Chereads / Rey De-Heavens / Chapter 3 - Capítulo 3: Pintando sueños

Chapter 3 - Capítulo 3: Pintando sueños

De regreso al interior de la cueva, sin rastros de agua o fuego aún, Rey se dispuso a dejar el libro en un rincón seguro, no sin antes cerciorarse de que su compañero estaba sano y salvo.

Dando pequeños pasos, Rey se acercó al cachorro de guardián del Paraíso. Ante los párpados cansados de un rostro compuesto por enormes ojeras oscuras, el pequeño felino peludo dormía más apacible que nunca. A pesar del tiempo que había transcurrido, la preciada criatura permanecía en la misma posición en que la había dejado. Las paredes, el suelo y el techo de la cueva tampoco habían cambiado en apariencia. Todo seguía exactamente igual, incluyendo los huesos en la entrada y la sangre en el lugar. Era como si aquello que existía alrededor del ser que dormía se hubiese detenido en el tiempo.

Rey quería dormir, descansar, y que se terminara de una vez por todas la noche que se negaba a convertirse en día. Pero después de que Silvia le enseñara el nuevo idioma, sería un desperdicio no echarle un vistazo a los secretos que el libro guardaba. También… ¿quién le podía asegurar que al día siguiente Katherine no lo iba a matar? ¿O que sus hermanos estuvieran entrenando con las intenciones de matarle cuando tuvieran la oportunidad?

Cambiando de idea, Rey sacudió la cabeza como queriendo deshacerse del sueño que le invadía.

—No puedo dormir. No, sin antes terminar otro asunto pendiente, además de leer este libro —Volteó su rostro a la salida de la cueva—. En muchas de las historias que he leído, los restos de un honorable enemigo merecen descansar en paz.

El pequeño tocó las suaves pieles que le cubrían.

—Por respeto de mi parte, no he de dejar que otros te vean en vergüenza. Tus huesos y memorias merecen descansar en paz. Hubiera yo querido poder darme cuenta de que te faltaba un colmillo, oh gran felino —dijo Rey mientras salía de la cueva y con sus manos se disponía a cavar un agujero en el lugar más apropiado que logró encontrar a la redonda.

Tras haber acomodado los huesos en el centro del hoyo, el pequeño se despojó de las pieles que le cubrían y también las acomodó en el interior. Realizando un improvisado procedimiento de entierro, Rey rellenó el hueco con la tierra que había acumulado en un costado. Una vez realizada la sepultura, él sacudió sus lastimadas manos y dando un suspiro de alivio ante la tumba que contenía los restos del gran felino, anunció unas palabras.

—Las tumbas en los libros tienen nombres, pero no sé cómo llamarte. Aun así, te pido perdón por haber invadido tu propiedad y dejarme controlar por el miedo, el hambre y la desesperación. Reconozco que no fue culpa tuya si fuiste controlado por hambre y rabia. Después de pasar todo este tiempo, fui capaz de recordar, pero ya es demasiado tarde para ambos. Cometí un error que no puede ser enmendado. Pero tu muerte no fue en vano: tu carne, tus huesos y sangre fueron sacrificios para que los dos continuáramos viviendo. En tu nombre, y en tu ausencia, yo continuaré cuidando de ella. Descansa en paz, gran bestia sin nombre… descansa hasta que pueda enmendar mi error y traerte de vuelta.

Finalizadas las palabras, Rey dejó una ofrenda de comida sobre la rústica tumba para, acto seguido, regresar por donde vino. Adentrándose en el interior de la cueva, observó a su acompañante una vez más. Bajando la mirada, él pensó que, si ella muriese, al menos debía de tener un nombre para que se le recordara. Pero un nombre era algo serio y no podía ser tomado a la ligera, pues, como había dicho su padre, el nombre es el camino a la grandeza. Por un tiempo el pequeño se la pasó de pie, no sabía cuál sería la manera más apropiada de llamar a su acompañante.

—Tal vez en este libro encuentre algo que me ayude —se dijo para luego acurrucarse junto a la pequeña cría de guardián del Paraíso y escapar del frío. Ahí, acomodado y sin nada pendiente, Rey abrió la primera página del libro titulado Requirement for Resent.

—Interesante. Las primeras páginas detallan en complejidad la función de los doce elementos fundamentales más la influencia de los mismos en planos tangibles y no tangibles, magnífico… Tal vez pueda terminar de leerlo. Umm. Luego, ¿qué quedaría por hacer? Dormir como todos duermen. Después de tanto tiempo despierto, me pregunto si seré capaz de dormir. Ya es tiempo de dejar atrás este miedo a cerrar los ojos. Debo seguir adelante. Encarar a Hero, a madre y a padre. Tal vez también vengan. Por lo menos estaré lejos de Katherine y Miján y el resto de la manada. Por ahora, no me representan ningún problema. En el nuevo día, aprenderé más, intentaré vencer a mi maestro y pasar la prueba para hacer que me enseñe hechicería. Actuaré normal o como quiera actuar, sin miedo a lo que pueda suceder… Ya me di cuenta. Por más tiempo que permanezca despierto en esta noche eterna, por más que me prepare, nunca podré superarlos. Pero no porque ellos estén tan distantes de mí significa que todo lo que he logrado hasta ahora sea insignificante. En todo este tiempo me he estado superando a mí mismo… Sí, no es en ellos, sino en mí. Teniéndoles como referencia podré llegar más rápido, pero autosuperándome podría llegar más lejos. Ese es mi reto. Seguir hacia adelante, ya cuando llegue el momento, me preocuparé del resto.

El pequeño, quien compartía calor con su acompañante peludo, volvió a enfocar su mirada sobre las palabras del libro. También comenzó a meditar mientras entre bocanadas de aire exploraba los distintos sonidos que podía emitir su boca con la intención de no quedarse dormido. De repente, las letras tomaron vida. Cada una de ellas dejó de tener significados, se volvieron una película que corría a más de cientos de imágenes por segundo.

—¿Con qué esto era a lo que ella se refería con ilusión óptica?… Las letras plasmadas en estas páginas, esas que están dispuestas a representar palabras y sonidos, ahora se juntan, levitan en el aire y conforman colores, imágenes, historias. Es un privilegio fascinante poder visualizar conceptos que no entiendo y sentir sentimientos que no puedo explicar. Ver esto con mis ojos, aquí, enfrente de mi rostro, es como si otro camino del saber se abriera ante mí… tal vez, en este las enseñanzas sean menos complejas. Amistad, sacrificio, compañerismo, inocencia, cariño, ternura, amor, preocupación, sobrepasar los límites, defender, apreciar, arrepentimiento, placer, felicidad, ayudar, dar, ganar, perder. La desgracia de muchos. La felicidad de pocos. Miedo, valentía, arrojo, locura, maldad, honor, honradez, bien, deshonra. Pero… cómo podría olvidar las palabras del sabio. Conocer estas cosas no significa que en verdad pueda entenderlas. No son tan verdaderas, solo son palabras fáciles de ser dichas. Ahora que lo pienso, no es la primera vez que me siento de esta manera…

»Vagamente, puedo recordar que ellos dos cargaban con un libro igual a este. Que los libros tienen "saber". Que el conocimiento es fácil de olvidar. Sí, ya hace mucho, cuando las luces del alba aclaraban con su voz calmada, dijo: "¿Estás listo?", cuando pude ver con mis ojos un pasado que fue presente y aprender de ese sendero del conocimiento. No me puedo permitir seguir olvidando… La curiosidad picó tanto en mí cuando vi la esfera de pensamientos que se materializaron en el aire, entre las manos del anciano. Yo era ingenuo, apenas sabía hablar o escuchar correctamente. "El regalo del conocimiento. Crea tus propios recuerdos y haz tus propias conclusiones". Eso dijo el Gran Mago Sabio. Ahora me pregunto si en verdad fue un regalo y no un engaño. ¿Si lo que yo sentí fue curiosidad y no tentación? ¿En verdad saqué mis propias conclusiones? Si el conocimiento que me fue dado tenía la intención de hacerme más manipulable, debo andar con cuidado. Según puedo ver en este libro relacionado con el control elemental, las prácticas del doceavo elemento están perdidas. El control del tiempo y espacio existe en teoría, y se dice que nadie lo ha usado. Pero, aunque se diga lo que se diga, yo no lo creo, porque puedo ver dicho control ante mis ojos en esta noche eterna. Si de alguna manera puedo aprender de esta destreza, llegaré a alcanzar el rango "trascendental". Ser capaz de controlar el tiempo y el espacio es interrumpir el propósito del destino que me espera.

