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Chapter 2 - Capítulo 2 Vísperas del gran festival

Primavera, año 1000 después de la ascensión de las tierras.

En el país de Helster; como de costumbre, caía la nieve lentamente. El pueblo de Hacrist estaba camuflado entre las montañas, cerca de la capital. Los vientos rugían y los copos danzaban entre los árboles que dejaban caer sus pétalos rojos en las aceras de piedra y los tranvías recorrían las vías con bastante facilidad mientras que la calefacción hacía de las suyas en las casas de madera y piedra.

En la pequeña casa de Calai; apenas con dos cuartos y un baño, la calefacción la arropaba de todo el frío. Las cobijas se envolvían a ella y se aferraba con fuerza a sus almohadas, el sol no se asomaba y las dos lunas eran las que aún dejaban ver el panorama, aunque su amante asomaba desde la lejanía por las montañas en donde la Aurora Boreal danzaba para ellos.

El despertador sonó y vibró de un lado a otro con fuerza, el sonido era persistente y molesto haciendo que Calai se molestara, ya que en sus sueños estaba disfrutando y no quería dejar aquellos lugares. Abrió sus ojos y el sueño seguía llamándola, las cobijas se tornaron traicioneras y del susurraban para que se quedara con ellas.

Decidió levantarse, su cuerpo estaba soñoliento al igual que su mente y se tambaleó hasta que llegó al espejo. Se contempló mientras se rascaba de forma torpe su ojo. Podían ser quizá las siete, aunque por las lunas el sol no llegaba a asomarse hasta pasadas las ocho, quizá nueve de la mañana.

––Estoy hecha un desastre.

Estaba decepcionada mientras observaba sus cabellos blancos desalineados y sus ojos color armiño que cargaban esas enormes ojeras. El levantarse de la cama no era una de sus virtudes, pero aun con todas se dio un baño. Como de costumbre, contempló su cuerpo en el espejo y ojeo sobre su pecho izquierdo, ese símbolo que era semejante a una flor de loto encapuchada había acompañado a Cala prácticamente desde que tenía memoria. Anteriormente había tratado de quitárselo con jabón, pero parecía estar ligado eternamente a su pie y las personas que la habían cuidado nunca pudieron quitarle aquello.

El agua resbaló suavemente por su cuerpo y el jabón se impregnó en su carne, el vapor se elevaba por lo alto del pequeño cuarto y ella soltaba burbujas mientras sumergía su rostro en el agua cálida.

—Si pudiera recordar cuando era más pequeña. ¿Por qué las personas olvidan? ¿Y si me olvido de más cosas cuando crezca? No quiero ser adulta.

Su cuerpo empezó a arrugarse y esa fue la señal, tomó el paño y salió de la bañera para poder secar su cuerpo.

Salió del baño y se puso a limpiar su casa. Empezó por el piso, el polvo se llegaba a acumular con cierta sencillez y no le gustaba estar tosiendo cada dos por tres. Observó el calendario que tenía en una de las paredes mientras.

––Ahora que lo pienso, ya casi llega el Festival de los Espíritus Amorosos. Quizá podría pasarme por ahí, después de todo es el número mil y pese a que no me agrada estar entre muchas personas, quizá y solo quizá, podría divertirme. Calai, podrías ir y bailar, además que esas crepas se ven muy tentadoras––Meditó por unos instantes aquellos pensamientos––. Sí, está decidido. Aunque ocuparé un buen vestido para salir. Creo que tengo uno en mi closet.

Luego de barrer tuvo una guerra civil con su cabello, no cooperaba con su cepillo de manera satisfactoria y era bastante rebelde. Enredando sus hebras y maltratando su cabeza con cada pasada de cepillo. Tras aquella lucha se colocó la flor azul marino que tanto gustaba de usar y salió de su casa como a las ocho de la mañana. Caía la nieve lentamente…

… …

Entre tanto, Aurora, patrullaba los cielos en su nube, se arremolinaba de manera juguetona sus cabellos que cambiaban a bellos tonos pastel y observaba a las personas de las tierras superiores llevar su día a día con aquellos ojos color celestre que llevaban grabadas las estrellas del firmamento. Estaba aburrida y ese día parecía que ni su pasatiempo favorito podría calmarla. Su nube voló velozmente hacia las tierras de Edén en donde estaba la princesa Alma.

