Ellos se siguieron encontrando, Elena esperaba por aquel desconocido cada viernes a medio día y aquel 'desconocido' se encontraba cada viernes anticipando la presencia de la joven y antes que aquel ser se diese cuenta, la joven Elena se había convertido en parte de su rutina.
Empezaron viéndose solo una vez a la semana, eventualmente se empezaron a encontrar más días, los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años y antes de que se diera cuenta 4 años ya habían pasado. Para aquel ser Eterno era algo sorpresivo como esos 4 años se habían sentido toda una vida y así mismo como estos habían pasado volando. Le resultaba especialmente extraño como él había llegado a conocer tanto de la joven y así mismo como cada día aprendía algo más de ella.
—Sabes…—hablo la joven Elena que se encontraba frente a él comiendo, —se me hace un poco ofensivo qué tengamos 4 años de amistad y aún no me hallas dicho tu nombre.
El ser Eterno rio ante el comentario, cada año era lo mismo, es más, desde el primer día había sido así, ella seguía preguntando por su nombre, un nombre el cual él no poseía.
—¿En serio te ríes en una situación así? —dijo la joven ofendida para luego alzar la voz y decir, —Llevamos CUATRO años de amistad y aún sigues sin decirme tu nombre, y se me hace totalmente injusto.
—Tienes razón, es injusto —respondió aquel extraño, no tan extraño.
—Claro qué, eh? —la chica se sorprendió al escuchar la respuesta, después de todo aquel señor siempre le decía que "aún no confiaba en ella" o simplemente evadía la pregunta, —Entonces, me dirás tú nombre?
—mmmm…—el ser Eterno, pensó por unos minutos y luego habló —qué te parece si te invito a mi casa? Después de todo, mi nombre tiene una historia un tanto interesante —dijo y sonrió.
Elena sentía como sus mejillas se tornaban de color rosa, —Cl-claro— pensó por un momento y luego habló —pero, usted no es de esos asesinos seriales, verdad?
El ser eterno volvió a reír —ahora soy un asesino serial? —pregunto con una risilla.
—Tienes razón, tienes más probabilidades de ser un ángel que ser un asesino —dijo la joven seriamente.
—siento defraudarte, pero tampoco soy un ángel —contesto serenamente.
Elena sonrió y simplemente dijo, —Lo sé.
El ser Eterno miró a Elena, la joven, que ya no era tan joven, se había convertido en una radiante dama con sus facciones delicadas y brillante sonrisa, aunque su apariencia fuese la de una dama frágil, el ser Eterno sabía mejor que nadie que ella tenía una personalidad fuerte que no se dejaba doblegar por nadie.
—Elena, —habló el ser Eterno recordando un pequeño detalle.
—¿Sí? —respondió la joven sonriendo.
—¿Estarás bien? —pregunto.
Por un momento Elena no entendió qué fue lo que quiso decir aquel señor, pero no tardo mucho en percatarse de la razón de aquella pregunta. Era obvio, la casa de aquel señor quedaba en el bosque y a ella le aterraba aquel bosque. Le aterraba el peligro que se encontraba en este y como este, también tomaba todo lo que quería, así como había tomado a su padre.
—¿Elena? —Hablo aquel señor, interrumpiendo los pensamientos de Elena.
Elena lo miró fijamente y luego habló —Me prometes, ¿que no te alejaras de mí en NINGÚN, momento de camino hacia tú casa?.
—Lo prometo —Dijo aquel señor con una mano en su pecho y otra en el aire, gesto que le había enseñado la joven.
La joven Elena sonrió al ser Eternal y este le sonrió a ella, continuaron con su pícnic y platicando de cosas sin mucha importancia. Cuando llego su momento, el ser Eternal y Elena se despidieron el uno del otro y tomaron sus respectivos caminos.
El ser Eternal, miro detenidamente a la joven Elena mientras esta se alejaba más y más, dirigiéndose a su casa, la miró con cuidado, asegurándose de que su recorrido fuese seguro. La miro hasta que la figura de esta desapareció, y cuando finalmente lo hizo el ser Eternal dio media vuelta y dio inicio hacia su recorrido a casa. En su recorrido empezó a pensar sobre lo mucho que debía de limpiar esta, después de todo, tendría una invitada por primera vez en años.