Con el voltear de la última página, Rey dejó caer su mano y el libro que sostenía con la intención de rendirse finalmente al sueño.

Algo más contento que cansado, el pequeño sin apellido se fue quedando dormido. Los sonidos se alejaron, la luz de la oscuridad finalmente oscureció una vez más. Se retiró de a poco el aroma del bosque, de la humedad, de la tierra, del libro con páginas viejas y quemadas. En el breve momento, antes de finalmente caer dentro del mundo del sueño, el pequeño sintió dos cosas que le traían tranquilidad a cada lado. Una amiga inseparable y el calor de un refugio: eran los componentes de un hogar. Él sonrió como quien sabía que estaba donde quería estar. En la oscuridad del mundo de los sueños, imágenes comenzaron a aparecer. Panoramas que fueron acompañados por palabras. El pequeño sabía que veía y que escuchaba, puesto que ya lo había vivido y escuchado… Estaba soñando con lo que había sucedido en el primer día, antes de marcharse con su maestro al entrenamiento.

Viajando al pasado, debajo de un pequeño árbol se podían ver praderas verdes y hermosos paisajes abarrotados por brillo divino. El viento era cálido y cargaba consigo un olor paradisiaco. Ahí, en donde se sentaba el Gran Mago Sabio, también había tres pequeños. Era el día en el que los padres se despedían de sus hijos para que ellos iniciaran un entrenamiento que les acondicionaría para pertenecer a la manada.

El Gran Mago De-Sabios. POV

El Gran Mago Sabio entendía que los pequeños, a pesar de sus tamaños, no sabían hablar, así como tampoco conocían del lugar ni sobre la historia de los tres planos. Pero ¿de qué manera él podría explicar entidades, conceptos o definir conjuntos de situaciones y variables a quienes no podían hablar ni preguntar? Primeramente, debía enseñarles cómo comunicarse y razonar. Eso era fácil, él tenía bajo su manga el primer paso para dominar la sabiduría. El anciano formuló un hechizo y entre sus manos hizo aparecer una esfera de pensamientos que se materializaron en el aire, los cuales ingresaron dentro de las mentes de los tres pequeños. La niebla diluida que se fragmentó entró por el medio de la frente de los niños, haciendo que ellos dejaran sus ojos en blanco por un momento. Tras un poco de tiempo, ellos comenzaron a articular sus bocas, luego a hablar y por último a preguntar sobre lo básico que debía de ser aprendido.

—¿Qué somos?

—Buena pregunta, mis pequeños, tengo una excelente respuesta. El alma es propósito, lo cual otorgará derecho de existir en este multiverso. Según la función, el comportamiento y el tipo de energía que tengan, será clasificada la existencia. Por ejemplo, esta roca —El anciano de barba larga y esponjosa, que vestía de una simple túnica naranja ajustada a la cintura por una soga, levantó del suelo un simple pedrusco— posee una función a desarrollar, también tiene alma y propósito de carácter pasivo. En la lengua que les enseñé para que puedan comunicarse, se le nombra como "roca" o "objeto" para poder conceptualizar y, por ende, entenderla.

Tras poner el pedrusco en el suelo, él señaló con sus dedos.

—Los que por la pradera caminan, y muchos otros que pueden volar, nadar, saltar, escarbar y arrastrarse, se caracterizan por tener las necesidades más básicas de todas: nacer, crecer, reproducirse y morir; aunque se los nombre de maneras diferentes, son "animales" o "seres vivos".

Tras bajar la mano y llevársela al pecho, observó con sus ojos negros metálicos a los tres pequeños.

—El tercer grupo es caos, violencia, destrucción y construcción, mayormente influenciados por sentimientos. Los no-tangibles son aquellos que no tienen la necesidad de sobrevivir, sin sentir peligro; la necesidad de evolucionar no existe. Y, finalmente, el quinto grupo, los consumidores, que mantienen un hambre insaciable. Entre estas cinco principales y más notorias formas de existencias, puede existir toda una infinidad de variaciones si se combinan entre ellas. Y ustedes son un resultado de esas combinaciones que componen y pueblan los tres planos.

—¿Qué otros tipos de variaciones existen? Mnnnn… —se preguntó el anciano mientras frotaba su cabeza rapada desde atrás hacia delante para luego esponjar su barba blanca, que le llegaba hasta la entrada del estómago—. Tenemos una buena cantidad de reinos, tanto en plano terrenal, interplanos y espaciales. Pero en el reino animal del plano terrenal existen succubus, vampiros, licántropos, hadas, ninfas, querubines, elementales, elfos, orcos, ogros, bestializados, humanizados, dullahans, cíclopes, trolls, enanos, gnomos, gigantes, minotauros, changelings, duendes, faunos, sátiros, amazonas, golems, ghouls, arpías, hannyas y los humanos son los mamíferos de alta inteligencia más destacados entre la combinación de las cinco principales formas de existencia.

»Mamíferos. Otra palabra rara, ¿no es así? No estaba en el paquete de enseñanzas básicas que les di. Con mamíferos me refiero a que nacieron de un vientre, tienen cuatro extremidades y sangre caliente, como ustedes. Aunque cualquiera de los mencionados anteriormente puede seguir siendo lo que es sin ser o haber sido un mamífero. Sí, me refiero a que un vampiro puede ser y existir sin haber nacido necesariamente de un vientre, tener cuatro extremidades o sangre caliente. Sin una de estas tres características, la especie en cuestión deja de ser un mamífero, pero no por lo que se le conoce y distingue. Les contaré sobre los acontecimientos y hechos que pertenecen al tiempo pasado y que constituyen el desarrollo de dos especies, desde sus orígenes hasta el momento presente, para que puedan entender.

Tras hacer aparecer en el aire la figura de un humano de piel blanca, ojos negros y cabellos color marrón, el anciano continuó.

—Ni siquiera los humanos (que no por ser los últimos en mi lista dejan de ser los primeros que reinaron en el plano terrenal) fueron mamíferos en todo momento. Sí, así como lo están escuchando. Los primeros no necesariamente nacieron de un vientre, aunque sí tenían sangre caliente y cuatro extremidades.

Luego, otra figura semejante con cabellos blancos y ojos azules apareció flotando junto a otro cuerpo de ojos rojos y cabellos negros.

—El primer vampiro tampoco fue un mamífero, ni los primeros licántropos. ¿Tienen curiosidad? En efecto, su madre es del linaje de los vampiros, su padre es del linaje de los licántropos y, como todo, también tiene un poco del linaje humano. Les contaré…

Moviendo sus manos, el Gran Mago Sabio abrió el libro que cargaba e hizo que las letras flotaran.

—Hace mucho existió un terrible monstruo de aire frío que erraba sin rumbo ni refugio entre las noches del primer mundo. Aunque se apareaba con diferentes especies a la suya, de su vientre nunca pudo crear descendencia. Esta existencia creció hambrienta, no podía saciar su apetito, aunque devorara todas las criaturas recién nacidas de un pueblo, bebiera la sangre de los cuellos palpitantes de los residentes y tragara las pesadillas de los niños sobrevivientes una y otra vez.

»En una noche llena de misterios, se dio el escenario de un acto abominable. Un humano rompió la tradición y por primera vez violó el cuerpo desnudo de una fémina a la que recién había conocido. Como ella se rehusaba a mantenerse debajo, el hombre en un arranque de cólera le mordió y, bajo el levantar de las estrellas, fue merecedor de una singular maldición. En el acto, la sangre que empalagó su paladar le supo a fruta. Al día siguiente, cuando la mujer no estuvo más, él se dio cuenta de que tenía su cuello perforado. Más tarde, la hermosa mujer, que se había disipado con la mañana, dejó en el aire unas carcajadas, pues finalmente había podido concebir a un hijo.

»El primero de los vampiros no tuvo más opción que perseguir el embriagante sabor a fruta y dejar atrás el sabor insípido de la comida que usualmente comía, dándose cuenta de que tenía el poder de obtener energía, fuerza vital, prolongar existencia y juventud cada vez que tomara del líquido más fundamental para la vida. El don maldito de beber sangre fue esparcido como semillas entre las sombras de la nobleza hasta que, un día, entre dos, se formó una criatura de profundos ojos azules. Con el tiempo, los descendientes desarrollaron cabellos blancos después de haber pasado por una cantidad considerable de tiempo, como tú, Jhades.

El anciano observó al pequeño que se sentaba en el extremo derecho, no tenía cabellos blancos ni dientes salidos, pero sí evidenciaba ojos azules y el apellido del linaje de su madre.