––Me pregunto ¿Qué se les ocurrirá para este festival?

Desde la vista de Aurora, los enormes edificios se divisaban cortos y las pantallas holográficas eran apenas visibles, pero ella confiaba en ver un espectáculo a la altura debido a su importancia y en las noches tenía la intensión de bailar, ya que incluso sus pasos celaban a las lunas y las estrellas la observaban enamorada.

––No puedo creer que ya hayan transcurrido mil años desde la ascensión de estas tierras. Mil años desde la primera masacre.

En el castillo, la princesa estaba revisando que todo fuera de acorde al plan, bajó a la planta principal y se sentó en el trono de oro y cristal. Diligitis, su mayordomo, la siguió lentamente, siempre posicionado a su lado derecho. Observó que una cortina del fondo estaba en posición incorrecta y la colocó debidamente, dejando nuevamente el emblema de la familia real en perfecto estado.

––Nadie puede bajar a las plantas bajas del castillo–– Pensó lentamente mientras cubría la historia con la cortina.

––¿Todo está listo?

Se volteó hacia la princesa.

––Desde luego mi señora.

Diligitis era alto, elegante y llevaba una mirada encantadora pero desafiante que, con un cabello negro corto rebelde, le hacían lucir a un mejor. Usaba un sombrero que tapaba sus orejas ya que no le gustaba que las vieran, lo consideraba poco elegante.

––¿Revisaron la entrada?

––Sí, ningún hada podrá subir, aunque no creo que lo hagan, no lo han hecho desde hace trecientos años. También, en la noche, la Aurora Boreal danzará para nosotros y las cartas hacia las demás princesas y los duques ya han sido enviadas y respondidas, ellas llegarán para el día del festival, aunque los Lord de cada casa no van a asistir, Lord Cid va a ayudarnos con la transmisión de todas las actividades para todas las personas de las tierras superiores que no puedan asistir.

––Perfecto, además la ciudad luce genial.

Ella miró los engranajes por los cuales subían las muñecas de trapo con olor a vainilla, los enormes cristales reflejaban sus sombras que danzaban por las paredes y el suelo, las melodías de la caja musical sonaban por todo el palacio, se colaban por la primera planta y llegaban hasta la cúpula.

Vanitas llegó poco después, él era el encargado de ayudar a la princesa en lo que a vanidad se refería y estaba orgulloso de su profesión. Era robusto y tenía un gran mostacho, también tenía un collar con una joya verde y gustaba de usar guantes blancos, su cola de mapache se sacudía con cierta elegancia.

––Mi señora, hoy se ve espectacular, le dije que ese azul celeste combinaría con sus ojos esmeralda y lo claro de su piel, además que el color gris de su cabello combina con cualquier color y sus orejas se ven elegantes––La cola de gato de la princesa se sacudía con cierta elegancia e hipnotismo.

––Gracias Vanitas.

Por fuera del castillo, Aurora se acostó en el techo de la cúpula, observaba más allá del cielo azul y contemplaba expectante el cosmos ya que a diferencia de los humanos sobrevivientes y todas las demás criaturas ella era la única que podía ver claramente el universo, sus bellos colores la habían maravillado de niña y siempre creía que algún día, podría desvelar todo ese halo de misticismo que en él moraba.

––Como siempre estás en la luna Aurora.

Observó de reojo a su derecha.

––Venus, no me molestes.

––Tranquila––Dio una leve risa para sí misma.

––¿Por qué estás aquí? ¿No estabas ocupada?

––Lo estoy, pero Gladio me convenció de que viniera a tomar un poco de aire y de casualidad te vi y decidí seguirte.

Aurora suspiró y re acomodó en su nube.

—Mil años… ya han pasado mil años.

—Si, me trae cierta nostalgia. Hace mil años todo era diferente.

Venus se sentó al lado de la nube de Aurora.

—¿Recuerdas cuando fuimos a la ciudad del Sol?

—Te caíste en arenas movedizas y estabas llorando, aunque podías salir.

