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Chapter 50 - Y por ende...

-En una semana más será la Luna llena. –dice Soledad. –Y no podremos resistir más este asedio de las legionarias.

-Llegó la hora de abandonar el fuerte Román. –dice René por medio de un radio. –Las legionarias ya atravesaron el perímetro y vamos en retirada, operación graciosa huida en desarrollo.

-Ya nada más faltan ustedes, amor; ¡Ya retírense por favor! –dice Pamela. –Tenemos que poner en marcha el plan del Fuerte Barrancas, si queremos que la mansión de tu mamá no sea destruida.

- ¡REGRESEN DE INMEDIATO!

Se escucha la voz de Soledad desde otro radio, mientras del otro lado de la puerta mágica; Érika suspiró tranquila al ver aparecer a su hermano Rolando; René; Pamela y Soledad, que eran los únicos que faltaban.

- ¿Quién diablos les enseñó a usar bazucas y lanzagranadas a esas locas asesinas?

Pregunta Pamela quitándose el vendaje de los ojos, que sin excepción usaban cada vez que alguien atravesaba una puerta mágica, vendaje que hasta al Queco le habían puesto.

-Tal vez entre sus conyugues haya exmilitares. –dice Michelle.

- ¡El fuerte Román ha caído, señores! –dice Romaia. –En este momento deben de estarlo haciendo pedazos las legionarias.

-Ojalá y no, por eso lo abandonamos. –dice Érika. –Aunque teníamos suficientes armas y municiones para defenderlo, estratégicamente tuvimos que abandonarlo para evitar la muerte de muchas legionarias y de nosotras mismas, ahora que estamos a tan solo unos días de hacer el último intento por salvar al mundo.

-¡Me parece un magnifico plan! –dice Michelle Hardman, las legionarias en cuanto vean que ya no hay nadie en el fuerte, simplemente lo abandonarán sin hacer muchos destrozos, recuerden que su objetivo somos las conyugues, y al no encontrar ni a conyugues, ni a machos, pues se irán, además aplaudo mucho su decisión de no barrerlas con las armas de alto calibre, como tú dices, hubieran sido muertes innecesarias en caso de que funcione el plan del niño. –le dice Emma a Érika.

- ¡El plan del puto niño! –dice Romaia burlona.

- ¡A ver escuinclas, ya basta de burlas! –dice Adelina. - ¡Recuerden que todo esto empezó por que se burlaron de la Condesa! ¿Ahora quieren que su niño también se enoje?

- ¡No doña Adelina como pasa usted a creer! Y tiene razón, no le vuelvo a decir así ni a él, ni a ningún niño más y ahora que reconstruyamos al mundo no permitiré que nadie más se vuelva a burlar de la Condesa, ni del niño, ni de ningún ente, demonio, hombre lobo, bruja, vampiro; Santa Claus o Santos Reyes que hayan existido o que aun existan, es más, tengo tan claro lo que es respetar todas las creencias y tradiciones; ¡Que ya tengo hasta mis esferas para la navidad!

Ya era 1 de octubre de 1982 y todo estaba listo para ejecutar el ritual para llamar a la Condesa, las mosquetebrias y su equipo se reunieron en el auditorio de guerra del Fuerte Barrancas.

-Mañana iniciamos el éxodo muchachas, lo que nos falta por ponernos de acuerdo, es que si vamos a llamar al Conde o nada más a la Condesa. –dice Emma Verch, en aquella reunión previa al evento.

-Yo creo que, si llamamos a la Condesa nada más, igual va a venir el Conde también, ¿Oh no? –pregunta Pamela.

-Pues que yo sepa siempre han venido los 2. –contesta Soledad. –Así que no hay nada en que ponerse de acuerdo, ya revisé la casa y se ve que las legionarias nada más llegaron, nos buscaron y se fueron.

-Pues si fue así menos mal, mi casa ya parecía un viejo monasterio, más que una pensión para señoritas. –dice Adelina. - ¿Y quién sabe si algún día todo vuelva a ser igual?

-Lo será Adelina, lo será, ya lo verás que sí. –le contesta Emma Verch.

-Tú al menos tienes la esperanza de recuperar tu casa. –dice Michelle. –Muchos de aquí no tenemos a donde regresar.

-Como Belinda y Carolina que perdieron a sus padres, hermanos y hasta sus novios por correspondencia, además de todas las durmientes que tenemos. –dice René.

- ¿Quién sabe qué vamos a hacer con ellas cuando todo esto termine?

-No sé qué tienes muchacha, pero cada vez que hablas me dejas mucho en que pensar. –le dice Leticia a Romaia. –Y ya hasta me da miedo preguntar, pero ahí te va, te haré la pregunta más sencilla de todas, a la que estoy segura que me darás la respuesta más difícil de todas, a ver; ¿A qué exactamente te refieres?

