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Chapter 46 - XLV. No te sueltes, no se lo que pueda pasar...

— Esto tiene que ser una broma, dime Emma que lo es — replicó aquel dando a mostrar un tanto el sentimiento de perturbación que experimentaba — esto no puede ser posible, no lo entiendo y tampoco recuerdo haberle visto, nada de esto.

— Es entonces posible que mientras estabas aquí aún no había pasado nada de lo que haya provocado la aparición de la misma por lo cual estimo que por ello no tienes memoria respecto a esto. Ahora bien, yo también no soy la mejor indicada para hablarte de ello pues cuando llegue ya se encontraba así — indique aquello inmediatamente ante aquel — ahora bien, Dominieck disculpa que te pregunte, pero hace cuanto no vienes aquí.

— Desde hace alrededor de treinta años, la última vez que estuve aquí precisamente fue el mismo día que fui entregado a Lyall.

Dominieck proclamó aquello mientras su voz se sentía algo quebrada e indudablemente me hizo sentir intranquila e incómoda por haber realizado tal pregunta, así que por la incidencia del mismo sentimiento me vi obligada a dirigir mi ojos hasta su persona para intentar quitarme el mal sabor de boca que aquello me provocó cosa que pensé podría lograr al ver su rostro inexpresivo, pero sin embargo aquel sentimiento en mi creció aún más tras yo mirarle allí quieto con la tristeza completamente visible en su ojos vidriosos y atentos hacia adelante.

— Pues hay tienes tu respuesta, todo en este mundo cambia y hasta las personas lo hacen en su momento, eh indudablemente en el transcurso de estos años era algo esperable de que la zona pudiera sufrir alguna u otra simple variación, aunque he de admitir que de simple no tiene nada.

— Puede que tengas razón, pero sin embargo las dudas del porqué ha ocurrido me atormentan.

Dominieck desde hacía un momento se encontraba fijo mirando a la niebla intentando entender todo aquello.

La imagen que ante sus ojos se cierne más que nada le producía gran inquietud así que en un momento inesperado tras dejarse guiar por la confusión aquel hombre se acercó a la entrada sin pronunciar palabra alguna cegado por sus emociones.

Yo tras verlo no dudé en acercarme y tomándolo de la mano izquierda me hice hacia atrás haciendo con mi cuerpo de contrapeso intentando detenerlo.

— Eres tonto — exclame con evidente enojo, cosa que inmediatamente aquel escucho e instantáneamente se detuvo y giro su cabeza en mi dirección, por acción misma tras ver sus ojos tan pendientes de mi persona me vi forzada a soltarle tras un halo de nerviosismo recorrer mi cuerpo, así que una vez alejada de él, continue diciendo.

— No puedes hacerte por ella, así como así, ya te dije lo que puede pasar.

— Entonces qué pretendes que haga, estoy demasiado ansioso, quiero verla ahora mismo si de verdad allí está.

— Ya lo noto, pero dime has siquiera pensando en cómo hacerte en ella, ya te dije que la niebla puede llegar a hacer demasiado engañosa y las consecuencias que puede traernos de ser ambos demasiado imprudentes pueden ser muy atroz, y lo digo con justa razón pues ya perdí la cuenta de las veces que intente entrar sin los abuelos y la niebla me llevó directo al río, la suerte es que se nadar porque estoy segura de que fácilmente no lo estaría contando.

— Si ya lo dijiste, pero sin embargo no puedo evitar insistir, necesito entrar y confirmar por mis propios medios que es la casa, así que, ya que me detuviste, ahora mismo me dirás cómo entrar.

Ante sus palabras una risa nerviosa se dibujó en mis labios porque yo era consciente de que al igual que él desconocía el cómo hacerlo, los abuelos eran muy cuidadosos y no dejaban nada a la vista, aunque conociéndolos bien a veces la manera más fácil de romper uno de sus acertijos relucía como la pista más sencilla.

— No puedo decirte — indique una vez ante él.

— ¿Por qué Emma? Por favor no seas así, no puedes simplemente quedarte callada ahora, dime, como la atravieso.

Dominieck tras escuchar mis palabras comenzó a ser más y más insistente pues lo único que para aquel momento le interesaba era atravesar aquella niebla, por tanto, ante mi negación igualmente empezó a zarandearme buscando sacarme una respuesta al respecto.

— Ya cálmate por Dios, entiende no puedo decirte porque simplemente yo tampoco sé cómo entrar, aunque tengo una suposición al respecto.

— ¿Qué? Es enserio, como es eso posible que tú tampoco lo sepas.

— Pues así es, simplemente los abuelos nunca me dijeron como hacerlo, como te dije se puede ingresar y ver si ella te acepta, pero es un riesgo muy grande para tomar y muy peligroso por eso la duda funge y me obliga a impedirte cruzar.

Dominieck no lo podía creer, la indignación que había presente en él no tenía nombre, así que simplemente una vez me escuchó se negaba a aceptar tan simple respuesta.

— Esto es el colmo de los colmos, Emma dime que voy a hacer contigo.

— Las cosas son como son y no hay mucho que se pueda hacer para cambiarlas más que aceptarlas con franqueza.

Dominieck me escuchó y ante mí respondió aquel con un gruñido — ¡Grrr! — pues se negaba a aceptar el descaro con que reproducía aquellas palabras ante su ser, así que tomado por la rabia no queriendo recurrir a la violencia contra mí, aquel hombre introdujo sus manos a cada lado de sus bolsillos y se alejó de mi por algunos metros pateando el suelo con fuerza.

— Ya deja el berrinche, dije que no sé cómo entrar, pero tengo una suposición al respecto.

