Mia se acurrucó abrazando sus piernas, se sentía triste, pero no solo por no haber podido capturar al escarabajo, sino porque sentía que tenía un futuro incierto.
Pronto vinieron las lágrimas y con ellas el llanto y la aflicción.
Si alguien pudiera ver esta escena se conmocionaría, porque no parecía real. Una joven hermosa llorando al ras de la hierba cercano al río, como algo sacado de una pintura. Sin embargo, alguien si estaba presente.
Era Ruyo, el joven prometido de Mia y el hijo del jefe tribal. Para él, el asunto de su compromiso no lo había tomado de sorpresa, a pesar de su apariencia poco fiable, era muy inteligente y sabía que su compromiso se acercaba. Pero eso no quita que esté un poco deprimido.
En un principio él pensó que podría convencer a su padre de casarse con Vera, la chica que a él le gustaba, no obstante, no fue así. Su padre no hizo caso a sus palabras y, en cambio, aceleró su compromiso comprometiéndolo con Mia. No se debe malinterpretar, no es que Mia no sea atractiva para él, es solo que ya se había idealizado una vida con Vera.
Por esas razones, aunque deprimido, tuvo que seguir con los mandados de su abuela. Estaba a punto de terminar de recolectar ciertas flores blancas que crecen cerca del río cuando escuchó el llanto de una chica.
Curioso, la vio, una chica que lloraba cerca del río. No se había percatado que no estaba sola, así que Ruyo quiso pasar por desapercibido, pero al escuchar el profundo llanto de la chica no pudo evitar tratar de consolarla.
—Si sigues llorando, tus ojos se hincharán — fue lo que él dijo, algo tonto, pero Ruyo nunca se había caracterizado por ser social.
Se acercó y se sentó cerca de ella.
—Lo siento —aun llorando, Mia se disculpó.
—Y-yo no sabía que había alguien más —tratando de tranquilizarse trató de hablar.
—No te disculpes, con la última batalla no falta gente que llore por sus seres queridos — Ruyo pensó que la chica lloraba por perder a alguien.
—No, no es eso. Solo me siento mal —Mia no quiso que nadie supiera cómo sentía con respecto a su matrimonio.
—Mhm —Ruyo asintió en comprensión. Mirándola trató de reconocer quien era, pero Mia volteaba su rostro.
Suspirando Ruyo, trató de componer algo que la anime.
—No nos conocemos, por lo que me parece que es mucho más fácil hablar de lo que nos hace mal —
—¿Qué tal si empiezo yo? —Ruyo ya no miraba a Mia, sino que miraba el caudal del río.
—Me gusta una chica, pero me es imposible estar con ella, y, y eso me hace sentir impotente —dijo Ruyo suspirando.
Mia quien todo este tiempo había estado cayada, ya se había tranquilizado un poco. Por lo que su mente volvió al 100%. Al ver al chico tan triste, sintió que tal vez sea buena idea hablar.
—Yo, … Me siento insegura sobre lo que va a pasar. Siento que no podré hacer lo que he estado haciendo hasta ahora y que todo se volverá complicado y aburrido, y que terminaré siendo vieja, sola y triste —
—Wau, supongo que mis problemas no parecen tan complicados como los tuyos —dijo Ruyo con una sonrisa irónica.
—¿Pero por qué terminarías sola, vieja y triste? —preguntó Ruyo
—Por qué me volveré aburrida conforme pase el tiempo, y ya no podré ver a mis amigos, porque tendré que cuidar las apariencias y entonces, ellos se alejaran, y me sentiré muy triste — dijo Mia con lágrimas.
Ruyo se quedó pensando, luego comenzó a hablar
—No creo que tus amigos te abandonen, por lo que nunca estarás sola —
Mia que estaba aún deprimida, alzó la cabeza emocionada.
—¿En serio? ¿Sin importar, cuan aburrida sea? —preguntó.
Al verla Ruyo, se impactó. De repente lo nublado, se despejó; lo que no encajaba, ahora encajaba. Al no responder de inmediato, Mia se deprimió y agachó la cabeza.
Ruyo al verla agachar la cabeza, se recompuso para responder.
—Sí, creo que sí —