El anciano continuó:

—Por otro lado, junto al primer espíritu primordial de viento frío, otra existencia artificial de propósitos desconocidos vagaba por las zonas húmedas y oscuras del orbe. Con un sombrero puntiagudo lleno de cascabeles y campanillas, advertía su presencia al mismo tiempo que escondía sus ojos inyectados por fuego rojo y piel de hierro. La criatura se aborrecía a sí misma y, con aún más odio, veía a quienes eran más bonitas que ella. Su ferocidad se engrandeció con suma lentitud hasta que decidió devorar a cuanta mujer embarazada se interpusiera en su camino.

»Un día, la criatura en cuestión comenzó a devorar a las mujeres de un muy reconocido amante con intensos deseos sexuales. Dicho sujeto estaba en camino de ser el primero en poder gobernar todo un universo y quien, valiéndose de su ingenio, se las arregló para hacer lo que ni toda una partida de ángeles podían haber hecho. Pero al ser un espíritu primordial, la criatura no podía ser destruida, así que la mantuvo consigo hasta que encontró la oportunidad perfecta para castigar a alguien más que tuvo la imprudencia de querer engañar a los dioses del momento.

»El desdichado monarca de tantos otros muchos mortales albergó el espíritu primordial del fuego en su cuerpo. De hombre a bestia salvaje se transformó, como también lo hicieron sus generaciones venideras, todas con la naturaleza abominable podrían triplicar sus condiciones físicas y atléticas, expandieron sus pulmones y cavidad torácica. Se denominaron licántropos, mientras se los pudo reconocer por sus encolerizados ojos rojos candentes y pieles duras, como el metal heredado del primer espíritu, el cual aún vive en ellos, así como vive en ti, Dante.

Los ojos del anciano se movieron hasta el extremo opuesto a la izquierda. El pequeño ahí presente no denotaba en su rostro o en su cuerpo los rasgos característicos de una bestia, pero sí tenía sus ojos rojos candentes y portaba el apellido del linaje del padre.

—Dejando el término mamíferos y los orígenes de estas tres especies de lado, mi punto es que nuevas combinaciones de las cinco existencias principales pueden seguir naciendo de manera no natural, como lo eres tú, Rey sin apellido.

El anciano de piel negra miró con sus ojos al pequeño que se sentaba en el medio. Ese que tenía ojos blancos y cabellos negros, mas en su rostro mostraba la expresión de alguien arrogante.

—Tú no compartes la apariencia de un vampiro o la de un licántropo, pero tienes en ti las características de ambos. No te sientas mal si eres considerado un ser proscrito, mundano o despreciable por los humanos. En la historia, los humanos se convirtieron en la luz responsable del tiempo oscuro y llevaron las minorías casi al borde de extinción, incluso a ellos mismos. El tiempo dejó esculpido en piedra una lección y en las lógicas de los débiles, una prevención. Con la intención de sobrevivir, el débil habrá de terminar convirtiéndose en el malo.

Todo el mágico mundo de palabras flotantes y conocimientos fue interrumpido por el llamado de los instructores.

—¡Rey! ¡Dante! ¡Jahdes!

Los pequeños voltearon las cabezas. A lo lejos había tres rostros conocidos. Uno de ellos continuó y habló por los otros dos.

—Es tiempo…

Casi con una sonrisa de oreja a oreja, el viejo de cabeza rapada alzó su voz y con tono carismático dijo:

—Tan solo un poco más, el día aún es largo y está lejos de hacerse noche… Quiero terminar de darles a los pequeños el regalo del conocimiento.

A pesar de que los tres adultos allí presentes mostraron gestos faciales de que no estaban de acuerdo con el retraso, decidieron esperar a que el más longevo de todos terminase lo que había comenzado.

—Si es así, enséñales sobre sus padres… sobre lo que les espera si pretenden aventurarse a experimentar la vida fuera de este lugar. Tal vez se convierta en una buena motivación para que sepan lo que es correcto, y por lo cual deben de capacitarse antes de pertenecer a la manada —dijo Heroclades.

Limpiándose la garganta y aclarando la voz, el anciano continuó con la lluvia de historias divagantes, apenas los tres pequeños retornaron su atención en las figuras flotantes del libro, figuras que parecían avanzar en el tiempo hasta el momento perfecto.

—Del pasado no tan distante vamos a hablar, les contaré sobre la boda de sus padres, también de la llegada de ellos aquí. Con un poco de suerte podrán imaginarse una vaga idea de cómo es el mundo ahí fuera.

Mujer y marido se vieron parados sobre una capilla llena de rosas, besándose el uno al otro.

—Este matrimonio del que hablamos fue y es considerado una relación prohibida por los humanos y por muchos dioses. El esposo era nada más y nada menos que Wulfgang Lobato, mejor conocido como Fang, descendiente directo del primer licántropo, cuyo cuerpo invulnerable está dotado de destrezas destructivas que pueden llegar a sobrepasar a las del primer espíritu trascendental del fuego. Y la desposada, Maryam Priovan, descendiente del linaje familiar más longevo del universo, temida, respetada y rechazada en todos los mundos por su noble estirpe y fuerzas comparables a las del espíritu trascendental de aire frío. Añadiendo a sus padres, en el evento también estaban otras personalidades notorias. En conclusión, un muy temible grupo de problemáticos.

Como opción y para evitar confrontamientos directos, los humanos decidieron premiar a quien pudiera eliminar a estos individuos, así como a sus descendientes si se daba el caso. Los interesados se reconocían a sí mismos por pertenecer al grupo no oficial de "cazarrecompensas". Tomando todas las precauciones posibles, estos individuos esperaron hasta volverse lo suficientemente fuertes. Compuesto por quienes estaban interesados en cumplir dicha proeza, esos que buscaban ganarse la recompensa de lo inimaginable y los que querían intervenir con el matrimonio como otros vampiros y licántropos, el equipo partió al encuentro de sus padres y compañeros.

Por otro lado, al no saber en qué momento iban a perder a otro miembro del grupo y con algo que proteger, Wulfgang, Maryam y el resto de la manada decidieron emprender un viaje camino al único sitio donde nadie se atrevería a buscarlos, ni siquiera los "dioses". ¿Por qué? Porque este es un lugar en donde reinan las mil oscuridades. En el que tan solo los muertos y cuerpos no tangibles pueden llegar. Es la morada de peligrosos consumidores que se alimentan de las almas en pena. El reino de los peores demonios de la creación. Llegar hasta aquí significaba luchar contra todo eso antes mencionado y pasar por incontables calvarios.

Pero sus padres y los otros no lucharon contra dichos demonios o peligros, y, aun así, llegaron a este lugar, que es considerado como el ojo del tormentoso "Infernos", el Heavens. Ellos llegaron directamente a la entrada. Esto se debe a que Maryam tenía consigo un manuscrito que había heredado su familia, por nadie más ni nadie menos que su abuelo, ese individuo que devoró el corazón de uno de los regentes del infierno y que fue puesto a juzgar las almas para llevarlas a círculos inferiores por Zeus… ¡¿Explicación suficiente?!

Dos de los tres pequeños tenían las bocas abiertas y ladeaban la cabeza. Rey, mientras mantuvo una mirada fija y arrogante a los ojos de anciano, negó ante la pregunta.

Los pasos de Heroclades se escucharon acercarse hasta que, finalmente, valiéndose de una voz enérgica, agregó sus pensamientos a la conversación como si estuviera arreglando el error de alguien más.

—No sé si fue intencional, pero no les explicaste cómo fue el matrimonio. Tampoco sobre los peligros que les esperan ahí fuera. Un mundo en donde todos temen a quienes son más fuertes que ellos, a lo que no pueden controlar y, por ende, buscan la manera de apagarlo.

—Bueno, bueno… No pude contar cómo fue la boda o sobre los peligros de ahí fuera. Para ser honesto, los hechos que integran estos eventos superan cualquier intento de recapitularles por mi parte. Tal vez porque yo no estaba ahí presente.

El Gran Mago Sabio entreabrió sus ojos para ver a Heroclades, el formal maestro de Rey, un sujeto alto, imponente, fuerte y de musculatura bien definida, cuyo cuerpo estaba cubierto por túnicas con botones e hilos de oro, así como demás accesorios dorados. A pesar de haber vivido mucho tiempo, tenía los ojos de color carmelita, cara extremadamente bien parecida, pelo gris oscuro que le llegaba al hombro y descansaba recogido en una trenza junto a una barba del mismo color, que parecía cuidar bien y mantener siempre cortada.

