No sé mucho sobre transplantes de órganos o procedimientos médicos. Aunque la mayoría de esa información es accesibles para la población regular bajo la doctrina de Anweg es extremadamente raro que alguien lo estudie por iniciativa propia, ni se diga en mi caso que era solo un adolescente.
Pese a esto yo tenía una noción de lo que tenía que hacer, todo cortesía de Alex quien se había pasado metiendo la cabeza en cualquier documental o película educativa que tuviera al alcance.
En ese momento no estaba seguro si mis amigos seguían con vida y hasta cierto punto prefería no saberlo.
Fui en busca del cuerpo de Natalia, ya que no sabía el estado de los órganos de los otros cuerpos y ella estaba a la altura perfecta, para la camilla.
Mientras hurgaba en busca de material me pregunte si debía dedicar una oración a Natalia. Ciertamente yo no había sido especialmente devoto a la iglesia de Anweg y en mi condición de anatema no parecía el mejor momento para empezar. Siempre podría dirigirla a Zhetz aunque no me parecía que fuera su área.
Tomé algunas hojas de bisturí de una caja, conecte la sierra y jugué unos minutos con unos separadores hasta hacerme una idea de cómo usarlos.
Con el cuerpo de Natalia sobre una mesa todo preparado, me dispuse a continuar con el atroz robo de órganos.
Aparte la sábana que cubría su cuerpo y la miré. Lo cierto es que no hay nada erótico en un cadáver y es que una vez muerto pierdes todo lo interesante de la vida, no hay sonrisas calidas, risas alegres o sonrojos tímidos, solo un cuerpo pálido y frío.
Con un nudo en el estómago mire la piel en su su pecho y ubiqué la punta del bisturí en el lugar que yo creía que era correcto. La piel se opuso por un momento, pero realmente no hizo nada por impedir que la punta entrara.
Pensé que probablemente mi destino siempre fue volverme un vampiro. Como si no podría explicar mi indiferencia mientras abría el cuerpo de la chica que apenas unas horas atrás me saludo con una sonrisa al principio de clase.
Apenas hubo sangre al cortar su piel y tampoco hubo mucho más cuando pase a cortar las costillas y músculo con la sierra. El escaso fluido penas me llamo la atención, muerto como estaba parecía que no activaba ningún instinto conveniente.
La improvisada cirugía fue lenta, si el reloj en la pared sobre uno de los lavamanos hubiera funcionado tal vez hubiera contado el tiempo. Por supuesto no estaba dispuesto a ir más rápido. No solo para evitar dañar los órganos que necesitaba, también porque tenía miedo de lo que seguiría.
No fue hasta que comencé a abrir la cavidad con los separadores que comencé a pensar en como sustituir mi propio corazón adolorido con él reemplazo. Conseguir ayuda no era viable y cortar dentro de mi propio torso parecía imposible.
Abrirme paso dentro del cuerpo de Natalia para intentar separar su corazón fue una pesadilla. No porque sintiera algún arrepentimiento. Fue simplemente que no entendía que hacía. Corte casi al azar rogando para estar haciendolo de la forma correcta.
Entre el dolor en mi pecho y la confusión me pareció que pasaron horas, pero finalmente lo logré. Sostuve el par de órganos en mis manos temblorosas, no me parecieron diferente de un trozo de carne comprado en el mercado local, excepto claro porque nunca antes había visto a alguien comprar un corazón o un pulmón.
Los contemple por un momento impresionado y como si algo en mi lo comprendiera mi pecho comenzó a empujar hacia afuera. Sin ninguna guía para darme un sentido de lo que pasaba me senté en el suelo y dejé que la naturaleza alterada de mi propia carne se encargará.
En años posteriores yo sería testigo de cosas horrorosas, pero nada como llevar los órganos de un cadáver a mi pecho y ver cómo de alguna manera mis propios tejidos los recibían ahí dentro. No pude ver demasiado, no solo porque aparte el rostro en mitad de aquello, sino también porque el dolor golpeó.
Si antes había sentido dolor, la nueva ola fue pura agonía. Apreté los dientes y me retorcí en el suelo mientras que los ruidos húmedos sonaban en el interior de mi pecho abierto mientras algo más allá de mi comprensión ocurría. Increíblemente no llore, pero si termine dando vistazos rápidos a mi torso mientras me sostenía del suelo.
Alcance a ver la sangre oscura que comenzó a ser empujada fuera de mi, la note y pensé que tal vez estaba muriendo, pero no era el caso. Solo eran restos de sangre oscurecida goteando fuera de mi pecho y empapando el suelo. Por supuesto la sangre muerta no era lo único que necesitaba salir de mi cuerpo.
Desearía haber caído inconsciente para lo que siguió, hubiera sido agradable cerrar los ojos y simplemente omitir todo, pero no tuve tanta suerte. Permanecí despierto, pude ver cómo mi corazón original emergió, resbaló fuera y golpeó el suelo con un sonido vomitivo. Lo mire ahí tirado y observé como una mezcla brillante de humedad roja lo cubría. Me aguante el desagrado con los dientes apretados mientras mi pulmón emergia de forma similar.
Probablemente debería de haber estado más horrorizado, pero apenas pensé en ello. Era un poco milagroso. La mayoría de personas nunca verán su propio corazón, ni siquiera en una radiografía o un ultrasonido, algunas cuando mucho verán la actividad eléctrica dibujada en un papel. Mientras tanto yo lo podía verlo ahí aún cuando en la lógica del mundo debería de haberme precipitado a la oscuridad en el momento en que se desconecto de mi. Los dones del señor de la sangre parecían tan improbables que solo podían ser fruto de la magia que la humanidad había esclavizado en la antigüedad.
Cuando el pulmón finalmente quedó fuera junto a mi corazón, me di cuanta que el dolor ya no estaba. Pero no pude sentirme aliviado por mucho tiempo porque la sed golpeó.
Llamarlo sed es inexacto, realmente era una sensación más cercana al hambre, más presente en mi propio pensamiento que en una expresión puramente física.
Habiendo llegado tan lejos en las atrocidades necesarias para mí supervivencia, el robar sangre parecía algo menor. Y qué si tomaba un litro o algo menos de alguien, los adultos humanos tienen cerca de cinco y pueden perder ese poco sin el mayor inconveniente.
Me levanté del suelo y restregue con mi palma la sangre que manchaba mi pecho. Mientras intenraba retirar la sangre sin éxito avance la mesa donde seguían las hojas de bisturí. Abro una nueva y la abrí. Caminé hasta donde había dejado al hombre que intente estrangular y me arodillo a su lado completamente dispuesto a obtener la sangre que necesitaba.
Desate los brazos del hombre tendido en el suelo. Él había transitado de estar inconsciente a la fuerza a dormitar. Probablemente su rutina nocturna lo mantenía constantemente exhausto. Se mantuvo dormido y apenas se quejo cuando corte en una de sus muñecas. Ahora bien podía haberle cortado en muchos otros lugares solo para obtener sangre, pero la muñeca era accesible, discreta y para nada mortal. Yo no tenía nada en contra del hombre, matarlo era innecesario.
Con el corte hecho, su sangre emergió lentamente. Apenas la ví me incline para pegar mi boca y recorrí con la lengua la extensión de la herida.
No estoy seguro de cuánto bebí. Tal vez fue poco más de una taza o un vaso grande, no fui ambicioso, fue suficiente con sentir algo en mi estómago.
Cuando termine vende la muñeca del hombre con la misma tira de tela con que lo había atado antes y me dispuse a salir de ahí.