Alexander tras ver cómo me desvanecía no sabía qué hacer ni cómo actuar, el miedo que aquel sentía podía percibirse salir a través de sus poros, aunque no lo demostrase abiertamente, así que antes de que me pudiera darme cuenta aquel ya se encontraba arrodillado a un lado de mí.
Digo que tal vez quizás algo vio, algo que le haya por lo menos doblegado un poco el corazón pues una vez ya a mi lado llevo sus manos hasta mi rostro colocándolas una a cada lado de mis mejillas e hizo que lo viera a los ojos.
— Aguanta un poco más por favor Milena, solo un poco más, no te puedes rendir.
Tras escucharlo abrí mis ojos y terminé fijándolos completamente en los suyos, en aquellos color miel en los cuales podía llegar a ver que aun emanaban aquella necesidad de amor que una vez vi mientras éramos niños, sin dudas aquel pequeño en él aun dormía, solo y desamparado.
Sin importar lo que estuviese pasando o lo que nos allá conducido a tal dilema aquel tenía razón yo no me podía rendir, así que le obedecí no podía simplemente tirar la toalla y quedarme sin hacer nada para echarme a morir, aunque la tristeza que sentía me robaba las fuerzas.
— Puedes ponerte de pie — cuestiono aquel con escepticismo.
— Eso creo.
Como pude y gracias a su ayuda nuevamente me incorporé, pero no muy bien tuve la oportunidad me aparté de él.
Con especial determinación luchaba, aunque ya me desesperaba toda aquella situación y cuando estaba a punto de rendirme nuevamente aquel grito.
— La veo, allá esta.
— ¿Dónde? — cuestione tras no notar nada más a mi alrededor salvo los arboles que eran lo que simplemente en la distancia yo podía llegar a observar.
— Fíjate bien a tu izquierda en el fondo entre los árboles las ramas forman como una especie de arco, la misma vegetación actúa como camuflaje.
Y si, efectivamente allí se encontraba nuestra salvación, con rapidez nos terminamos de acercar y sin dudar entramos atravesando el portal pues ya no aguantábamos estar un minuto más bajo la lluvia, especialmente yo.
Tras la inminente llegada de la noche la oscuridad iba rodeando todo a su paso haciendo cada vez más difícil el hecho de incluso desplazarnos y si, aunque en el exterior se encontraba relativamente iluminado aún por la incidencia de la claridad que aun en lo alto sobre el cielo se divisaba situación por el contrario dentro de la cueva era muy distintita pues ya aquella tomada por la oscuridad se encontraba.
— Espérame aquí veré si puedo encender algo de fuego — Alexander tras indicarme el lugar y haciéndome espacio en una roca a orillas de la entrada allí me ayudo a sentarme para que descansara.
— Por lo menos sabes que hacer.
— Si, solo tengo que tomar algunas ramas y hierva de esta que precisamente crece en el interior para hacer una fogata.
— Y como la encenderás no tienes nada de donde obtener fuego.
— Descuida tengo mis mañas.
No sé cómo aquel iba a logar tal cosa, pero su determinación no tenía igual.
Pasaron algunos tres, quizás seis minutos cuando el aviso de fuego por parte de Alexander se escuchó dándome la indicación de que ya podía ingresar; tras escucharle me adentré aún más en la cueva, pero tras el fuego aumentar en intensidad también lo hacia la luz a su paso, valla escena se desarrolló en aquel instante tras yo ir acercándome mientras que en el fondo a espaldas de Alexander pude ver una enorme figura encorvada que me erizo la piel por completo.
Mis ojos no se acostumbraban aun a la luz así que todavía no era capaz de enfocar mi vista al cien por ciento haciendo parcialmente aterrador aquel punto en específico.
— ¡A... A... A...! — en ese momento empecé a tartamudear como nunca guiada por el miedo que me dominaba.
— ¿Qué sucede Milena?
— Ha... Hay algo detrás de ti.
— Si intentas asustarme busca otra manera.
— Alexander hablo enserio ha... hay algo de... detrás de ti.
Alexander no creía en mis palabras, pero de manera calmada y de forma tranquila se dio la vuelta, al principio me dedique a observarle, pero tras dejarme dominar por cual impulso termine llevando mis manos hasta mi cara cubriendo así mis ojos y todo drásticamente se quedó en silencio.
— Alexander... Alexander... ¿Dónde estás? Estas bien — apele a él con miedo y con angustia, pero ni una palabra se escuchó, era como si el mundo se hubiera quedado mudo justo en aquel instante y por algunos segundos en donde lo único que podía escuchar era el caer de la lluvia que perdí por un momento la orientación.
Allí yo permanecía muda, de pie e inquieta, quería saber que había ocurrido, pero me daba mucho miedo el apartar las manos de mi rostro y que por ende terminara presenciando algo aterrador, más sin embargo termine siendo víctima de los juegos de Alexander, pues ya que me encontraba desprevenida busco la forma de rodearme sin que yo me percatara hasta posicionarse a mi espalda y tras un —¡Bu!
