Los días pasaban con tranquilidad para el ser Eterno, después de todo, era la misma rutina de siempre: levantarse, limpiar su hogar, alimentarse (innecesario, pero algo que le gustaba hacer) y luego ir al parque que se encontraba cerca de su casa a observar a las personas para más tarde regresar a su casa en la noche con las cosas qué había comprado para el día siguiente.
El ser Eterno salió de su casa y en sus manos llevaba una libreta y un lapiz los cuales usaba para tomar nota del comportamiento de los seres humanos. Para él esas criaturas eran las más complejas de la tierra, un momento podian estar riendo y al siguiente llorando, abrazandose, peleandose, reconciliandose, gritandose cuánto se odiaban para luego pedir disculpas mientras se besaban y decian te amo.
Para él todas esas 'emociones', como las llamaban, era algo innecesario, después de todo los humanos no eran muy diferentes a otros animales, solo necesitaban reproducirse para continuar su decendencia y, sin embargo, estas 'emociones' parecian ser las que diferenciaban a los humanos del resto de los animales, ya qué se dejaban guiar más por estas al igual qué de sus morales y creencias. Si dos grupos de humanos opinaban de forma diferente se creaba un conflicto, este conflicto se transformaba en peleas y de las peleas nacia el odio y desprecio.
El ser llegó al parque y se sento en el banco más alejado, cerro los ojos y empezó a escribir las conversaciones de las personas que se encontraban en aquel parque.
─Señor ─Hablo una chica interrumpiendo el escribir del ser.
─Otra vez tú ─dijo el ser eterno al ver a la chica a la cual había ayudado hacer unos días.
─Me recuerda? ─preguntó felizmente.
─Si
la chica rio ante la respuesta seca de aquel extraño, ─Y... qué hace? ─Su mirada se dirigió hacía la libreta del ser eterno.
─Tomo notas ─respondio mientras cerraba su libreta.
─De?
─De mis pensamientos ─respondió tranquilamente.
─Entonces... Esa libreta es su diario? ─dijo curiosa.
─Se podria decir, si.
─mmmm...─ la chica se balanceaba de lado a lado dudosa de si deberia hacer aquella pregunta que tenía en su cabeza ─Disculpe
─Si?
─Cuál es su nombre? ─Pregunto timidamente.
─No le digo mí nombre a extraños ─respondio aquel ser eterno rápidamente.
─Eh? ─la chica quedó confundida ─Es acaso un niño?
─No, pero no me gusta dar mí nombre a personas a las cuales no volvere a ver ─respondio, pero la verdad era que no quería decir su nombre ya que el ser eterno no tenía nombre.
─Y qué le hace pensar que no nos volveremos a ver?
─Pregunto con un tono enojado mientras se sentaba al lado del extraño.
─No tenemos ningun tipo de relacion amistosa ─el tono del ser eterno no cambiaba y respondia con tranquilidad.
─Pero podríamos tener una relacion amistosa! ─exclamo, para luego levantarse y poner la mano sobre su pecho mientras decia, ─Es más, podríamos volvernos amigos en este instante!
Amigos aquellas palabras hicieron echo en la cabeza del ser eterno. En todos esos años en los qué había vivido en la tierra el jamas había tenido un amigo y ahora, una completa extraña se ofrecia a ser su amiga por el simple hecho de que le había dicho que no eran más que extraños el uno del otro. Sin duda alguna aquellas criaturas llamadas humanos eran extrañas.
─Es más, ─Hablo otra vez ─me presentare, mí nombre es Elena y tengo 16 años y usted?
─Yo? ─El ser Eterno se paro de su asiento y bajo su mirada para ver a la chica, a Elena ─Yo soy un extraño para ti, señorita Elena. ─dijo, para luego continuar con su caminar
Elena aturdida y algo ofendida por lo que aquel extraño había dicho comenzó a seguirlo. ─No es justo, yo le dije mí nombre así que me tiene que decir el suyo! ─con el ceño fruncido y puños cerrados, Elena caminaba detrás de aquel extraño.
─Desafortunadamente, señorita Elena, nada es justo en está vida ─respondio, su voz sonando serena.
─Pero-
El extraño interrumpió a Elena, ─Ademas, no estoy obligado a decirte mí nombre por el simple hecho de tú haberme dicho el tuyo ─dijo mientras giraba su cabeza hacía Elena.
Elena hizo un puchero y habló entre dientes ─Tienes razón ─luego, penso por un momento y volvio a hablar, ─Al menos me podria decir su edad?
El ser eterno pensó por un momento y luego habló ─Qué edad crees qué tengo? ─pregunto.
─No lo se, unos 25 años? ─respondio Elena un tanto insegura.
─Tienes razón ─El ser eterno contesto ya qué había decidido ir con la respuesta que aquella chica le diera.
─Enserio? ─Dijo, claramente asombrada de haber atinado correctamente la edad de aquel extraño pero también dudosa de si él decia la verdad.
─Enserio.
Ambos, el ser eterno y Elena, se dirigieron hacía el mercado, mas bien, Elena siguio al ser eterno hacía el mercado y mientras lo seguía platicaban, o más bien, Elena hablaba sobre como aquel local vendia la mejor fruta en todo el mercado, o como la señora de aquel otro lugar no era muy amable con nadie, también hablaba sobre lo que más le gustaba comer y lo que odiaba que su madre preparara. Elena hablaba y hablaba y aquel ser solo la escuchaba hablar y aunque pareciera que no prestaba atencion, él estaba escuchando cada palabra que salia de la boca de Elena.
El ser Eterno termino sus compras y dirigió su caminar hacía su casa la cual se encontraba en el bosque. La joven Elena, que lo había seguido toda la tarde, al darse cuenta de la dirección en la que iban se detuvo.
─Señor ─habló Elena levemente.
El ser Eterno se detuvo y volteo hacía la joven ─Si?
─De casualidad, se dirige hacía el bosque? ─pregunto mirando fijamente los ojos de aquel extraño.
─Si, después de todo, ahí es donde se encuentra mí casa ─respondió con una voz suave y una leve sonrisa.
Aquella leve sonrisa sorprendió a la joven ya que en toda esa tarde en la qué estuvieron juntos aquel señor no había sonreido ni una sola vez así que aquella sonrisa repentina atrapo a la joven con la guardia baja y el hecho de que aquel señor fuese sumamente atractivo no ayudo en mucho.
─Señorita Elena? ─hablo el ser Eterno despertando así a la joven de su transe.
─Yo, yo no puedo ir al bosque, o más bien me da algo de miedo ─habló finalmente la joven.
─Esta bien ─dijo el ser Eterno asintiendo para luego sequir caminando.
─Señor ─hablo la joven nuevamente y de manera más alta.
─Si?
─Lo volvere a ver? ─pregunto, preocupada por lo que aquel extrano había mencionado hace unas horas.
El ser Eterno giro su cabeza hacía el cielo y pensó por unos minutos, ─Mañana también estaré en él parque a la misma hora ─respondió finalmente.
La joven sonrió y grito ─Lo vere mañana, señor!
El ser vio como la joven corría de nuevo hacía el pueblo y cuando está se perdio entre la multitud el ser Eterno continuó su recorrido hacía su casa.