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Chapter 3 - Capítulo 3

Unos minutos más tarde, la señora Taylor cruzó la calle de vuelta a su casa, Halana corrió de vuelta a su habitación para cambiarse de ropa, no fue hasta que estuvo parada frente a las maletas abiertas que recordó que ya no era una niña, no podía venir, poderse un vestido bonito, arreglarse y maquillarse, ni siquiera se atrevía a usar ropa ajustada, por miedo a que se marcara su trasero y pechos llenos.

Suspiró, sería el buzo, agarró un polerón canguro de color rojo y una mochila negra para sus cosas y volvió a la sala de estar.

El señor Spencer ya la estaba esperando.

"Joven dama...".

"Señor Spencer, debes llamarme por mi nombre, sería raro que un tío me llame dama, además" hizo un pausa y sonrió coquetamente "soy un chico" sin esperar la respuesta del otro salió corriendo por la entrada.

"Joven da... ¡Ángel! ¡La sombrilla!" gritó Spencer.

"Sólo son unos metros, no me quemaré" gritó Halana de vuelta.

Le tomó tan solo unos segundo llegar a la puerta del frente, cuando golpeó la puerta esta se abrió por sí sola, la señora Taylor la había dejado entreabierta y su golpe, la había abierto por completo.

Asomó la cabeza y miró de un lado al otro, su mirada llena de curiosidad, la casa de ellos solo tenía los muebles básicos, ver cómo vivían los humanos normales la llenaba de emoción.

Halana levantó la voz, lo suficiente fuerte como para ser escuchada, pero sin gritar, tenía que decir que jamás había gritado en su vida, era una tortura si alguien en su casa se atreviera a gritar, les causaría dolor de cabeza a todos.

"¿Hola? ¿puedo entrar?".

"Adelante cariño" grito la señora Taylor desde la izquierda.

Halana la encontró en la cocina, terminando de preparar el almuerzo, el olor la entumeció y se le hizo agua a la boca, se frotó el vientre hambrienta.

La señora Hana sonrió al ver sus gestos infantiles, sin poder evitarlo pellizcó sus mejillas carnosas, eran tan suaves como había imaginado.

Halana continuó pendiente de la comida, sin importarle quien tocaba su rostro, de todas formas, su madre siempre la pellizcaba.

Recordando a su familia, se le apretó el corazón, los extrañaba, solo había pasado una semana, pero se sentía como una eternidad.

Su rostro alegre se ensombreció e incluso la deliciosa comida frente a ella, ya no se veía tan apetitosa.

"Puedes ir a conocer a los chicos, están en sus cuartos, aún no se levantan" la señora Taylor intentó alegrarle el ánimo, el niño era como un libro abierto, todas sus emociones estaban escritas en su rostro, no sabía cómo habían criado a este niño para ser tan abierto y descuidado.

"Eso... ¿está bien?" Halana la miró confundida

¿No es eso invasión a la privacidad? Había leído durante su viaje varias novelas humanas, para tener conocimiento básico de este mundo y estaba segura de que se debía respetar el espacio personal de los demás.

"Oh, está bien, es como si fueras por mí, me estás haciendo un favor" dijo la señora Taylor moviendo la mano.

Halana ladeo la cabeza y pestañó, las delgadas pestañas descansaban débilmente sobre los ojos pálidos "¿La estoy ayudando?".

"Por supuesto, deben despertar para almorzar, ya es pasado el mediodía" le aseguró.

Halana asintió "entiendo, no se preocupe señora Taylor la ayudaré, los bajaré para que vengan a comer".

La señora Taylor sonrió para sus adentros, este niño era demasiado ingenuo, demasiado fácil de engañar, más tarde debía asegurarse que sus tontos hijos lo cuidaran bien.

Halana llegó hasta el segundo piso, siguiendo las instrucciones llegó a las dos últimas habitaciones justo al final del pasillo.

Una de las puertas seguía el diseño original de la casa, de color blanco como el resto de las paredes, en cambio, la otra era completamente negra y por el material se podía decir que no había sido pintada, sino puesta después de la construcción de la casa.

Golpeó la puerta blanca, que era la más cercana, esperó un minuto y volvió a golpear, cuando nadie contestó, abrió directamente.

El cuarto estaba completamente oscuro, las gruesas cortinas negras evitaban que entrara cualquier rayo de luz.

Si hubiera sido cualquier otra persona podría haber chocado con la pila de basura y ropa tirada en el piso, en cambio, Halana simplemente piso con precisión cada lugar desocupado, podía ver cada lugar con una exactitud que daba miedo, gracias a sus cinco sentidos sobre desarrollados.

Sobre la cama contra la pared había el cuerpo de un adolescente, tenía un cuerpo largo y esbelto, apenas cubierto con una delgada sábana blanca enredada entre sus piernas, que dejaba la mitad superior al descubierto.

Halana se paró casi tocando el borde la cama y miró con curiosidad al hombre, olvidando por completo la tarea que se le había asignado.

Era la primera vez que veía un humano cercano a su edad, las únicas personas que había visto en la mansión Lehmann eran cercanos a los 50 años, incluso la señora Taylor debía estar en sus 40 y tantos, mirar un cuerpo tan joven era toda una novedad.

Su mirada era tan intensa que despertó al hombre.

Cuando Ezra abrió los ojos pensó que debía seguir soñando, era como la aparición de un ángel, por primera vez podía entender la frase una belleza que supera el límite de género, una belleza que puede derrumbar un país y robarte el corazón con una sola mirada.

Ezra sentía por completo que su corazón había dejado de latir para bombear furiosamente unos segundos después.

La belleza estaba con la mente perdida mirando su cuerpo, por lo que no se dio cuenta cuando se despertó.

