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Chapter 3 - Un Café

Es gracioso, una ves que tomas algo de anonimato descubres que no todas las personas son como crees. Resulta que muchas personas que yo conozco tienen fetiches con los femboys, travestis o trans, aunque algunos no van más allá de los fetiches y sexo, otros cuantos buscan a alguien con quien entrar en una relación sana y linda. Algunos incluso, solo buscan desesperadamente el amor, creyendo y necesitando que la cualquier persona con la que estén sea con la que se queden para siempre…

/¿Hola?/ leí el mensaje desde la app de citas, había abierto una cuenta solo en busca de alguien que me proporcionara dinero, en mi perfil está especificado, debido a los inconvenientes que tuve con Cris, ya no quiero saber nada de amor. Solamente de dinero.

//Eres muy linda, me gustaría conocerte en persona, yo pago todo. Podemos ir de compras a comprar lo que necesites y quieras// continúe leyendo. Realmente ya conocía este tipo de mensajes, solo eran tipos que querían tener sexo conmigo a cambio de dinero y aunque ya lo había hecho varias veces, el dinero comenzaba a acabarse. Todo es de rutina, veo su perfil y decido si valdrá la pena o no. Muchas veces son tipos que ni siquiera tienen dinero para pagar un Uber y me hacen salir de casa con promesas falsas. Una vez entré a su perfil, quedé atónita, al ver que esa persona era uno de mis más grandes amigos. ¿Cedric? Me pregunté al ver sus fotos…

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—Oye, la máquina esta fallando otra vez, de verdad no puedo con ella— me queje.

—Ya la repare más de tres veces, pero si, en un rato voy, tengo mucho trabajo que hacer…— respondió a mi queja para después irse caminando de manera rápida, con herramientas en mano. Su complexión robusta lo hacía ver gracioso al caminar, como un pingüino de 1.85mts.

—Cedric ya se ve cansado, estas máquinas no dejan de fallar y no hay refacciones para arreglarlas.— me dijo otro compañero que se acercó para quejarse también.

—Si, pero no hay anda que podamos hacer, solo él que es el mecánico puede hacer poco…— dije para volver a mi área de trabajo a ver cómo mis máquinas seguían fallando.

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Conocí a Cedric tiempo después de que entré a trabajar en la fábrica, en todo el tiempo que llevo conociéndolo siempre me ha parecido bastante agradable, con pensamientos y metas bastante sanas que podrían dar pie a que con la persona que esté pueda entablar una hermosa relación, por desgracia, el trabajo nos quita mucho tiempo, energía y ganas de conocer a más personas ya que las muchas que hay ahí dentro son bastante detestables, en su mayoría.

Muchas veces, Cedric me comentaba de lo que le gustaría encontrar en alguna chica, solo lo más básico, que lo quiera tal y como es y que no engañe, ya que ya le habían causado mucho daño. A sus casi cuarenta años no sólo había tenido tres novias y la última fue la peor. Justamente es ahora que está cerca de cumplir los cuarenta y dos años que siente que el tiempo se le está acabando y no quiere estar solo mucho más tiempo, es por eso que recurrió a la app de citas, pero nunca pensé que nos encontraríamos ahí.

/Oye/ leí el nuevo mensaje, no había respondido a los anteriores.

/Se que eres tú, realmente me sorprende bastante el como te ves así, provocas algo en mi…/ Ay no, sabe que soy yo, pero… ¿Por qué sigue escribiendo?

/¿Podemos vernos? ¿Contigo así? Se que solo buscas quien te patrocine, pero honestamente, necesito un amigo, amiga, alguien con quien hablar…/ leí, me sentí muy mal por él.

/Sabes que puedes hablar conmigo, sea como sea, siempre estaré para escucharte. ¿Por qué no me contaste en la fábrica como te sentías?/ respondí.

/Por que no quería que nadie más me escuchara…/ leí, me quedé pensando unos momentos, tal vez podría ser divertido, lo que busca es alguien con quien hablar, tal vez Annie pueda hacer que se sienta mejor… Creo.

/¿En donde nos veríamos?/ le respondí.

Afuera del hotel almendra. Esa era el lugar donde nos veríamos, aunque estaba algo nerviosa, traté de evitar que se me notara. Cedric sería la primera persona que me conoce de mucho tiempo como chico, ahora me vería como chica.

Llevaba ya seis meses trabajando en mi cuerpo, usando fajas moldeadoras, ejercitando la parte baja lo más que podía y haciendo que tuviera más movilidad, todo con el fin de que mis clientes tuvieran una mejor experiencia y con ello que me pagaran mejor, también ya tenía mayor control en mi entonación de la voz, ya me sabía maquillar a la perfección y me había dejado crecer el cabello aunque no era suficiente, tenía que usar peluca aún. Sin embargo ya sabía peinarla de distintas maneras y manejarla para que no me estorbaran los cabellos en la cara, cada vez que me vestía me miraba al espejo y no me reconocía. Antes solo era mi mentalidad la que cambiaba, ahora es mi cuerpo también el que cambió.

La peluca color castaño oscuro hasta los hombros, una camiseta crop negra de cuello de cisne de manga larga con pequeñas aberturas en los hombros, una falda roja con cuadrícula negra, tableada, medías negras que llegaban un poco arriba de los muslos y unas botas negras de "Combate". Con este conjunto no cabía duda que cualquier persona que me viera se sorprendería al saber que tengo un pene. Miré mi celular y vi la hora, faltaban apenas cinco minutos para que él llegara o eso pensé, vi su pequeño Chevy negro detenerse frente a mi, se sorprendió al verme, después de verme todos los días en el trabajo con ropa de chico, pantalones y sudaderas holgadas cualquiera se sorprendería de ver todo lo que oculto.

—Hola— me dijo aún con asombro.

—Hola— respondí yo también con una sonrisa nerviosa. No sabía que hacer o decir, con los clientes es solo quitarse la ropa y ya, con el tenía que ser diferente, solo queríamos hablar.

—Amm… No se que decir, como empezar esto…— me seguía mirando de pies a cabeza. Solo miré a los lados sin saber que decir, ambos estábamos nerviosos. —¿Quieres subir?— me preguntó. —No, no, espera, creo que lo mejor es que vaya a estacionarme.—

—Si, ah… Hay un café a unas cuadras de aquí, si quieres puedo ir caminando y te veo allá mientras buscas un lugar de estacionamiento— le dije mientras veía que tan lejos estaba el lugar que decía.

—¿El café de Rosas? Si, suena bien, te veo allá entonces— dijo mientras asentía con la cabeza.

—Claro, te veo allá.— respondí mientras comenzó a mover el auto lentamente.

No tarde mucho en llegar, solo estaba a tres cuadras. Tomé asiento en una de las pequeñas mesas en gran patio que tenía el café, saqué mi celular de mi bolso negro para ver nuevamente la hora, faltaban diez minutos para las seis de la tarde y por ende solo una hora para que comenzara a oscurecer.

—¿Puedo tomar su orden señorita?— me preguntó un joven que parecía bastante amable.

—Aún no, estoy esperando a alguien, pero gracias.— respondí amable con mi voz femenina y una sonrisa al final. El chico asintió y se fue. Un par de minutos después llegó Cedric, vestido con una camisa polo gris con pequeños pajaros negros, unos jeans flojos negros y unos tenis Adidas blancos. Era un poco robusto, pero sin duda se veía bien, aunque claro, cualquier hombre trata de vestirse lo mejor que puede si quiere impresionar a la chica. Bien, estamos por comenzar.