—¿Quién mejor que tú para contarles sobre el tema? —continuó el anciano de piel negra—. ¡Anímate! Cuéntales a los pequeños, que tienen curiosidad.

El Gran Mago Sabio cerró el libro que tenía sobre las manos, achicó los ojos y mostró una sonrisa en dirección a Heroclades, como quien había dado una sugerencia tentadora de cumplir. Todos los De-Grecia tenían algo en común: el gusto por la disertación de cualquier asunto y la búsqueda de opiniones ajenas.

Heroclades se acercó aún más y, tras reflexionar sobre las palabras del anciano, se dijo a sí mismo: "Ante estos tres pares de ojos prestadores de tanta atención, no es que pueda negarme. Además, supongo que fui yo quien comenzó con esto, ahora debo terminarlo. No tengo un libro de letras flotantes. Supongo que con mis palabras deberé de mantenerles entretenidos. Tendré que ir directo a la acción". Después de respirar profundamente, se tumbó en el suelo y dio una mirada pesada a sus dos compañeros que había dejado atrás.

Katherine y Miján entendieron la expresión del sujeto de piel bronceada. Ellos se llevaban bien y podrían hacer buen uso de un poco de tiempo a solas antes de ir de expedición, así que no se incomodaron más de lo necesario.

Heroclades se entonó y comenzó:

—Mientras que todos los lugares del mundo exterior son como este lugar, me refiero a un lugar en el que al menos los árboles se mueven por el viento, los alrededores están llenos del ruido provocado por el crecimiento de la vegetación, el bullicio de los animales y el zumbido constante de respiraciones, nosotros, bajo el farol de una solitaria calle cuyo pavimento estaba manchado por diversión, solo podíamos escuchar el palpitar de nuestros corazones, el zumbido de nuestra respiración y la fricción de nuestras prendas. En la ausencia de ruido casi total, bajo el oscuro manto de la noche, comenzaría la peligrosa travesía de nuestro distinguido grupo. Yo, Wolfgang, Maryam, Miján, Katherine y Ehimus…

»Con ojos llenos de lágrimas, Fang, su padre, me miró, así como también miró determinadamente a cada uno de los miembros del grupo y, tras poner su mano en mi hombro, nos dijo: "No es posible que les pueda considerar a ustedes cómo mis amigos… A mis ojos, son mi familia".

»Y es que sí, tengo que admitir que cuando fuimos ignorados, rechazados y echados a un lado como basura por los demás, su padre siempre continuó con nosotros hasta el final, sin claudicar. Nos dio sus fuerzas sin titubear, su corazón, su alma, su esperanza y nuevas oportunidades, tanto en batallas casi perdidas como en la vida cotidiana del día a día. Gracias a su liderazgo, todos aprendimos que una familia creada por la lealtad era mucho más fuerte que cualquier otra atada por meros lazos de sangre.

Heroclades hizo una pausa para actuar como si estuviera a punto de decir algo doloroso de admitir.

—Yo también me di cuenta… Gracias a los cielos y los mares que no fue muy tarde para mí. Perdonen estas divagaciones mías. Tal vez sean achaques de la edad, querer hablar tanto y saber que no estoy diciendo nada. Regresando a la noche de partida, en esa tan conmovedora escena, Katherine fue la primera en aguar el ambiente. Además, desde un principio, ella nunca contó con muchas emociones para compartir con nosotros o entender lo inconveniente que resultaba su comentario. Cuando ella levantó su guardia ante los enemigos, no hubo manera de seguir ignorando que estábamos rodeados o de disfrutar el pacífico silencio, ni del momento tan sentimental…

Dándose una palmada en el rostro, Heroclades volvió a atraparse a sí mismo tratando de divagar. Con pesar y un poco arrepentido, levantó la mirada, pero detrás de los tres pequeños vio que los otros dos maestros que le acompañaban se estaban desvistiendo en el lugar donde los había dejado. Mostrando una sonrisa algo cansada, él pensó: "Qué bueno es ser joven. En la manera que Katherine me mira, parece que no quiere que los pequeños le vean. Me puedo vengar de ella si dejo que los pequeños le vean y vayan a preguntarle sobre cosas".

Heroclades no se había dado cuenta de que, al cortar su narración y sumergirse en sus pensamientos en el momento en el que estaban rodeados, había creado un suspenso muy grande en los pequeños.

La ventana de la curiosidad se había abierto para Dante y Jhades quienes no dudaron en mostrar enojo al punto de formar una rabieta en el suelo, e incluso intentar agredir al narrador con la intención de hacerle terminar el cuento que había dejado a medias

—Continuaré, solo déjenme tranquilo. Vamos. Regresen a sus lugares y denme un poco de espacio niños indisciplinados —dijo Heroclades un tanto cansado, desviando los ojos ante el goce de la vampira y el elfo de luz sobre el pasto.

Los dos enérgicos pequeñines detuvieron sus movimientos apenas escucharon las palabras del maestro de Rey.

Heroclades se cruzó de brazos e infló su pecho para darle una discreta mirada a su discípulo. Rey estaba intrigado, pero sus ojos no estaban interesados en las palabras de él, sino que aún miraban al Gran Mago Sabio, quien no se había podido retirar por dicha situación.

"Debo entretener a Dante y a Jhades, él no tiene una razón por la cual ponerse de pie e ir donde esos dos indiscretos amantes y romperles el momento", pensó. Retomando la entonación motivadora inicial en su forma de hablar y comportarse, Heroclades continuó con el diálogo:

—Dije que Katherine aguó el momento porque, a pesar de estar rodeados, no teníamos razones para alarmarnos. La presencia De-Agracia, o algún que otro individuo de rango "dios" o superior, se llegaba a sentir en las vecindades. Aunque la situación no era muy beneficiosa para nosotros, precisamente porque estábamos juntos. Sin intenciones de alardear, yo y cualquier integrante del grupo podíamos haber incinerado a todos aquellos agresores con tan solo un revés de nuestras manos. Pero la intención del momento era proteger a Maryam, su madre, y no pelear solos para evitar gastar energía innecesariamente.

»La formación de nosotros era muy pequeña y, por el bien de todos, no era posible que uno pudiera utilizar sus poderes sin limitarse. Por ende, su padre también levantó la guardia y, dando un paso al frente, se dio la tarea de actuar de escudo junto a Katherine. Como hechicero no puedo crear una barrera de protección que cubra a alguien más que no sea yo. Así que en el grupo de seis teníamos dos defensores; yo y Miján nos encargamos de los ataques a larga distancia, Ehimus del apoyo y Maryam del respaldo y la curación, quedando en una posición circular muy eficiente.

»Una cosa sí era segura: no existe pelea mejor ganada que esa que se logra evitar. Maryam tenía en sus manos uno de los legados grado "Santo" de la familia Priovam con la intención de evitar cualquier combate que nos pudiese exponer a peligros innecesarios. En el momento, con rapidez y organización, todos dimos un paso hacia adelante, pero en direcciones opuestas y su madre, de entre las sombras de su presencia, sacó un gran rollo lleno de escrituras antiguas.

»Cuando los "cazarrecompensa" notaron que perdieron la ventaja del factor sorpresa, no tuvieron más remedio que cambiar de plan e intentar evitar nuestra retirada estratégica. En un lugar tan silencioso, una avalancha de gritos de guerra se hizo presente. Saltando tan alto como pudieron, en un improvisado movimiento, los cazadores se arrojaron contra nosotros. Bien seguro estoy de que los pobres emplearon los mejores ataques que conocían. Y ahí, cuando la noche se convirtió en día, el filo cortante de incontables espadas se incendió, las astas puntiagudas arrojadas vibraron por la velocidad, las ágiles dagas lanzadas rodaron como torbellinos, las balas disparadas retumbaron como cañones, las flechas despedidas trazaron en el viento, los conjuros recitados torcieron y rompieron los entornos, los elementos controlados se duplicaron en tamaño y mucho más en dirección a nosotros; pero Maryam tuvo el tiempo suficiente para poner su mano sobre el pergamino, el cual fue activado en un destello, y la barrera conformada por los escritos nos rodeó a todos.

»Dentro de la barrera estábamos seguros. Ningún ataque podía tocarnos a no ser que fuese de grado superior. Aun así, los "cazarrecompensas" no perdieron las esperanzas. Continuaron el asalto que habían iniciado. Era el momento, no tendrían una segunda oportunidad para efectuar otro ataque tan organizado contra nosotros. No es que yo pueda culparles por intentar. Bueno, todos menos uno. ¿Qué quién fuese? Su nombre es Árjos, y es un "dios-falso" —dijo Heroclades con una sonrisa amarga en su rostro, pues conocía a muchos de ellos y ninguno le conocía a él.