—¿Dónde estará Verum? —Venus observó a Aurora, estaba mordiendo un poco de su cabello mientras que las nubes jugaban en el cielo.

—Ha estado trabajando, aunque no se en qué, no quería invadir su privacidad. A diferencia de todos los que han nacido y nacerán ella es la única que puede vernos.

—¿Qué tipo de trabajos ha hecho?

—Estuvo con Ferneris muchos años ¿qué piensas que ha estado haciendo?

Las alas de Venus se extendían y sus plumas caían por el techo.

—Me parece curioso, aunque creo que era lo mejor.

—Solo espero que no haga nada estúpido.

—No creo que lo haga, los siete príncipes lograron que ella cambiara y aprendiera del pasado, no creo que todo se vuelva a tornar como hace mil años.

Aurora se volteó y observó a las personas, los autobuses iban llenos de trabajadores y trabajadoras, los niños y niñas iban a las escuelas, los adolescentes a los colegios y los universitarios a la universidad.

—No toleraría ver a niños y niñas ser mandados a la guerra otra vez.

—No va a pasar— Se levantó y contempló el suelo—. Me tengo que ir, ya tomé el aire que necesitaba.

—Cuídate Venus.

––Eso haré.

––Un día tanto trabajo te va a matar, tienes que relajarte un poco más.

––Lo intentare, pero lo veo difícil, los demonios siempre están causando problemas.

Soltó una sonrisa perdida y siguió contemplando las nubes y los cielos con cierto enamoramiento en aquella mirada perdida mientras que su hermana se perdía entre la multitud.

… …

Las personas concurrían la capital de Havila y ella hacía de las suyas para avanzar, las personas la observaban extrañadas, aunque quizá tenían un poco de compasión y se corrían para que ella pudiera pasar entre la muchedumbre. Pese a su aspecto, su juventud destacaba por encima de todo ya que no cargaba arrugas ni nada parecido, su piel erra lisa y hermoso. Llevaba una capucha que solo le dejaba al descubierto su bella nariz; perfecta y pequeña, su boca de suaves labios y su mentón. También cubría lo que parecía ser una joroba, ella tenía una apariencia un poco delicada y se paseaba con rumbo a Edén. Destilaba un aura oscura y pese a lo bello de su nacimiento no pudo evitar su destino. Las personas la observaban con cierto desdén y curiosidad. Pasó por una de las calles principales y luego dobló para meterse en unos callejones que la llevarían a una de las vías de trenes principales. Al entrar en ese callejón pudo ver a una anciana de una edad avanzada que hacía un esfuerzo enorme para poder entrar en su casa, las bolsas con las que cargaba parecían pesadas y estaban llenas de compras que ella intuía que eran de comida. Caminó hasta estar cerca de ella, sus pasos resonaban entre el callejón oscuro y no podía negar sus principios, la habían educado como a pocas personas en la tierra y su nivel de ética estaba a la altura de los reyes y reinas, incluso ella podía decir que era más el nivel que tenía, pero en esos callejones era inservible, pero, su corazón sentía y este pudo con ella.

––¿Necesita ayuda? ––No pensó siquiera en aquellas palabras.

La anciana se volteó y vio a la joven, esta le estaba tendiendo la mano.

––Si–– Su alma se alivió, aquellas compras eran bastante pesadas para sus brazos ya mallugados por el paso implacable del tiempo.

Ella tomó las dos bolsas que no eran pesadas y más bien para su fuerza eran ligeras y compactas. Entró en la casa de la anciana y le dejó las bolsas en la sala principal.

––Hija espera un momento, voy a recompensarte.

––Señora, no es necesa…

––No, no, no, no, yo insisto.

La joven tomó asiento, no podía desobedecer, menos viniendo de un adulto mayor y esperó pacientemente a que la amable señora llegara. La anciana llegó poco después con unas galletas que estaban en un frasco de cristal, sacó unas cinco y se las sirvió en un plato con un poco de leche.

––Mañana es el festival de los espíritus amorosos. ¿Vas a ir jovencita?

––Desde luego que voy a ir, ni muerta me lo puedo perder.

––Yo ya no creo poder. Estoy muy vieja cómo para.

La joven tomó una galleta y la degustó con un trago de leche.