Al llegar a su casa, el ser Eternal recorrió esta completamente para tener una idea más clara sobre el desastre que se encontraba ante él. A pesar de que él no se consideraba una 'persona' desordenada, el hecho de que no limpiara con regularidad su hogar hacía que su querida y humilde casa no se viese en las mejores condiciones. El ser Eternal sintió una repentina punzada de dolor en su cabeza, sabía que limpiar a profundidad tomaría tiempo, pero aun así, y por alguna razón extraña, el ser Eternal no sentía que esto fuese malo del todo. En realidad, se encontraba algo emocionado o al menos eso creía él.
—Supongo que debería empezar a limpiar de una vez, aún no sé cuanto tiempo tomará limpiar todo esto —suspiro el ser Eternal, agarró una escoba y comenzó a limpiar su piso.
El ser Eternal limpio a profundidad su casa por dos días seguido y sin descansar. Durante esos dos días limpió cada ventana, gabinete, y cada rincón hasta que toda su casa brillara de lo limpia que estaba. No hace falta decir que, el ser Eternal, al ser un ser de origen desconocido, no necesita dormir como el resto de los humanos.
En el tercer día, el ser Eternal se dirigió hacia el pueblo a comprar ingredientes para preparar algo para su invitada, su amiga. El ser Eternal cocinaba con regularidad, a pesar de no necesariamente, necesitar de la comida. Otra vez, este ser no necesitaba comer, pero aun así le gustaba probar las comidas del pueblo y prepararlas también. El ser Eternal se encontraba indeciso sobre si debía preparar una comida pequeña o algo un poco más extravagante.
Mientras se encontraba indeciso sobre lo que debía de preparar para hacer sus compras a base de eso, recordó que no sabía muy bien hacer a de lo que le gustaba a la joven Elena. Después de todo, hasta ahora solo habían tenido pequeños pícnics en los que comían sándwiches, galletas y jugo que él o Elena se encargaban de llevar.
Al estar tan concentrado en sus pensamientos sobre comida, el ser Eternal no noto cuando una pequeña presencia apareció y posicionó al lado de él. Esta presencia sonrió al ser Eternal, para luego hablar a un volumen un tanto elevado —Señor!
El ser Eternal volteo hacia la fuente de esa voz un tanto sorprendido, para luego encontrarse con el rostro sonriente de la joven Elena.
—Dios mío, Elena, me sorprendiste —dijo el ser Eternal con su descriptivo tono monótono.
La joven Elena rio, —¿Qué está comprando? —preguntó mirando la bolsa que traía.
—Aún no estoy seguro —respondió el ser Eternal, —Elena, ¿Cuáles son tus comidas favoritas? —preguntó
—¿Disculpa? —habló Elena un tanto confundida
—Tus comidas favoritas, ¿cuáles son? —repitió el ser Eternal
—¿Acaso vas a preparar mis comidas favoritas para mi visita a tu casa? —preguntó la joven, sonrisa de oreja a oreja
—¿Acaso no estoy preguntando por tus comidas favoritas? —respondió aquel señor.
La joven Elena procedió a decirle todas sus comidas favoritas al Ser Eternal y este procedió a comprar todos los ingredientes necesarios para preparar aquella comida. En el proceso, tanto el ser Eternal como la joven se dieron cuenta de que nunca habían acordado en que día sería el día de la visita.
—¿Qué te parece mañana? —habló aquel señor, caminado y dirigiendo su mirada hacia el bosque que se encontraba lejos del mercado.
Aquel ser Eterno se encontraba algo intrigado sobre cómo reaccionaría la joven Elena hacia su historia, ¿qué diría? ¿Cómo se sentiría al respecto? Eran preguntas que se hacía en aquel momento.
—Me parece bien —respondió Elena
Ambos caminaron hasta la entrada del mercado, en donde se despidieron. La joven Elena se quedó en la entrada viendo como su amigo se dirigía al bosque, y este, cada veinte pasos, volteaba y alzaba su mano a modo de despedida. Era claro que tanto la joven como el señor, se encontraban emocionados por lo que sea que les esperaba mañana.