»Un dios entre los humanos nunca será un verdadero dios entre los que son. En el mundo en donde todo es más delicado, cualquier existencia mediocre que tenga conocimientos básicos de energía puede ocasionar efectos a escala planetaria.

Rascándose la cabeza, Heroclades reconoció que no estaba dando un buen ejemplo, además de que también estaba obligado a desviarse del tema, por lo que continuó.

—Si el mundo de los humanos es desarrollado, el mundo de los dioses lo es más. Un dios sin necesidad de ninguna herramienta puede construir una casa con la misma estructura y complejidad que tal vez mil humanos no puedan, aunque usaran herramientas y planos. Por lo tanto, siguiendo esta lógica, si diez dioses construyen una casa, esta quedará mucho más maravillosa y resistente que la que construyeron diez mil humanos.

»Volviendo al tema, este falso dios aún sigue vivo. Lo sé porque lo vi. A diferencia de los otros insensatos, él, con la palma de la su mano, creó una barrera de aire para así apoyar su brazo y saltar hacia atrás esquivando a la vez mi ataque. La colisión de todas las técnicas lanzadas contra la barrera que su madre creó terminó en una magnífica explosión capaz de pulverizar… Bueno, pulverizar no es el mejor término, aunque se vio de esa manera, pero algo sí es seguro: todos en las vecindades también terminaron siendo teletransportados junto a nosotros y nos enteramos porque así lo dijo el Gran Mago Sabio al darnos la bienvenida en el lugar.

»Parece que tanto nuestros perseguidores como nosotros aparecimos en las afueras del bosque que protege a este lugar. Más allá de esos gigantescos árboles que ven a lo lejos, bajo otro cielo y frente a lo desconocido, fuimos testigos del verdadero infierno. Horrores y visiones espantosas se asomaban por los horizontes de todo el lugar en el que no existía la oscuridad. Un grito interminable y permanente reemplazaba al silencio. Una neblina de sangre flotaba en el aire junto con humo y cenizas de carnes quemadas. El suelo, de polvo… y el polvo, de huesos. De un lado a otro, las pisadas de algún que otro gigante se podían escuchar, así como el volar de extrañas aves o el rodar de horrendas criaturas. Pero ellas estaban lejos, aun así, la luz provocada por el sello de teletransportación despertó la curiosidad de esas que moraban a nuestro alrededor llamados guardianes del Paraíso.

Heroclades, decidió imitar lo que era una voz fina y chillona para hablar imitando a alguien.

—"¡Aún no es tiempo para bajar la guardia! Seres hostiles, llenos de intenciones asesinas nos quieren dar la bienvenida".

Los tres pequeños pudieron identificar a quien él había imitado, era la pequeña elfa verde del grupo. Heroclades continuó:

—Eso lo dijo la inmadura de Ehimus, casi gritando desesperada. Y al pertenecer ella a la manada, nos hizo sonar a todos como si estuviéramos asustados o en peligro.

Heroclades se cubrió el rostro con su mano derecha al recordar el vergonzoso momento que había provocado alguien que no sabía controlar la intensidad de sus emociones.

—En mi opinión —continuó el narrador de piel bronceada—, no fue una buena primera impresión para esos felinos que nos estudiaban. Recuerden esto que les voy a decir: "Cuando un 'depredador' identifica a una presa débil e indefensa, no dudará en atacar". Regresando al tema, previniendo esto, su padre apuró sus movimientos e intensificó el rojo de sus ojos, mientras que transformó su diestra en una gigantesca zarpa. Wulfgang quería intimidar a todos los afilados ojos y sombras de bestias que se asomaban para mirar en nuestra dirección, logrando que no se atrevieran a atacar y que primero buscarán por dónde.

»Maryam había quedado muy débil como para seguirse valiendo por sí misma. En todo el lugar se escuchaba el temblar de los huesos de Ehimus. Miján siquiera levantaba su guardia y Katherine actuaba como si nada le importara. Ninguno de estos comportamientos pasó desapercibido a la mirada de los animales, quienes se agrupaban en los alrededores y, justo cuando Miján, el "sabelotodo" del grupo, con su actitud pasiva agresiva de siempre dijo: "Al menos son mucho más inteligentes que los últimos insensatos. Ellos reconocen su lugar", una gran bestia felina, cubierta por negro, salió disparada con su enorme y voraz boca abierta.

Haciendo los movimientos con sus manos, Heroclades continuó narrando.

—Cual si estuviese desesperada, abalanzó todo su cuerpo en dirección a la retaguardia. Pero Fang hizo su papel de escudo antes de que el elfo verde atacara y nos pusiera a todos en peligro, como siempre lo hace… ¡Chass! Los dientes, diseñados para destrozar carne y marcar la diferencia en cualquier situación, terminaron encajados en el brazo del licántropo, que no cedió ni se movió, a pesar de que aquel enorme ser usará todo su peso entre sacudidas, e intentará arrancarle el miembro.

Junto a las palabras de Heroclades también se pudo escuchar el asombro de dos pequeños envueltos en la trama de un cuento violento. Tanto fue así que quien narraba hizo una pequeña pausa con el propósito de levantarse sobre sus piernas e imitar la pose que Wulfgang había hecho.

….

El Gran Mago Sabio aprovechó la ocasión para observar y hacer contacto visual con el tercer chico que parecía estar más interesado en los aspectos instructivos que en las hazañas heroicas del pasado. "¿Hmn? Mi análisis de él dice que todo está en orden. Pero no se comporta como sus hermanos o los otros dos que por aquí antes han pasado. Es un monstruo totalmente diferente que siquiera pretende ser normal. Sus ojos le delatan. Cambiaron… Ahora tienen vida y arden. Reflejan una llama hambrienta e insaciable. Algo que no debería existir en una herramienta movida por hilos. Es una pena…". La indiferencia y el frío de alguien que no tenía corazón salieron a través del longevo mirar.

—A mi juicio, irremediablemente roto estas. Aunque mis análisis digan lo contrario, tendré que agregar algunos factores extras a la fórmula. Adelantaré la llegada de Edith. Experimentarás la vida y la pérdida, pero no la muerte. Aumentaré el conocimiento de los humanos sobre ti y tu paradero. Te daré acceso al conocimiento, pero no al tiempo o el espacio. Tal vez esos factores juntos hagan de ti alguien que se preocupe por sobrevivir y así puedas servir a tu propósito. Debo ser precavido, aunque llegues a romper los hilos que te atan, siquiera estarás consciente de las cadenas…

Tras efectuar su conclusión, el anciano de piel negra que vestía túnicas naranjas cerró sus párpados rompiendo así el contacto visual con Rey dando la vuelta y marchándose en silencio.

—Maestro, ¿puedo preguntarle algo al anciano? —Rey cortó las palabras que Heroclades pensaba usar para continuar la historia que contaba.

—Ya casi termino —respondió ese de piel bronceada ante la mirada decidida de su discípulo—. ¿Te perderás lo mejor?

Tras dar su aclaración, el formal maestro de Rey entendió que este no cambiaría de opinión o siquiera estaba interesado en el final. Con algo de pesar en sus palabras, continuó:

—Está bien, ve y pregúntale lo que quieras al Mago Sabio. No te marches lejos que ya casi termino.

Rey asintió, se puso de pies, sacudió el polvo y marchó a donde estaba caminando el Mago Sabio.

—Gran Mago. ¿Por qué es que tú y mi maestro cargan con eso a dónde quiera que van? —preguntó Rey.

—Oh, ¿hablas de esto? —El Gran Mago Sabio extendió su libro hacia el frente—. Esto es un libro y los libros albergan poder, por eso es bueno cargar con ellos a dónde vayas.

—¿Poder y fuerza no son lo mismo? —preguntó el pequeño intrigado.

—De cierta manera, no —El Mago Sabio dejó que el pequeño sostuviera su libro—. El saber es poder, pero no del que te hace más fuerte físicamente. Aun así, saber es un arma y, como todas las armas, viene con responsabilidades y no sirve de nada si no sabes entenderla o usarla.

—Entonces, quiero aprender a entender —demandó Rey, quien veía páginas en blanco.

—¿Con qué así? Déjame decirte que entender no es algo que se pueda enseñar. Pero siento que, en algún lugar, dentro de un rincón de tu mente, tienes el pensamiento de que, si te haces más fuerte en este mundo, darás alivio a los demás, ¿verdad?