Ezra alargó la mano con cuidado, con miedo a que la imagen se esfumara frente a sus ojos.

Quería tocar las pestañas blancas que se batían como las alas de una mariposa, apretar las mejillas para ver si eran igual de suaves a como se veían, pero lo que más anhelaba era que el ángel hablara, seguro sería más fascinante que el canto de una sirena.

Cuando su mano estaba a unos centímetros del rostro de Halana, finalmente se dio cuenta que el hombre se había despertado.

En el momento que esos ojos cristalinos se abrieron del susto, para volver a la normalidad un segundo después, Ezra supo que estaba perdido.

El amor a primera vista realmente existía.

Jamás se volvería a burlar de Sasha, el maldito romántico.

"¿Qué haces?" Halana saltó.

"Belleza ven a la cama" Ezra susurró emocionado, sin apartar por un segundo la vista.

"¿Por qué? Debes levantarte".

"No".

Halana se frotó la cabeza sin comprender, jamás había pasado por esta clase de situación con un humano, lo más cercano era intentar despertar a su hermano gemelo.

Teo también se negaba a levantarse y daba vueltas hasta que Zis el mayor lo arrastraba de entre las sábanas, mirando al adolescente, la situación se veía bastante similar.

"Deberías cumplir mis deseos, así son los sueños" Ezra sonrió inocentemente, pero sus ojos estaban llenos de astucia, queriendo atrapar al conejito blanco.

"Pero tú no estás soña..." antes de que pudiera terminar Ezra se levantó en menos de un segundo, la agarró de la muñeca y la arrojó a la cama.

Halana gritó del susto y cerró los ojos por reflejo.

Cayó en suaves sábanas impregnadas a menta y bergamota, no pudo evitar olfatear unas cuantas veces más, era realmente delicioso, podía sentir cada componente de los rastros de perfume, lavanda, canela, cedro y un exquisito rastro de olores cítricos.

Ezra miró la pequeña belleza que había caído en su trampa y aún en su cama era totalmente ignorante de sus intenciones.

Se lamió el labio emocionado, hace mucho tiempo que no tenía un sueño tan emocionante, no sabía cómo su mente había sido capaz de crear semejante ángel, pero no desperdiciaría la oportunidad.

Se recostó sobre el cuerpo que fácilmente era la mitad del suyo, con cuidado de no dejar caer todo su peso sobre él y lastimarlo.

Halana seguía olfateando las fragantes sábanas cuando sintió una lengua acariciando su cuello, finalmente volvió a la realidad y gritó de la sorpresa.

Aunque nunca había estado en contacto con humanos, había estado cerca de innumerables fantasmas, había escuchado todo tipo de historias.

¡Por supuesto sabía lo que estaba pasando ahora!

¡Este hombre perro se la quería comer!

Asustada de que se diera cuenta que era una mujer y todo su plan se fuera a la mierda, golpeó con la rodilla la entrepierna del enorme hombre, empujándolo fuera de la cama.

"Mierda" Ezra gruñó de dolor.

Cuando el dolor aminoró Ezra finalmente se dio cuenta que no estaba soñando, justo en ese momento la luz de su cuarto se prendió y apareció un hombre exactamente igual, pero con el cabello negro hasta los hombros.

Ezra miró los ojos negros que eran exactamente iguales a los suyos que se abrían de asombro y conmoción.

Siguió su vista y cayó sobre el chico en la cama.

El rostro que había visto entre las sombras estaba mucho más claro, brillando con la luz artificial, pero sin quitarle ningún punto, sus ojos miraban con curiosidad entre ambos, como si fueran algún tipo de espécimen interesante.

Dándose cuenta de lo que había hecho hace unos segundos, se sonrojó de vergüenza, miró con miedo y esperó ver el rechazo y la furia en los hermosos ojos celestes, sintiéndose incómodo, pero no había nada más que interés y vivacidad.

Halana había dejado el episodió anterior en el fondo de su cabeza y ahora estudiaba con interés como debía ser la habitación normal de un adolescente humano, si quería actuar como un chico cada detalle importaba.

El primero en reaccionar fue Ezra, no porque la imagen fuera menos impactante, sino porque ya la había visto entre las sombras, Brook seguía petrificado junto a la entrada.

Ezra no perdió el tiempo y gateó de vuelta a la cama, presentándose con el chico.

"Hola belleza, ¿Cómo te llamas?" Ezra sonrió.

Halana se frotó el cabello corto intentando recordar su nuevo nombre "mi nombre es Ángel".

Ezra asintió en su corazón, el ángel era un ángel.

"Soy Ezra" sonrió sin apartar la mirada de los brillantes ojos celestes, ávido por cada uno de sus movimientos.

En ese momento llegó Brook que había salido del shock inicial "yo soy Brook" dijo empujando a su hermano.

Las expresiones de fascinación de ambos hermanos eran exactamente iguales como copias de la misma fotografía.

"Nadie te preguntó" Ezra gruñó.

"Bien te podrías callar" se burló Brook.

Halana abrió la boca "eso..." instantáneamente los dos hombres se callaron y la volvieron a mirar "su madre dijo que era hora de bajar a almorzar" como para hacer énfasis en sus palabras, su estómago gruñó de hambre.

Ezra y Brook vieron como el pequeño conejo entre las sábanas fruncía el ceño y se frotaba el estómago plano, su mirada ya se había perdido en lo que debían ser las delicias que estaba esperando.

Ambos hombres no pudieron evitar soltar una carcajada, cuando finalmente pararon de reír, Halana ya estaba saliendo de la habitación.

Ezra no dudo en empujar a su hermano gemelo contra la cama mientras se levantaba del suelo y corría tras la belleza que había robado su corazón.

Brook maldijo por lo bajo y corrió tras él.