- ¡Huy Leticia! Yo creo que todavía te faltan muchos reportajes por hacer, como para que me contestes todas las dudas que me cargo, pero ahí te va, como tú dices, si todo sale bien y llamamos a la Condesa para que obtenga el perdón de su hijo y todo eso, por ende, terminamos con su maldición, por ende, liberamos de la maldición al alma del conde de Malibrán, por ende, también liberamos al alma de la Condesa y se va con su bebé al mundo de los felices por siempre, por ende, nos regresa su pecado, por ende, los hombres dejan de sufrir el síndrome de los mandilones, perdón, el de los muertos vivientes, por ende, las mujeres dejan de sufrir el síndrome de las mujeres asesinas, por ende; ¡Los putos hombres van a tener que sernos infieles otra vez! Porque por ende, todas las durmientes y las legionarias que sobrevivan se van a quedar sin pareja y por ende, vamos a tener que volver al puto mundo de mierda que vivíamos antes, porque por ende, los putos hombres ahora sentirán que es su obligación ponernos el cuerno, y el último puto por ende, que me falta y que se me ocurre, es que nosotras tendremos que hacernos pato, como si no nos diéramos cuenta, para poder reconstruir el puto mundo, que, por ende, destruimos; ¡Así que mejor no, mejor que se joda todo y no llamamos a la Condesa! Y tú ni creas que te voy a dejar repoblar al mundo con las legionarias, cabrón, me vale madre que se vuelva a acabar el puto mundo, primero te mato; ¿Me oíste? ¡Primero te mato!

Dice Romaia cuando ya Soledad la abrazaba y el aludido, no sabía ni que decir, porque aún tenía el síndrome de los mandilones, digo, el de los muertos vivientes.

- ¡Tú ni contestes, hermano! –le dice Timothy a Nathan, riéndose.  –Que mientras tengas el síndrome de los mandilones, como dice aquí tu novia, no cuenta lo que digas.

- ¡Por eso no quería preguntar! Pero, en fin, ya veremos que sucede después.

Dice Leticia lanzándole una mirada de mujer asesina a su camarógrafo, que, por cierto, era el mismo de siempre, como diciéndole; ¡Yo también te mato!

- ¡Además! –dice Romaia.

- ¡Ya, ya párale Roma! –dice Érika. –Que contigo hasta dan ganas de que se termine de acabar el mundo, por nosotras no tenemos que preocuparnos, porque somos las legendarias tres mosquetebrias de la pensión para señoritas de la mansión Román, y pasaremos a la historia como las que destruimos el mundo para encontrar a los novios fieles que siempre buscamos; ¿O tú crees que Gregory, o Nathan, o René, con síndrome o sin síndrome, se atrevan a ponernos el cuerno? ¡Yo no lo creo porque ya saben de lo que somos capaces! ¿Verdad amorcito?

Y el otro aludido, al igual que Nathan, tan solo encogió los hombros porque no tuvo nada que decir.

- ¡Tú tampoco hables Gregory! –dice Timothy. –Que al igual que Nathan, nada de lo que digas vale mientras tengas el síndrome de los mandilones.

- ¿Tú te sientes muy cabron por ser el único soltero y sin compromiso del credo? ¡Pero ya es tiempo que le cumplas a una de nuestras durmientes! –le dice Pamela.

- ¡Tranquila Pamelita! Yo ya tengo a una de las durmientes apartada, que era mi amiga mucho antes de que ustedes llamaran a la Condesa, acuérdate que, a mí, a Mickey y a Brittany nos toca atenderlas cuando las despertamos para alimentarlas, pero ya le dije que cuando pase todo esto, yo voy a estar con ella por siempre, porque al igual que muchas, perdió a toda su familia y se ha quedado sola en la vida. –dice Timothy en su defensa.

- ¿Y desde cuando los mugrosos machos apartan a las mujeres? –sigue preguntando Érika furiosa.

- ¡Bueno ya cuñada! Tan solo es un decir, además tú ya tienes apartado a uno de mis hermanos desde antes del apocalipsis y nadie te ha dicho nada.

- ¡Bueno ya Èbrika y déjame volver al tema por favor! Yo ni iba a decir nada de eso, pero tienes razón, nuestros D'artagñanes tendrían que ser muy estúpidos como para ponerles el cuerno a las 3 mosquetebrias de la mansión Román. –dice Romaia, ya habiéndose acercado a Nathan para abrazarlo. –Yo les iba a decir que; ¿Qué es lo que íbamos a hacer con Soledad?

- ¡A mí ni me metas! Que ya destruiste el mundo para arreglar tus problemas. –dice Soledad tratando de evitar el tema.

- ¡Aunque no quiera, Señora! Todos sabemos que cuando terminemos con la maldición de la Condesa, pues su alma quedará liberada y se irá al mundo de nunca jamás o al de felices por siempre, por ende…

- ¡Ay yaaa, escuincla! Ya no digas eso de por ende…

- ¡Bueno está bien! Lo que quisiera saber ahora es:

- ¿Que va a pasar con nuestro caballero salvador, se ira al séptimo cielo o al quinto infierno? porque no creo que la Reina de la infidelidad, merezca irse al país de nunca jamás o al de felices por siempre, con el perdón de su hijo y con el amor de su esposo.

