientras los que van por aire atacarán y secuestrarán a todos los jóvenes querubines, sin importar su género", grita Glegory con ardor hacia la formación.
"¡Entendido!" responde la tropa con determinación. "¡Sí, señor!" vociferan al unísono. Así, se ponen en marcha hacia las aldeas de los querubines.
Mientras avanzan hacia la primera aldea, Arthur se acerca a Glegory, lleno de nervios. "Mi señor Glegory, ¿y ahora qué hacemos?", pregunta ansioso. "Escucha, Arthur, solo atacaremos esta aldea y después iremos a la aldea de Carmín. Ahí es donde tú entrarás en acción", susurra Glegory con estrategia. "Mientras yo distraigo al comandante, tú te encargarás de eliminar silenciosamente a la mayoría de los soldados enemigos. Reduciremos su número y, cuando estemos cerca de la aldea de Carmín, ve y avísale que reúna a sus soldados para atacar a la tropa que se aproxima. Ganaremos más fuerza a nuestro favor", planea Glegory, compartiendo su astuta estrategia.
"Cuando estemos en batalla, intentaré matar al comandante enemigo, y si lo logro, el resto de la tropa caerá. Luego, idearé otro plan para aniquilar al rey Agénor. Déjalo en mis manos", concluye Glegory, desvelando su audaz plan para el futuro.
"Entendido, mi señor Glegory. Siempre es tan genial y tiene un plan para todo", responde Arthur en voz baja, impresionado por la astucia y valentía de su líder.