––Yo voy porque tengo un asunto pendiente.

––¿Ese asunto tiene que ver con alguien o algo?

––Digamos que sí, creo que se alegrará de verme.

La chica caminó ligeramente y observó que la señora tenía miles de libros que hablaban de las hadas. Eso le llamó apasionadamente la atención y se volvió hacia la anciana que sorbía plácidamente la leche de su taza. Luego se sentó y preguntó con deliberada educación.

––Veo que gustas de las hadas.

La anciana se levantó luego de hacer una mueca y fue a por el libro.

––Siempre quise ver a una, pero lamentablemente ellas ya no están en estas tierras, desaparecieron hace mucho. Dicen que antes había entradas, pero fueron selladas.

––A mí también me hubiera gustado conocerlas.

La joven miró su reloj y tuvo que despedirse, debía continuar su camino para llegar al festival, ella más que nadie sabía que ese festival sería inolvidable y su importancia para las tierras superiores. Se despidió de la señora quien le agradeció una vez más por ayudarla y siguió su ruta.

… …

Calai estaba feliz y daba brincos, había llegado de observar a las muñecas de cristal danzar y estaba complacida por el vestido que luciría el día de fiestas. Esa noche nevada no pudo conciliar el sueño hasta las doce y poco le duró la alegría de soñar pues esa noche solo llegó a dormir cinco horas de las ocho o nueve que estaba acostumbrada, pero la emoción pudo con ella y no le dejo visitar de manera correcta el mundo de los sueños. Sabía que era malo para la salud el no dormir de manera plácida las horas que eran recomendadas, pero a ella poco le importaba, no solía ir a esas fiestas lejos del continente y le costó convencer a sus tutores para que la dejaran ir acompañada de algunos conocidos.

Al estar entre las cálidas mantas frotaba sus pies y así, generando fricción hacía más calor para ella misma, un calor agradable. Trataba de cerrar y conciliar el sueño, algo que era un poco difícil, pero, al final lo logró.

Al día siguiente, Calai se levantó con sus cabellos desordenados pero esta vez con gran júbilo y gracia. Corrió y se dio un buen baño, se perfumó y comió de la mejor manera, se puso ropa interior linda y su nuevo vestido que era color azul relucía y danzaban las telas entre su cuerpo, sus pequeñas zapatillas de lana le eran muy cómodas y por ello se las puso. Se acomodó el cabello y se hizo un bello lazo que tenía como joya principal una esbelta flor azul marino.

Los copos danzaban aquel día, pintando las calles de blanco y la mañana era perfecta, ella salió velozmente a la estación de la capital. Había muchas personas en la estación, a la espera del tranvía ya que en todo el país se celebraba el ese día, incluso en las otras tres naciones. El tranvía hizo su aparición y las personas en una fila organizada subieron por este mismo. Calai logró hacerse con uno de los asientos y unas paradas más adelante las personas que la iba a acompañar se montaron en los asientos traseros a ella. El tranvía los llevó por los pueblos de Gael y Jelister, todos ellos estaban sumergidos bajo los grandes bosques que rodeaban todo el país. Observó la flora y fauna que se asomaba por los paisajes. Los colibríes bebían de las flores, los conejos jugaban entre los árboles mientras que observaba a algunas ardillas invernar, cuando pasaron por un claro las mariposas cristal eran visibles y todo eso se podía ver por los increíbles paisajes que dejaba ver el tranvía que iba a reventar ya que muchas personas se iban a quedar en el país más importante para el festival más grande cual nunca antes se había visto antes. Las flores cubrían a algunos árboles y dejaban impregnado el aroma, el viento arrancaba pétalos y jugaba con los capullos que se mecían junto con los pinos.

Al llegar a la capital de la ciudad, Naorist, se apresuró rápidamente a la estación central, no sin antes devolver la mirada a la tienda en la que había comprado su vestido. Calai era la única que no llevaba pelaje como todos los demás, era la última humana de raza pura. Mientras corría de la mano de sus acompañantes observaba las estructuras ya que siempre le gustaba ver los edificios de concreto que mantenían muy bien el calor.