Lance cual gritó al aire como nunca lo había hecho — estás loco ¿Qué te sucede? — grite tras apartar las manos de mi rostro y dirigirme en dirección hacia donde aquel se encontraba abalanzándome en contra suya mientras propinaba alguno que otro golpe.
— Relájate, estás muy estresada.
— Como no voy a estarlo — enojada pronuncié aquellas palabras a la vez que lanzaba una nueva oleada de golpes en su contra y fue justo ahí que tras decir aquellas palabras que me percaté que ahora yo era quien se encontraba dándole a aquello la espalda y nuevamente empecé a tartamudear mientras miraba fijamente a aquel chico a los ojos quien con una pequeña mueca enmarcaba en sus labios cual sonrisa al mirarme — aun esta hay verdad.
— Sí.
Tras escuchar aquella afirmación un frío recorrió mi espalda — por favor no dejes que me lastime.
— ¡Milena!
— Por favor, no dejes que me haga nada.
— ¡Milena!
Entre lágrimas seguí replicando aquellas palabras de suplicas, mientras a cada segundo sentía como mi alma se desprendía de mi ser a fin de cuentas siendo un tanto dramática.
— Milena ya tranquilízate, no tienes nada que temer — y colocando sus fuertes manos en mis hombros me obligo a girarme mientras yo me sumergía en mi mar de lágrimas y desconsuelo.
— Solo es Ivanty.
Por algunos segundos seguí sumergida en aquel llanto inexplicable hasta que mi cerebro pudo procesar las palabras que habían salido de la boca de Alexander ´´solo es Ivanty´´, repetía una y otra vez hasta que con detenimiento me puse a observar a aquello que como cual ser encorvado deslumbraba en la oscuridad pudiendo llegar a distinguir sus colores y también su forma, sin embargo, como si de cual juego entre aquellos dos se tratase no fue hasta que mis ojos se posaron en él, que aquel caballo con cual burla relincho.
La emoción en mi tras verle no tenía comparación al fin le había encontrado después de tanta travesía y con una gran alegría me aparte de la vera de Alexander y velozmente me acerque a Ivanty donde termine prendiéndome de su cuello.
Allí lo abrace como nunca quizás lo había hecho, lo abrace con cual amor rodeada de la calidez tan enorme que me envolvía lo que me hizo sentir la persona con más dicha sobre la faz de la tierra.
Aquel momento de reencuentro parecía no tener fin, entre sonrisas y sobresalto de explosiones de lo que la felicidad misma significa parloteaba una que otra palabra balbuceando un sinfín de ellas que no terminaban de tener verdadero sentido.
Valla nuevo problema se formó al yo percatarme de algo.
— Entonces desde que entraste sabías que él estaba aquí, no es cierto.
— No corrección, cuando encendí la hoguera me di cuenta de que él estaba aquí.
Con cual muestra de sarcasmo aplaudí al tiempo que indicaba — te pregunto, soy tu muñeco de chistes o que, porque imagino, no sé tú que era más sencillo habérmelo dicho.
— Lo intente, pero no me dejaste ninguna oportunidad para hacerlo por eso más que nada te llame.
Por más que se defendía y por más que aquel tenía la razón yo no estaba dispuesta a ceder iba a pelear e iba a aprovechar a aquella oportunidad para vengarme por todo lo que aquel hasta el momento había hecho en mi contra.
En primera instancia despacio me fui acercando marcando con evidencia la actitud rebelde en mí.
Alexander dejo formar una risa nerviosa en la comisura en los labios al tiempo en que elevaba las manos e increpaba — Milena espera, que pretendes.
Eleve mis manos a nivel de mi pecho semi unidas tronando mis dedos en ambas manos dejando bien en claro que iría en su contra — nada del otro mundo, tú y yo jugaremos de una manera muy especial.
Y como cual momento de caricatura animada una chistosa persecución se desato.
Alexander tras tenerme relativamente cerca salió huyendo mientras que yo le perseguía haciendo amenazas claras en su contra alrededor de la hoguera y de regreso siendo que en más de una ocasión estuvimos a punto literalmente de quemarnos, lanzando hacia aquel alguna que otra roca claro sin llegar a lastimarle pues solo buscaba la manera de desquitarme.
Por algunos minutos estuvimos con aquel correteo entre el uno y el otro sin descanso menos aun sin tregua, pues definitivamente aquello debía de tener un alto, curiosamente Ivanty y digo quizás a causa de ambos se apartó de donde se encontraba por algunos pocos centímetros para relinchar de la forma más escalofriante que alguna vez se haya podido escuchar.
Así anto Alexander como yo nos quedamos paralizados más que nada petrificados, pero tal situación no me iba a frenar y de cómo cual enemigo se tratase me lance en contra suya propiciando cual mordida en su brazo haciendo que sus gritos se escucharan probablemente del otro lado del mundo.