—No estoy seguro. Cargas con un libro, aunque seas un mago y no un hechicero. Aun así, eres mucho más sabio que Heroclades y que todos aquí, por ende, más fuerte.

Rey extendió su mano con el libro para devolver lo que le habían prestado, mientras miraba al anciano a los ojos y se percató de que este no negaría el comentario. Continuó:

—Pero nadie te mira como me miran a mí.

"¡Mm-hmn! Estás en lo correcto y también se ha producido una ligera irregularidad", se dijo a sí mismo el Gran Mago Sabio para continuar en voz alta:

—Parece que estás entendiendo, pero ¿qué te hace pensar eso? —preguntó al mismo tiempo que también abrió sus ojos grises metálicos y observó al pequeño. Tenía una verdadera incongruencia en frente de él. Estaba improvisando con una situación que por primera vez escapaba a sus cálculos y en verdad le fascinaba.

Rey replicó:

—Lograste hacer que las letras flotaran de tu libro, mientras que mi maestro siquiera se molestaba en usar el suyo.

El anciano quedó más intrigado de lo que estaba. No esperaba una respuesta tan infantil. Se detuvo a pensar. Mirando curioso el libro que le habían devuelto, se hizo algunas preguntas como: "¿Cuántas otras explicaciones no existen o podría él haberme dado que hubiesen sido mejor fundamentadas? ¿Qué, acaso con lo inteligente que es, no se le había ocurrido que existían libros diferentes? Pero ¿y si tal vez por querer complicar algo es que los seres inteligentes toman decisiones erróneas a pesar de que tienen las respuestas justo en donde ellos las ven? No vale la pena descifrar la razón por la cual él formuló dicha pregunta en particular", pensó. Sin reservas, el anciano preguntó:

—¿Puedo confiar en ti?

Apenas Rey asintió con su cabeza, el Mago Sabio hizo movimientos con sus manos como si estuviera dibujando en el aire y continuó:

—Tengo poder sobre fuerzas ocultas, pero, aunque te enseñe a hablar y de historia, no te puedo dar "saber". En cambio, déjame guiarte por el sendero para que encuentres eso que andas buscando. Este camino tormentoso no es más que una prueba de resistencia para que puedas ver qué tanto quieres aprender y cuánto esfuerzo estás dispuesto a dar.

—¿Acaso no puedes transferir los conocimientos y así ahorrarme los trabajos? —preguntó Rey mirando de abajo hacia arriba.

El Gran Mago Sabio continuó:

—Oh, pequeño. Vives dentro de un mundo atado por las leyes del equilibrio y los intercambios iguales. Desear conocimientos significa alimentarse de algo que haga posible obtenerlos. El proceso es necesario… Pero ¿qué mejor manera de demostrarte lo que digo que dándote un ejemplo?

—-Estoy escuchando —dijo Rey.

—Si a tu alrededor te temen y odian —dijo El Gran Mago Sabio—, esas circunstancias son perfectas y estarán bien porque las emociones que vienen con ellas te enseñarán a que sigas avanzando. El cuerpo de los guerreros está condenado a transformarse en guerra. El saber, el poder y la fuerza son solo conjugaciones de meras palabras que se dicen con facilidad y ni siquiera llegan a describir en su totalidad el verdadero poder, o la verdadera fuerza, ni mucho menos el verdadero saber. Las personas a veces deben convertirse en un pozo y hacer de sus cuerpos un material maleable. Cuanto más se crecen con la intención de hacer capacidad para más poder y más fuerza, también abundarán las grietas y, por más que pongan dentro, nunca llegarán a llenarse. El conocimiento, incluso en manos de los que nunca mueren, es fácil de olvidar y casi imposible de recordar. El poder en manos del más humilde termina arrastrándolo a la corrupción y autodestrucción de sí mismo, así como de aquello que le rodea. La fuerza en manos del tirano nunca estará equivocada y, en frente del débil, siempre tendrá la razón… Rey, ¿podrías recordar, entender, sentir y respetar el sentimiento de estas palabras en todo momento?

—No, así como tampoco puedo entenderles o sentirlas… —reclamó el joven cual si se diese cuenta de algo real: saber no es lo mismo que vivir.

—Ese es el punto —dijo El Gran Mago Sabio—. Conocer estas oraciones no significa que, en verdad, puedas entenderlas porque son conocimientos míos. No existirá nada mejor que acumular recuerdos propios para que puedas crear tus propias conclusiones, aunque esas conclusiones lleguen demasiado tarde como para que puedan ser usadas. Aun así, y sabiendo todo esto, ¿estás listo?

—¿Qué debo hacer? —preguntó Rey con disposición.

El Gran Mago Sabio:

—Recorre el pasado que una vez fue presente. Caminarás junto a tus padres cuando llegaron a este lugar. Siente lo que ellos sintieron. Acércate lo suficiente como para aprender de ellos y aceptarlos, así como son. Estudia sus opiniones. Vive sus experiencias por ti mismo y después saca tus propias conclusiones —dijo el anciano.

Tan pronto finalizó la creación de todo un pequeño mundo de letras, imágenes, emociones y pensamientos entre sus manos, hizo que todo lo blanco se volviera negro y todo lo negro se volviese blanco. Los colores se fusionaron, el cielo fue tragado por la tierra y la tierra se levantó en un vacío casi sin fondo. Y ante el intimidante licántropo, en el medio de todo un escenario diferente, Rey se hizo presente sin que nadie le viera.

Era el pasado, un lugar en el que no podía interferir, solo ver. Aunque era su primera vez en el tiempo de antes, Rey entendía que no era extraño que no pudiera hacer nada, que era normal que no pudiera hablar y que su voz no le funcionara. Que nadie pudiese verle ni hablarle o siquiera sentirle. Ni el polvo del suelo, ni las hojas de los árboles o el viento. Todo a su alrededor era estático.

Paseándose por el lugar, Rey inspeccionó cada pequeño detalle con sus ojos. Después de pensar por un tiempo, llegó a la conclusión de que estaba dentro del cuento que Heroclades les había estado contando a él y a sus hermanos, cuando sus padres y los demás escaparon de los "cazarrecompensas". Rey también notó cómo su padre, Wulfgang, se erguía cual si fuese una montaña sólida y salvaje en frente de todos. No era que llevara su usual traje con chaleco, camisa y corbata, ni tampoco su sombrero de ala corta, pero sí mantenía su tan característico lunar cerca del ojo izquierdo, la complexión musculosa, sólida, robusta, arrogante y brava de alguien que había sobrevivido incontables batallas. De cabellos rojos, cortos a los lados, pero largos arriba, los cuales siempre tiraba hacia atrás, ahora llevaba prendas de combate, vestiduras dedicadas a proteger los órganos vitales del torso sin comprometer la movilidad. Rey notó cómo el tiempo comenzaba a resumir su curso, y con esto el imponente cuerpo con la mano bien en alto de su padre. Fang siquiera se inmutaba ante las mordidas y sacudidas de la gran bestia negra que casi le doblaba el tamaño cuando se erguía sobre sus dos patas traseras.

El tiempo dejó de ser estático para proceder a avanzar. Wulfgang, con su brazo derecho, procedió a apretar la garganta del agresor, haciéndolo retroceder para luego levantarlo del suelo y proyectarlo de espalda contra el piso, ejerciendo así aún más presión contra el peludo cuello bien protegido.

Uno encima del otro, los dos seres se rugieron, enfrentaron feroces rostros de guerra, llenos de dientes y expresiones faciales arrugadas. Rey pensaba que, si su padre era una montaña, en la situación, el gran felino era más como una roca. "¿Qué daño podría hacerle una simple piedra contra algo macizo y gigantesco?", se preguntó.

En efecto, Rey volteó la cabeza y fue testigo de que, a pesar de estar en frente de una situación peligrosa, ninguno de los miembros del grupo se atrevió a interferir o siquiera mostrar interés, exceptuando a Ehimus y Katherine, quienes sufrían más por el animal que por su compañero. No estaban interesados ni sentían peligro alguno. Regresando la mirada, Rey notó el rostro triste de Wulfgang, quien siguió ejerciendo gradual presión hasta que con su brazo rompió uno de los colmillos superiores del animal, provocando que él mismo se rindiera de dolor. Tan pronto el licántropo deshizo su agarre, aquel inmenso ser volvió a ponerse en sus cuatro patas y, con la cabeza agachada, se alejó por donde vino.

—¿Por qué lo has hecho? ¡Pudo haberte hecho daño!