— De qué hablas, qué suposición.

Y así exclamé — durante años intenté entrar a este lugar tras haberme escapado un par de veces cada vez que tenía un subidón de emociones y por alguna razón terminaba de mal humor, constantemente me acercaba al bosque y como dije terminaba en el río, y en más de una ocasión pude notar como los abuelos cada que decían que debían de viajar por asuntos de negocios hacia el exterior curiosa y eventualmente terminan aquí, así fui notando algunas cosas y descubriendo algunas otras, en sus casuales visitas.

— Y qué precisamente descubriste.

— Pues una manera de entrar, aunque la verdad nunca la he puesto en práctica, pues tenía miedo de terminar de nuevo en el río, pues créeme tu no tienes ni una mísera idea de lo fría que suele estar el agua.

— ¡Emma! No te distraigas y habla, qué manera.

— Bien, pero para decirte primero devuélveme el collar.

— ¡Eh! Para que lo quieres.

— ¿Quieres entrar o no?

— Sabes que sí.

— Entonces no hagas preguntas y entrégamelo.

Dominieck obedeció, tomó el collar que hacía un rato ya guardaba como su entera propiedad y extrayéndolo del bolsillo trasero de su pantalón lo entrego en mis manos.

Inmediatamente lo sostuve por la cadena, lo admire y lo coloque de nuevo en su lugar.

— No te acostumbres mucho a él — indico aquel.

— Podrás ser muy su dueño, pero créeme que gracias a mi es que aún lo puedes tocar.

Molesto Dominieck volteo la cara hacia el lado derecho queriendo alejar su mirada de mí, mientras que yo me dirigí de nuevo hasta la entrada y colocándome frente a frente aguardé.

Dominieck se había hecho posiblemente la idea de que quizás al verme como me preparaba de que entraría quizás sola en una primera vez, así que por un momento mantuvo la distancia hasta que replique una vez mientras mantenía la vista al frente.

— Te piensas quedar ahí, acércate.

Y acercándose con algo de emoción replicó — bien, que quieres que haga.

— Solo párate a mi lado, una vez te lo indique empieza a caminar y sostente fuerte de mi mano por nada del mundo te sueltes.

Dominieck asintió habiendo escuchado atentamente mis palabras y no titubeo, lo vi respirar por primera vez buscando estar listo para así enfrentarse a lo que se avecinara y así sin pensarlo dos veces dirigió su mano hacia mí, dando a entender que sin dudas llevaba años esperando aquel momento.

Ante mí, vi como aquella palma yacía extendida un tanto hacia el frente con la cara posterior hacia arriba aguardando por mi insistentemente, por lo que puede como una acción involuntaria contemplar su composición evidentemente áspera pero que conserva ironicamente la delicadeza.

Al verla allí un cosquilleo juguetón se adentró en mi alma, curioso y un tanto chocante que, aunque no quería y a pesar de lo mal que se había comportado aquel conmigo hacía que sin dudas mis emociones me jugaran en contra.

Embobada me quede y tras dar por la rabiza del ojo con el rostro de Dominieck que atento me observaba en un momento que desvié mi vista que finalmente volví en mí y así con firmeza me sostuve de la mano de aquel hombre y presurosa volví a indicar una vez que volví mi rostro hasta su persona.

— No te sueltes, no sé lo que pueda pasar, así que te lo imploro no lo hagas.

— No lo haré.

— Prometo Dominieck.

— Lo prometo.

Ante aquello le di una última mirada, por alguna razón me alegraba para aquel momento no entrar esta vez sola en medio de aquella pues de algo pasar no tendría que enfrentarme a lo desconocido yo sola, así que una vez ya calmada regrese mi vista al frente y replique casi entre dientes antes de empezar a marchar mientras que con la mano contraria sostiene el relicario escondiendo entre mi mano.

— ´´Ech sinn erëm Doheem an hunn e Besuch virun der dir, de dech treffen wëll..´´

— ¿Qué rayos has dicho? — cuestionó aquel sorprendido tras haberme escuchado murmurar.

— Es solo una vieja frase que solía decir la abuela una vez queríamos entrar.

Una vez dicho aquello, ante nosotros el aire desde el interior de la niebla empezó a circular un tanto frío y un tanto rebelde como lo recuerdo en mis memorias, pudiendo así notar cómo a través de nuestros ojos desde donde nos encontrábamos como aquel circulaba mientras seguía cuál camino invisible e intangible dando a entender que todo ya estaba listo, una vez la niebla retrocedió algunos pocos metros.

Por nueva vez dirigí mi rostro a Dominieck rogando a los cielos porque nada nos pasase y tras cuestionarle — estas listo — una vez vi como asentía con la cabeza indiqué a aquel — entonces vamos — y ambos empezamos con tranquilidad a marchar adentrándonos a aquel espacio.

Dominieck y yo entramos a la zona donde la niebla se había retirado ya un espacio prudente donde los dos mirando bien cambiamos a la perfección y en el cual podíamos vernos aun a plenitud.

Pasado algunos segundos el espacio que para aquel momento quedaba descubierto a nuestra espalda nuevamente comenzó a ser cubierto por la niebla despacio hasta no dejar ni una mísera porción del bosque visible a nuestros ojos y allí ya inmersos en aquella, la niebla empezó a moverse gradualmente como lo hacía mientras la admirábamos desde el exterior.

Desde adentro aquella se sentía inusualmente con vida era algo que yo sin dudas había notado desde la primera vez y que Dominieck no descarto que también lo haya percibido una vez que nos envolvió sumergiéndonos gradualmente en ella.