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Chapter 4 - Congelador

Abrí los ojos en la oscuridad mientras el dolor y el entumecimiento eran todo lo que podía sentir. Tantee un poco mis alrededores, sentí el borde des estante y tras palpar un poco más alcance a rozar el suelo con las puntas de los dedos. Rodé fuera del estante inferior aún enredado en la tela que me cubría y golpe él suelo de costado. Una intensa punzada en mi pecho me acompañó mientras me levantaba y comenzaba a buscar a ciegas.

Moví las manos sin ningún tipo de guía, tanteando todo cuánto podía toque fugazmente un cuerpo cubierto, toque el estante en que estaba y guiandome por el borde comencé a moverme por el lugar hasta que estirando el brazo alcance a tocar lo que me parecía era una puerta. Estuve tentado de abrirla sin más, pero me atemorice, lo que menos necesitaba era salir y que alguien me viera moverme. En su lugar pase las palmas alrededor y encontré un apagador, está vez no dude y encendí las luces.

Me tomo un momento adaptarme al cambio brusco de iluminación y una vez lo logré me voltee para ver el lugar.

Piso y paredes estaban cubiertos con baldosas, el paso del tiempo les había dejado un aspecto sucio. Había estantes colocados contra las paredes de la estancia, unos cuatro alineados en la pared al fondo completamente vacios y otro par al frente, uno en cada lado. El de la derecha tenía un par de cuerpos, el contrario, el que había ocupado yo, tenía uno.

Pase mis ojos por cada cuerpo, cubiertos como estaban con sábanas blancas no podía estar seguro si eran mis compañeros de clase o completos desconocido. Intrigado me acerqué y retire la sábana del más pequeño.

Había una herida en el pómulo, nada demasiado grande como para impedir reconocer el rostro que tenía delante. Era Natalia, su asiento preferido era al frente, dónde podía mirar sin necesidad de sus gafas. Siempre parecía alegre saludando a todos con una sonrisa y el cabello castaño alborotado. No era mi amiga, apenas intercambiamos saludos un puñado de veces, pero era una pena que hubiera muerto.

Deje de mirar el cuerpo de Natalia y desvíe mi atención al que estaba en el estante de arriba. Moví la sabana por el costado y una mano grande se asomo. Reconocí el tatuaje en el dorso.

"Descubrír, conocer y saber"

Por supuesto yo no esperaba que el profesor siguiera con vida, él había sido el primero en ser atacado. Lo deje ahí y fuí a revisar el cuerpo faltante.

Antes de descubirlo la punzada en mi pecho se volvió especialmente fuerte por lo que dejé mi intención y me fijé en mi cuerpo.

No fue una imagen bonita, primero estaba la perforación de la bala, quemada en los bordes y con el interior cerrado por un cuagulo endurecido. Después estaba el corte, una linea fresca que lloraba sangre ahí donde se habían colocado los puntos para cerrarlo.

Puse mis dedos en la perforación de la bala, demasiado impresionado por la otra herida, Zhetz mención que necesitaba nuevos órganos por lo que temí que los hubieran retirado.

Nervioso, jale las costuras que me mantenían cerrado y estás cedieron ante la insistencia. Sangre oscura y densa goteo mientras la piel se separaba. Ahí las cosas se pusieron peor.

Mi pecho se separó como fauces hambrientas. Podía sentir algo empujando desde el interior.

Fue horroroso y no pude hacer otra cosa que esperar para que terminara. Yo estaba asqueado, pero por más monstruoso que pudiera resultarme no podía escapar, ese era mi cuerpo. Y yo sabía lo que necesitaba. Un corazón,un pulmón.

Con un mal sabor en la garganta, me dispuse a mirar él cuerpo restante y no me encontré con nadie conocido. Demasiado viejo como para ser un alumno el hombre ya presentaba canas. También parecía haber muerto por un arma de fuego una herida en su cabeza y torso lo evidenciaban.

Cubrí al hombre nuevamente y me gire al cuerpo de Natalia. A diferencia de mi pecho el suyo estaba completo, inmaculado. Su corazón y pulmones probablemente ni siquiera estarían pudriéndose. Me lleve una mano al lugar del dolor. Mientras un pensamiento perverso se formaba.