La voz femenina pareció haber encontrado una oportunidad para reclamar. Voz que le llamó la atención al pequeño, pues bien la reconocía. Era Maryam, de cuerpo muy joven y baja estatura, con largos cabellos blancos, los cuales llegaban hasta su cintura, pero en el momento los tenía recogidos. Vestía finos aretes azules, un vestido enterizo ceñido al cuerpo, del mismo color, el cual dejaba ver los muslos hasta la altura de las caderas por los lados y la espalda.

—No existe mérito en resolver una situación complicada de una manera complicada si existe una solución simple esperando ser empleada. Intimidarla con mi fuerza la dejó viva y también advirtió a los demás observadores —dijo el licántropo con la sombra de una media sonrisa en su rostro.

—Es mejor morir en batalla que no en deshonra. Deja de ser tan egoísta y piensa en los demás… Fang —dijo la vampira musculosa, quien se cruzaba de manos y aún mantenía su barbilla bien levantada.

Katherine, no tenía una apariencia que hubiera cambiado mucho a como Rey la recordaba. De cabellos blancos largos y caracoleados, vestía las mismas prendas de combate: botas que le llegaban hasta las rodillas, guanteletes que le llegaban hasta los codos, ambos de un metal sólido y resistente. En el torso se valía de dos prendas bien ceñidas al cuerpo, una que le cubría un poco los senos y otra que le cubría muy poco el área pélvica. Todas las demás áreas que tuvieran músculos definidos quedaban expuestas al aire. Sin mencionar la gigantesca espada que cargaba sobre su espalda.

De un momento a otro, Rey notó cómo el ambiente cayó sumergido ante la presencia de otro ser. Alguien lo suficientemente fuerte como para poner a los presentes en guardia, incluyendo a la vampira musculosa. Con este comportamiento del grupo, el pequeño espectador pudo sacar sus conclusiones mientras que la tensión del momento se prolongó.

Wulfgang dijo en voz baja:

—No puedo oler su esencia —Acto seguido, casi rugió desde lo más profundo de su pecho—. ¡Muéstrate! Es poco considerado que alguien como tú mande escorias a que hagan el trabajo sucio.

Rey rodeó el lugar, no podía sentir el peligro que los mayores sentían, así que no tuvo más remedio que esperar hasta que vio cómo de entre la oscuridad salió alguien que le miraba particularmente a él.

"No puede ser, sus ojos me miran a mí en un mundo en donde nadie me puede ver", pensó con el corazón acelerado. Ante este evento, el pequeño también notó cómo todas las demás sombras negras se retiraron con lentitud cual si hubieran perdido el interés en los recién llegados. Miján le murmuró a Heroclades y Katherine, quienes se encontraban uno al lado del otro:

—Creo que él nos estuvo observando desde un principio. Este lugar se siente como un "Zone", tal vez sea la razón por la cual no tiene olor.

Rey pudo escuchar el comentario proveniente del elfo de luz que tenía el grupo. Miján mantenía su constitución delgada, pero de músculos definidos. Sus cabellos un tanto largos y poco cuidados de color plateado, ojos verdes, al igual que Ehimus. Un traje enterizo ceñido al cuerpo, doble cinturón a la cintura y unas hombreras plateadas al igual que sus botas.

Ninguno de los presentes sabía quién era el que se acercaba, por esa razón se mostraban tan exaltados. Rey se calmó cuando reconoció los inconfundibles ojos grises metálicos, piel negra y cabeza rapada que se fueron haciendo más visibles. "Es el Gran Mago Sabio", se dijo. Con este pensamiento, el sujeto cambió la dirección de su mirada.

—Si buscas dañar a los míos, no tendrás mi perdón —advirtió Wulfgang, más como una amenaza, como un verdadero líder, uno que no temía ponerse al frente de la batalla cuando sabía que uno de los aliados iba a morir.

La sombra se acercaba más a las afuera del bosque. Calmada y sin apuro. Paso a paso, hizo esperar a todos los presentes, subiendo la tensión del momento, hasta que las palabras en una lengua entendible para los presentes se dieron a escuchar.

El sabio gritó. Rey pudo entender que el anciano aún estaba lejos, si hablaba normal tal vez no le podrían escuchar y mientras más rápido bajará la tensión de los visitantes, mejor le sería poder interactuar con ellos.

—¡Estoy por fin lleno de alegría! ¡Bienvenidos sean pasajeros de la vida! ¡Fragmentos de los espíritus trascendentales del calor y frío creados en el Heavens, el lugar al cual están destinados a regresar! ¡Ustedes! ¡Entrantes de las puertas del cielo son quienes esta vez concederán tres milagros a este punto sagrado! Temer no deben, siéntanse privilegiados de tener el derecho de pisar el suelo que pisan. Ante mí, en este instante, sus más despreciables acciones se verán interpretadas como las más nobles.

Un poco más cerca y la voz se daba a escuchar menos alta.

—Disculpen por la demora, ha sido un cambio de último momento. No esperaba ser yo quien les diese la bienvenida. Si Miguel se hubiese encontrado en este lugar, se habrían evitado el enfrentamiento contra los animales que tanto él cuida y aprecia. Estoy seguro de que, si le ven, les tendrá consideración, así como ustedes tuvieron consideración con la enorme bestia.

Ahí estaba, un anciano flacucho y casi en los huesos, de barba esponjosa y larga, cerraba sus ojos para dar una sonrisa y verse más amigable ante los visitantes. "¡Hmm! Aún sus miradas son desconfiadas", se dijo el longevo anciano de rostro calmado y ojos cerrados.

Katherine, cautelosa, alzó su motivo:

—El pergamino que utilizamos era parte de un legado familiar dejado por Lord Ambrogio Priovam De-Byron, que se encuentra en nuestro árbol genealógico y quien debía de darnos la bienvenida. No tú, ni ese tal Miguel.

—Ahh. Puedo entenderlo. Tiene sentido. Esperaban que Ambrogio les diera la bienvenida, o al menos alguien con ojos azules. Desafortunadamente, no podrá ser el caso. Él está ocupado haciendo su trabajo. Déjenme presentarme. Me conocen como el Gran Mago Sabio.

Él señaló a Ehimus con su dedo y rápido dijo:

—Tú no gastes saliva, tenme consideración ahora que hablo. Por otro lado…

La elfa verde siquiera había dicho algo y todos la miraron con confusión, como si lo hubiese hecho, pues perfectamente la creían capaz.

Era cierto: Ehimus, a pesar de ser la más pequeña en estatura, su comportamiento no era para nada como el de los adultos. Tenía los cabellos verdes, lo suficientemente largos como para poder hacerse una coleta en el lado derecho de la cabeza. Llevaba puesto una gran prenda con capucha que parecía servirle como un chubasquero que llegaba hasta el suelo, con la cual se tropezaba si intentaba correr. Andaba descalza y todos los demás paños interiores estaban compuestos por pétalos de rosas y delicadas hojas. Rey creía que, si el verde representaba la vida y la naturaleza, ella era la representación de lo verde y, aunque alguien intentara matarla, cortarla o quemarla, resurgiría con aún más fuerza y experiencia que antes.

Pero Ehimus no había hablado para que el Gran Mago Sabio la mandara a callar. Aún más: podría decirse que el anciano la había reprimido sin razón o motivo. Rey, como quien estaba afuera, notó algo raro en esas palabras tan raramente pronunciadas por parte del anciano en su reprimenda contra la elfa. Haciendo memoria, nadie nunca llamaba al Gran Mago Sabio por su nombre real. Y ahora que se estaba presentando, estaba valiéndose de una distracción para no decirlo. O tal vez lo había dicho, solo que debía de ser reconstruido entre esas palabras de pronunciación desentonada. Como quiera que sea, era mucho trabajo tratar de deducir el nombre de alguien si puedes referirte a él de otra manera.

—Miguel —continuó el Mago Sabio, por lo cual todos regresaron su atención a él, y Ehimus, la única del grupo que en verdad tenía curiosidad por saber el nombre del anciano, se quedó callada tan solo para que los demás no le volvieran a mirar de la misma forma por interrumpir—, ese del que antes les hablé, es el guardián de este círculo y parece que aún no termina de guiar a aquellos que han estado llegando previamente a ustedes.

Katherine articuló su boca demostrando desconfianza:

—¿Qué trabajo en particular está haciendo Lord De-Byron que no puede darle la bienvenida a la más ilustre descendiente del clan Priovam?, si es que se puede saber.

