Sholan observó a Nick Fury con una calma inquebrantable mientras la poción que había creado para Wanda comenzaba a hacer efecto. La joven había dejado de estar en un estado crítico y ahora descansaba tranquila, aunque aún le quedaba mucho por recuperar. Sabía que este respiro era solo temporal. Aún quedaba mucho por hacer, y las consecuencias de lo que había desatado estaban por llegar.
Fury lo miraba con desconfianza, como si intentara leerlo, medir sus intenciones. Finalmente, rompió el silencio con un tono firme y exigente.
"Te he escuchado, niño," comenzó Fury, "pero hay cosas que no entiendo. ¿Cómo sabes tanto? ¿De dónde proviene este poder que ahora manejas? Esto no es algo normal, y mucho menos para alguien como tú."
Sholan no respondió. Con movimientos rápidos y precisos, comenzó a ajustar la poción. La mezcla de energías caóticas y cósmicas necesitaba una calibración delicada, una afinación perfecta para evitar más inestabilidad. Sabía que su tiempo era limitado, pero sus manos nunca titubearon.
"Esto debería funcionar," murmuró para sí mismo, consciente de que no podía permitirse un error. "Si lo hago bien, Wanda se estabilizará."
Con un suspiro, se acercó a Wanda, que seguía desmayada. Tomó suavemente su mano, sintiendo la energía inestable que la rodeaba. Sin perder tiempo, colocó sobre sus palmas el orbe, el núcleo de la poción de armonía del caos. Observó cómo la energía del orbe comenzaba a brillar débilmente al entrar en contacto con la piel de Wanda. La mezcla de energías se absorbió lentamente en su cuerpo.
Durante unos segundos, nada ocurrió, y Sholan contuvo la respiración. Pero entonces, el brillo de la poción se intensificó y se expandió alrededor de Wanda. Su respiración se estabilizó, y su cuerpo, que había estado tenso, comenzó a relajarse. No estaba completamente curada, pero la inestabilidad que la había mantenido en un estado crítico desapareció. Ahora, solo parecía estar profundamente dormida.
Sholan exhaló con alivio, aunque sabía que no era el final. Wanda estaba estabilizada, pero el proceso para restaurar su equilibrio completo tomaría tiempo.
"Lo lograste," dijo Pietro, quien había estado observando en silencio desde la esquina de la habitación. Su rostro reflejaba una mezcla de alivio y asombro. "Está mejor. Está fuera de peligro."
Fury, que había observado todo con una mirada crítica, asintió lentamente, pero su expresión no mostraba ni sorpresa ni satisfacción. Solo mantenía una calma tensa, como si estuviera esperando más detalles. "Bien," dijo finalmente, rompiendo el silencio. "Eso fue impresionante, pero esto no termina aquí. Necesitamos hablar. Los tres."
Sholan asintió, consciente de que la confrontación con Fury era inevitable. Había hecho lo que debía hacer por Wanda, pero ahora las consecuencias de lo que había desatado —y lo que él mismo era— debían ser discutidas. No podía seguir escapando de las preguntas.
Junto con Pietro, se levantó y siguió a Fury por el pasillo hasta una sala privada. La tensión en el aire era palpable, como si todo el entorno estuviera consciente de lo que estaba a punto de suceder. Cuando entraron, Fury cerró la puerta detrás de ellos con un golpe suave, como señal de que la conversación que tendrían no sería fácil.
"Este poder que has mostrado" comenzó Fury, tomando asiento en una silla mientras cruzaba los brazos, "puede cambiarlo todo. No solo para ti, sino para todos los que están cerca de ti."
"Sé perfectamente lo que está pasando, Fury. Lo sé más de lo que me gustaría. El poder que tengo, lo que acaba de suceder, es solo una fracción de lo que está en juego. El mundo está cambiando. Lo que amenazaba a Wanda no es más que una gota insignificante. El verdadero peligro es algo mucho más grande. Algo que podría poner en riesgo la existencia misma."
Fury frunció el ceño, claramente sorprendido por la gravedad de las palabras de Sholan. "¿Existencia misma? ¿Qué estás diciendo? ¿Qué es tan peligroso que podrías hablar de todo esto como si fuera un juego?"
Pietro, quien había estado callado hasta entonces, intervino con una expresión de ansiedad y desesperación en su rostro. "¡Solo quiero que ella esté bien!" dijo, casi gritando. "No me importa todo ese... ese poder que dices que tienes. Lo que me importa es que mi hermana se despierte, que esté bien. ¡Dime que eso es lo que va a pasar!"
Sholan lo miró con una mezcla de comprensión y cariño. Sabía que, en ese momento, la mente de Pietro solo estaba centrada en su hermana, sin comprender la magnitud de lo que realmente estaba en juego. "Entiendo, Pietro. Lo que te preocupa es que Wanda esté a salvo. Ella ya está fuera de peligro. La poción que creé la curó. Está dormida, y ya no está en un estado crítico."
Fury, al ver la intervención de Pietro, suspiró y dirigió su mirada nuevamente a Sholan. "No está en peligro, pero tú sí estás manejando un poder que podría destruirlo todo. Los gobiernos, las organizaciones, las personas que se enterarán de esto... van a querer ese poder. Nadie dejará que sigas con él sin intervenir."
Sholan, manteniendo la calma, respondió sin vacilar: "No, Fury. El destructor es otro. Lo que deberíamos preocuparnos ahora no son los gobiernos ni los intereses de poder. El verdadero peligro no está en esos juegos de poder. El caos que se avecina es mucho más grande, y no puede detenerse con más fuerzas militares o políticas."
"De acuerdo, dejemos eso por ahora. Ya me conoces, muchacho, pero yo ni siquiera sé quién eres," dijo Fury, con un tono un poco más amable.
Sholan lo miró directamente. "Me llamo Sholan, y este niño acelerado es Pietro."
—¡Hey! —dijo Pietro, algo indignado.
Fury observaba con una expresión grave. Sabía que la situación era más compleja de lo que pensaba. "Veo en tus ojos que hay una enorme sabiduría, y por eso estoy seguro de que sabes que no puedes quedarte aquí."
Sholan asintió, reconociendo la gravedad de la advertencia, pero sin inmutarse. "Lo sé. Y estoy listo para irme. Haré todo lo que sea necesario para proteger a Wanda, aunque eso signifique apartarme de ella... temporalmente." Esa última frase la dijo en un susurro, casi imperceptible.
El silencio llenó la sala mientras la tensión entre ellos seguía presente, pero por primera vez, el ambiente se sintió menos opresivo. Sabían que lo que venía sería difícil, pero, al menos por ahora, Wanda estaba a salvo.
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En Kamar-Taj, en lo profundo del templo, la Ancestro se encontraba en profunda meditación cuando, de repente, abrió los ojos. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro.
Telepáticamente se conectó con el guardián del templo de Nueva York.
—Maestro Drum, prepárese. Un invitado muy especial está por llegar al santuario —dijo la Ancestro, con una mezcla de emoción y cautela en su voz.