Observando desde lo más lejano de la ciudad, sentado en un templo a punto de colapsar, esperando a su creador.
Un pequeño robot que solía ser de color azul fuerte y lleno de vida, creado para llenar el espacio que el padre de su creador dejó atrás.
El pequeño se esforzó por llevarse bien con su familia.
Perdido en sus pensamientos, deseando que su familia vuelva por el, siempre estaba lloviendo en ese lugar.
Todo lo que el podía ver era a los edificios del fondo, gotas de agua cayendo de los árboles de ese templo, el sonido de las gotas de agua golpeando a la madera vieja de ese mismo lugar.
Un templo que antes visitaba todos los fines de semana, deseando el bien a su familia, pidiendo que nunca se separaran de el.
Recordando cuando su creador lo llamaba sonriendo, con un fuerte deseo de ver y escuchar a su creador una última vez.
Repitió lo mismo por años, todos los días, el mismo ruido a carros pasando a través de los charcos de agua que se formaban por la lluvia, viendo como aparecían más edificios a lo lejos.
Quieto, inmóvil, solo y olvidado...
El agua lo desgastó lo suficiente como para que le impidiera moverse.
Solo era una pequeña y miedosa vela que quería volver a darle luz a su familia.
El cielo se nubló, el suelo fue cubierto por nieve, toda la ciudad se volvió un caos y al final...
Su creador nunca volvió...