—Uno que Zeus personalmente le encargó al usuario original del cuerpo —dijo El Mago Sabio—, si saben a lo que me refiero. Pero como la mente dejó de ser quién era, yo le pedí que continuara el trabajo que el cuerpo condenado estaba dispuesto a hacer como se le había ordenado. En cambio, le otorgué la oportunidad de abandonar el infierno por un breve periodo de tiempo y que también llevará consigo un boleto exprés al interior del lugar más seguro de los tres planos.

Aunque las palabras sonaron lo suficientemente convincentes para que quienes escuchaban se relajaran, entre tantas preguntas que rondaban la mente inmadura de Ehimus, esta pudo formular las dos que le parecían más importantes.

—Entonces, ¿conoces al abuelo de Maryam? Y ¿fuiste tú quien le entregó el pergamino?

El Gran Mago Sabio dirigió su mirada a la pequeña verde.

—En efecto. Cuando él dejó de ser Minos y su corazón de vampiro finalmente tomó control del cuerpo condenado, fui yo quien le entregó ese sello que usaron. Puedo probarlo. El pergamino estaba encabezado por las siguientes escrituras: "Sin espada, pero con las palmas de las manos y este pergamino en el suelo, librarán una batalla los perseguidos que desean descansar en paz, para así llegar a ver un nuevo sitio en el calor de un sueño, dentro de un cielo sin estrellas que perseguir", y muchas otras metáforas que realmente no tienen sentido. El pergamino, en sí, es el sello y no las escrituras que vienen dentro.

Heroclades asintió ante la afirmación del Gran Mago Sabio.

—Por ende, como yo le entregué el pergamino a Ambrogio y sugerí que no descuidara su trabajo, también le dije yo me iba a hacer responsable de ustedes… Espero que no les tome de sorpresa, pero las tres bendiciones de las que hablé se deben a que la vampira cargada en los brazos de su líder tendrá múltiples hijos —dijo el flacucho de piel negra para volver a dirigir la atención hacia otro tema.

Rey nunca había visto a los mayores hablando entre ellos por tanto tiempo. Estaban serios y tensos, como si se estuvieran preparando para atacar en cualquier momento. Más bien, como si se prepararan para ser atacados, exceptuando a Wulfgang y Heroclades. Wulfgang quedó sorprendido y en su rostro se veían las expresiones de alguien que no sabía qué decir ante la revelación. En cambio, Heroclades, quien vestía las mismas túnicas con botones e hilos de oro, era quien más estaba impresionado y concernido. Sin poder contenerse, formuló una pregunta discordante, ya que el futuro padre no lograba encontrar una concordante:

—Pero ¡las predicciones señalan que es uno! ¡¿Cómo qué múltiples?! No puede ser. ¿Qué, acaso no era la encarnación de…?

Rey notó que todos en el grupo casi dieron un paso hacia atrás. Ellos sabían que el comentario tan ambiguo por parte del señor de piel bronceada no iba a ser tomado bien por el licántropo. Y en efecto, el hombre lobo reemplazó su emoción de tristeza con una explosiva ira desgarradora, producto del surgimiento de aquel lacerante comentario, el cual le hizo gritar con rabia palabras de advertencia:

—Conque eso es lo que crees. Y ¿supongo tienes una buena razón?

Wulfgang se pasó la mano por su cabeza y aplastó sus largos cabellos hacia atrás, de modo que solo unos mechones quedaron asomados en su rostro.

—¡¿Cuál es tu razón, hijo de Metis?! ¿Acaso es que crees que mi descendiente terminará lo que tú te rendiste a terminar después de lo que pasó con tu hermana?

Heroclades no supo qué responder. Como un padre que siente vergüenza ante los reclamos de un hijo, desvió la mirada. Con fuerza puso la mano sobre el libro que colgaba de su cinturón y, a pesar de haber vivido muchos años, no pudo evitar verse emocional cuando su hermana fue mencionada.

La incómoda situación pareció afectar a Maryam, quien perdió la fuerza de seguir sosteniéndose sobre sus pies. Wulfgang dejó de confrontar a su maestro y, con rapidez, sostuvo a su mujer para luego examinarla con ojos preocupados y terminar cargándola en brazos. Como quien cargaba a algo tan delicado como un bebé, el licántropo se mostró cuidadoso asegurándose de acomodar bien a su mujer.

—No debes preocuparte tanto. Solo estoy un poco cansada —dijo la vampira casi usando los mismos métodos de distracción que usaba el Gran Mago Sabio.

Rey estaba prestando más que mucha atención a todo. Heroclades no parecía tener intenciones sombrías, pero era la primera vez que tocaba el libro que cargaba conejos cristalizados. Su padre parecía estar dolido, pero tampoco estaba equivocado. Ehimus dejaba salir el aire como si no supiera a quién defender. Miján se cruzaba de brazos como quien ocultaba su incomodidad al estar tan cerca de la vampira musculosa. Katherine se hacía ver a favor de Heroclades, como quien esperaba una oportunidad para hablar.

—No te preocupes… déjame ser tus pies de aquí en adelante.

Con palabras calmó el licántropo a la vampira que ni siquiera se le notaba la barriga, o el cansancio. Luego le dirigió una mirada con una disculpa al señor mayor de piel bronceada:

—Ummm, Hero. Me equivoqué al haber mencionado a tu hermana sabiendo lo mucho que te lastima.

Heroclades respondió valiéndose de una tristeza disfrazada:

—No resentimientos.

Ante los ojos del fascinado pequeño cuya presencia nadie notaba, la vampira dio una discreta sonrisa y, acto seguido, cerró sus ojos ahí en donde se sentía segura, en los brazos de su amado. No era de extrañar que tanto el maestro y el pupilo, ahí presentes, tenían todo un gran pasado por el cual podrían discutir y terminar luchando como tantas veces habían hecho, pero Maryam logró disociar la atención con sus palabras casi silenciosas y actos débiles. Ante las paces de aquellos dos, Katherine fue la única en mostrar inconformidad.

El Gran Mago Sabio, tras pacientemente esperar a que el grupo resolviera los conflictos internos, continuó hablando:

—Si me disculpan la aclaración, el señor de piel bronceada no está equivocado del todo. La vida de aquellos que mueren está propensa a seguir el curso natural de su existir, aun después de morir. Este curso se puede retrasar por asuntos no terminados de los padres o conocidos. Aun así, los reencarnados están consagrados a seguir un mismo camino. Si no lograron cumplir en una vida anterior el camino, sea para bien, sea para mal, estarán obligados a reencarnar una y otra vez, sin importar que alcancen la sabiduría espiritual o logren terminar su cometido.

»Pero, aunque tengan la necesidad de reencarnar para cumplir una función básica, tan básica como la venganza, los reencarnados pierden las memorias de sus vivencias pasadas. Estas quedan encerradas para que así el individuo pueda vivir una vida nueva y plena. La posibilidad de que uno de los pequeños sea la reencarnación de alguien está presente, y más en este santuario. ¿Cuál de los tres que vienen es el elegido para reencarnar? Nadie sabe, podrían ser los tres. Solo se sabrá cuando crezcan y encuentren el camino al que pertenezcan sus poderes y dotes —dijo el anciano tratando de explicar la tan delicada situación que se estaba dando en el lugar.

Con voz firme, Katherine, quien esperaba la oportunidad, aprovechó para exponer sus dudas:

—¿Eso significa que también existe la posibilidad de que Hades pueda reencarnar entre uno de los bebés que vienen en camino?

Ante el comentario irónico de la vampira musculosa, Ehimus habló por Heroclades como si de algo personal se tratase. La elfa, por cuestión de admiración y respeto, no le había dicho nada a Wulfgang cuando este ofendió a Heroclades, pero ella no sentía lo mismo hacia la vampira.

—¿Y vas a mencionar el nombre de quien casi termina de manera permanente con la vida de la tan querida hermana de Hero? Algunos no se cansan de lastimar heridas ajenas para buscar conflicto.

Miján, quien no había desviado su mirada del Gran Mago Sabio, parecía sentir cómo Katherine casi lo tocaba, ya que la misma había avanzado para quedar más cerca de la elfa. Nervioso agregó:

—¿Acaso es sensato seguir discutiendo? Debe haber algo mejor que se pueda hacer.

—Si desean, pueden seguirme al mejor círculo dentro del infierno —dijo el Gran Mago Sabio al voltearse y caminar—. Admito que, si se notan más irritables de lo usual, es por el efecto del lugar. Les aseguro que podrán pensar mejor cuando dejen el ruido irritante de las voces en sufrimiento, el olor a carne quemada y esta neblina de sangre atrás.