Ella estaba muerta, podía solo tomar lo que necesitaba.

Miré por el lugar buscando alguna herramienta, no podía solo hundir mis dedos en su piel y esperar que mis uñas fueran suficiente para romperla. Cómo esperaba no había nada para usar, estábamos yo y los cadáveres, tenía que salir y buscar los instrumentos con los que me habían abierto el pecho.

Antes de abrir la puerta, tome la sábana que me habían colocado y la use sobre mis hombros para esconder de mi vista la herida.

Fuera el aire era cálido y lo inhale profundamente mientras buscaba a dónde ir.

En el pasillo había tres puertas una justo a mi izquierda. Una la derecha al final del pasillo y unas puertas dobles al frente. Medite un momento antes de escuchar algo a la derecha.

Empuje las puertas dobles con lentitud, en silencio deseé que nadie escuchará el chirrido y finalmente me encontré en la habitación.

La estancia era similar a las que había visto en películas, definitivamente más desordenado, pero las cosas que esperaría estaban ahí. Un par de mesas metálicas, grandes lavamanos contra las paredes. Y por supuesto estantes y armarios repletos de instrumentos.

Me moví por el lugar mirando mientras el fuerte olor a desinfectante comenzaba a torturar mi nariz. Pronto encontré una caja llena de hojas de bisturí y en uno de los armarios encontré una sierra. La herramienta estaba limpia y aunque el cable estaba enrollado parecía lista para usarse.

La tomé y cuando la tuve en mi mano comencé a dudar de lo que hacía. Nunca antes pensé que tendría que mutilar un cadáver y en en ese momento no había otra cosa en mi cabeza.

Mi mano tembló, pero antes de que pudiera plantearme el devolver la herramienta a su lugar el chirrido de la puerta resonó y me voltee en su dirección para ver entrar a alguien.

El hombre no tendría más de treinta, era promedio, cabello castaño, usaba una bata deslucida sobre su uniforme quirúrgico. El tardo en notarme, demasiado ocupado con su celular, pero cuándo levanto la cabeza y miro a su alrededor no me quitó los ojos de encima cuando me encontró.

No estoy seguro de cuál fue su primera impresión de mi, pero sospecho que no fue la de ser un cadáver ambulante. Pero eso no duró mucho. Yo había dejado de sostener la tela que cubría mi pecho. Él la vio y pude ver cómo la confusión en su rostro paso al horror.

A continuación paso lo que debía, él intento huir y yo no tuve más opción que intentar alcanzarlo. Lo logré, antes de que el diera un tercer paso yo ya estaba jalando su bata y aunque mi pecho dolía lo suficiente como para impedirme pensar aún tuve suficiente lógica como para tirar al hombre al suelo con un jalón fuerte de la tela.

Su nuca golpeó el suelo con un sonido desagradable, pero no lo saco de acción, tal vez lo aturdio un poco, cosa que no ayudaría lo suficiente por lo que me propuse hacer algo cuestionable.

Me coloque sobre y me dispuse a asfixiarlo.

Forcé mi muñeca en sus boca obligándolo a abrir su mandíbula hasta el límite para evitar que algún grito alertara a alguien. Inmediatamente lleve mi mano libre a su garganta y rodeándola comencé a empujar contra el suelo con firmeza.

El luchó contra mi como pudo, araño, golpeó e intento rodar, pero nada fue suficiente. Finalmente se rindió al cabo de unos minutos, estaba tan cerca de la asfixia que no tuvo de otra que caer inconsciente.

Claro que me sentí culpable cuando lo ví ahí, tirado, con mis dedos marcados en su cuello, pero no podía hacer otra cosa, el dolor en mi pecho solo era peor y como si eso no bastará la herida comenzaba a sangrar.

Yo no iba a morir, no lo quería.

Le quité la bata al hombre para cubrirme, ir desnudo por una morgue me resultaba extrañamente perverso.

Después tomé la sábana que se había resbalado de mis hombros en el forcejeo y la hice tiras. Até los tobillos y muñecas del hombre lo mejor que pude y también lo amordace.

Yo no me atrevía a pensarlo demasiado en el momento, pero sabía que terminaría tomando su sangre.

Lo deje en el suelo y tomé la camilla para ir a buscar el cuerpo que necesitaba.