- ¡Por supuesto que no! –dice Soledad dejando escapar una emoción delatadora. –Digo, yo tampoco creo que sea justo, aunque al romper la maldición, quedarán libres de pecados porque sus almas son inocentes, porque actuaron influenciadas por una maldición.

-La verdad que no lo creo, el Conde la volverá a asesinar con todo y niño una vez que la perdone y sus almas desaparecerán como una chispa, llevándose todas sus maldiciones y devolviéndonos el pecado que nos hace falta. –dice Belinda.

- ¡Quien despertó a esta durmiente amargada! Yo creí que la aguafiestas oficial del batallón era Pomaia. –dice Érika. - ¿Por qué no la duermes Soledad?

-Porque ella no tiene que estar dormida, porque el requisito para pasar al credo de las durmientes es estar soltera y disponible, y aquí nuestra querida Bebelinda, está soltera, pero no disponible; ¿Verdad amiguis? –dice Soledad, pasándole un brazo por los hombros.

- ¿Cómo que no está disponible? Al menos que se haya comprometido con uno de mis hermanos; ¡Hiiiiiii! Eres una maldita aprovechadora de fines del mundo; ¿A ver, a cuál sedujiste maldita zorra?

- ¡A ver, a ver escuinclas, ya estuvo! Me le van bajando a ese vocabulario, que no porque se esté acabando el mundo les voy a permitir que se me maleduquen perdiendo su clase y distinción, que la pensión para señoritas todavía sigue en pie, y tampoco quiero que pase a la historia como la escuela del fin del mundo donde se criaban muchachas vulgares y corrientes, así que, de ahora en adelante, se acabe o no se acabe el mundo, se van a comportar como las señoritas decentes y de buena familia que son. –dice Adelina sentenciosa.

- ¿Puedo volver al tema? –pregunta Romaia, aprovechando el silencio. –Como les decía; ¿Que va a suceder con el Conde?

-Pues pienso que va a irse a algún lugar donde va a ser feliz por siempre, al igual que la Condesa. –dice Michelle.

-Esa pregunta nos la podría contestar muy bien Tenpecutli. –dice Soledad.

- ¡Tú más que nadie deberías de conocer esa respuesta! –dice Romaia. –Porque a ti es a quien más que a nadie le interesa saber que va a pasar con él.

-Si Soledad, ahora entiendo el punto de Romaia. –dice Adelina. –Porque a ti te corresponde rescatar a esa alma, él no se va a ir con la Condesa porque el niño no es su hijo, acuérdate que lo tienes que ayudar a encontrar el camino al país de los felices por siempre, pero contigo a su lado.

Soledad se quedó mirando a nadie, pensativa, sin saber que contestar, tal vez no había perdido la esperanza, lo único que sabía en concreto, es que en realidad no sabía nada.

-Pues en realidad no sé qué pasará conmigo y con Alfonso de Malibrán, ni mucho menos si yo estoy en su camino, la última vez que lo vi como que no me tomó en cuenta, incluso sentí como que me despreció.

- ¡Porque sigue comprometido con su esposa! Recuerda que de eso se burlaba ella, y que se llevó su pecado precisamente para que no se lo bajaras, como se lo prometiste, en sus violentos celos, usó el odio de él, que estaba potenciado con el poder que le dimos todas nosotras, para desarrollar la venganza que en ese mismo momento se le ocurrió, tal vez su pecado sea la infidelidad, pero no cabe duda que su penitencia son los celos. –dice Érika.

- ¡Tienen razón, chicas! Él no me despreció, me rechazó porque en el mismo momento que la Condesa se diluyó en arena, se llevó su pecado y comenzó a surtir efecto su maldición, por eso el Conde se resistió cuando estaba a punto de besarlo: ¡Ya sabía yo que no había nacido el hombre, dios o demonio, que pueda resistirse a mis encantos!

-Por ahora lo que debemos de hacer es salvar a la Condesa que es lo que necesitamos para salvar al mundo, y ya luego veremos qué pasa con el Conde de Malibrán y la mulata de Córdoba. –dice Soledad.

- ¡No te preocupes, Soledad! Con ese cuerpazo que tienes y esa cara, no hay Conde por muy maldito que esté que se te pueda resistir, además ya se me ocurrirá algo, eso si te lo puedo prometer, por ahora concentrémonos en salvar al mundo, ya después vemos lo de las bodas de todas nosotras, incluyéndote a ti y a doña Adelina, que, si vamos a repoblar al mundo, tendrá que ser como dios manda; ¿Verdad doña Adelina?

Dice Romaia dando por terminada esa reunión, dejando a Adelina por primera vez callada y sin saber de qué manera regañarla por lo que había dicho.

- ¡Ah! Y tú también Leticia, que aunque todas sabemos que eres soltera y sin compromiso, te casaremos con tu camarógrafo que por cierto, siempre fue el mismo.