Toda la ciudad tenía un aire de fiestas y las pantallas en los edificios daban anuncios festivos ya que todos los canales de televisión pasaban transmitiendo las noticias por todas las tierras superiores. Las personas de mullidas colas amedrentaban las calles mientras que los trenes pasaban por las calles mientras que los tranvías hacían lo mismo

Pese a que no le gustaba el bullicio siguió caminando entre el mar de gente y llegó a la estación central a esperar con ansias y brincos al tren. La estructura era enorme y un gran reloj en la entrada daba la bienvenida a todos los que llegaban. La impaciencia le generaba estragos y pensaba que el tiempo jugaba en su contra pues cada vez observaba que aquella manecilla avanzaba peor que un caracol. El tiquete era lo de menos y no le molestó esperar en la fila para poder comprarlo.

Luego de una espera que le fue casi eterna, el tren arribó y ella se subió muy emocionada junto con sus cuidadores, el maquinista de gran mostacho le selló su boleto y luego que el tren se llenara partió con rumbo a Edén. Salió presuroso y el paisaje era magnífico, pero lo que más le gustaba a Calai era cuando aquel tren se sumergía bajo los túneles acuáticos que atravesaban los cuatro y únicos países de las tierras superiores. Las enormes ballenas de doble cola nadaban alrededor del túnel de vidrio y la locomotora sonó su silbato que gritó eufóricamente. Miles de trenes partían con rumbo a Edén, ya que era el epicentro de lo que sería la mayor fiesta de todas cual nunca antes se había visto.

La joven de la joroba estaba en Edén, había por fin llegado al país, la estación del bus estaba poblada como lo está una playa de arena y desde lejos podía ver que eran miles de personas las que iban con rumbo a la capital. Antes de entrar hizo un hueco en la tierra con su dedo y creó una llama con magia de invocación, metiéndola en aquel agujero y tapándolo suavemente con sus manos. Observó que los demás agujeros que había tapado eran imperceptibles y regaló una sonrisa para sí misma antes de continuar con su camino.

––El último, ya está todo hecho. Espero estar preparada y que todo salga bien.

Estaba cada vez más cerca de la gran capital que alguna vez les había pertenecido a los colosos mucho antes de que las hadas siquiera hubieran concebido la idea de la guerra. Ahora ellas moraban en las tierras inferiores.

Caminaba de manera suave mientras tarareaba una canción en Feérico que había aprendido de niña, cuando las sirvientas le enseñaban retórica de vez en cuando cantaban aquella melodía que llevaba por título "Los ojos de la luna". A ella siempre se le hizo interesante el funcionamiento de las emociones en el cuerpo humano, o bueno, cuando por lo menos existía la raza pura de humanos. Caminó elegantemente, observando todo el paisaje que se ceñía ante sus ojos, era en parte comprensible. Las estructuras eran humildes, dignas de un poblado rural, pero no estaban en condiciones tan deplorables como las de las tierras más bajas de Faernes, aunque a los seres que moraban en esos lugares, no daban importancia a la situación. Después de todo ¿de qué se va a preocupar un espíritu? Ellos… solo les importa llevar el día a día con la tranquilidad que siempre los acompañaba desde el día de su muerte, aunque según palabras de Venus, los espíritus son seres incomprensibles ya que sus memorias estaban un poco distorsionadas pues deforman a su gusto la realidad, o por lo menos eso hacen en su subconsciente. Quizá ellos solo busquen la comprensión que en vida no llegaron a tener.

Tomó un autobús que la llevaría a una de las ciudades centrales para luego, ir a la capital y presenciar el festival.

Mientras se adentraba a las puertas del poblado rural desvió su mirada hacia uno de los prostíbulos en donde trabajó hace cinco años, no era muy lasciva, pero había logrado avanzar en su estratagema.

––Espero ansiosa ver tu cara princesa, ya que esta vez… las cosas marcharán con un rumbo opuesto al que marcharon aquella vez.

Nota del autor

No olviden comentar, compartir y dejar su reseña, eso me ayuda bastante. Mi hermana menor está trabajando en un manga de la novela que pronto saldrá a la luz, por lo que espero de corazón que si les gusta la historia, sigan apoyando el proyecto. Ustedes, mis lectores son muy importantes y quiero que la historia sea de la mejor calidad para ustedes