—Okey. Chicos, ya pueden irse —les dijo Indalf a Carroñero y Rugido y, como les dijo, desaparecieron.
«Si realmente estaba protegiendo algo, no sera difícil encontrarlo»
Indalf se puso pensativo, había pasado por gran parte de la cueva en la pelea con la araña y como tenia fuego en las patas pudo ver el entorno y no vio nada raro, aunque no presto mucha atención.
—Es tu turno, Melena de Luz —ordenó Indalf.
Un nuevo fantasma apareció, Melena de Luz es un león con magia de luz.
—Haz lo que dice tu nombre —le dijo Indalf con una carcajada.
—Grrrrrr —contestó Melena de Luz y alumbró el lugar con luz. Había una gran cantidad de telarañas por la pared, pero solo eso.
«Pero… ¿Y si no es un objeto, si no, un ser vivo?»
—Saltarín, escucha si hay algún ser por aquí.
—Prrrrr —Saltarín apareció y obedeció.
Unos segundos después, Indalf se encontraba siguiendo a Saltarín, junto con Melena de Luz que alumbraba el camino.
—¡Prrr! —Saltarín saltó y cayó de cabeza en sitio, era un esquina apartada de la cueva, desapareciendo en el momento.
«Supongo que este es el lugar», pensó Indalf, «Pues a cavar…»
Indalf empezó a cavar y rápidamente noto algo.
—¡Lo sabia! —exclamó emocionado—. ¡Huevos! Jajajajaja, ¡mas dinero!
«Los 5 huevos de demonio se venderán excelentemente»
¡Pero eso no era todo! Había un libro bajo los huevos e Indalf se veía mas emocionado con eso.
—No puede ser…
Indalf se quedo contemplando el libro. Parecía estar en excelentes condiciones a pesar de estar bajo tierra. Tenia símbolos que Indalf no sabia que eran, pero sabían que era algo relacionado con la magia.
—¡¡¡Un grimorio!!!
En Besaul, a las 12a.m. Indalf se encontraba caminando por el pueblo con la pata de la araña, cuya longitud es casi como su mandoble, la Lapida del Zorro y una bolsa con una runa de espacio aumentado con los huevos y el grimorio mientras los aldeanos miraban sorprendidos.
*Toc toc*
Indalf llamo en la puerta de Edan para recoger la recompensa de la misión.
—Oh… Indalf ¿Eh?, ¡Que es eso! —grito Edan callándose al suelo y temblando.
—¿Que no ves? —le pregunto Indalf—. Obviamente es la pata de la araña y… deja de hacer esa cosas, es malo para tu salud.
—Bueno, quieres la recompensa, ¿No? —le preguntó—. Entra, te la doy, pero aleja esa cosa de aquí.
—Pues ok.
Edan e Indalf entraron la casa, Edan fue rápidamente a recoger los Sigmas de la recompensa de Indalf.
—Aquí tienes. Los 5000 Sigmas prometidos —le ofreció el dinero a Indalf.
—¿Como pueden permitirse esto? Es que… no es como si fuerais un pueblo con mucho dinero —preguntó Indalf.
—Llevamos ahorrando mucho tiempo, por si acaso… —contesto Edan—. En fin, gracias. Pero te recomiendo que no te quedes mucho tiempo, ya sabes… los brujos no son muy adorados.
—Si, si. Lo sé —dijo Indulf poniendo los ojos en blanco—. Pero antes de irme. ¿Sabes de un lugar donde vender cosas importantes?
—Uhm… —se quedo pensando Edan—. Según he oído, el mejor lugar es la casa de subastas es en el Ducado de Gest.
—¿Y donde esta?
—Ni idea.
Tres días después, tras pasar tanto tiempo buscando como llegar al Ducado de Gest, Indalf encontró un carruaje para llegar, pero…
—¡¿Que?! ¡¿Es esto un atraco a pleno día en una plaza?! —gritó Indalf enfadado.
—Mira chico… si no pagas, no subes, simple, ¿No? —le dijo un hombre gordo de buena vestimenta—. Es el único transporte al Ducado de Gest.
Indalf tenia la cara roja de ira, obviamente le estaban timando. Si era el único transporte es porque con el uso de la fuerza habría obligado a otros transportistas a dejar esa ruta y así tenerla el solo. Luego pone un precio astronómico y voilà, timo realizado.
—Ugh… ¡Bien!, pero que sepas que me acordare de tu cara de cerdo —le amenazó e insultó mientras le daba 250 Sigmas con fiereza.
Indalf fue a subirse al carruaje. Era pequeño, incluso algo sucio, solo había una persona en él y estaba completamente tapado con su capa, no se le veía ni el rostro. Indalf ignoró a este tipo y se sentó.
—Un semi-elfo eh… —dijo de repente el hombre—. No son para nada comunes… y no solo eso, si no que también es un brujo… que interesante.
Indalf se sobresalto mucho, pareció como si el hombre frente a él supiera todo.
—¿Semi-elfo? ¿Brujo? ¿¡Donde!? —preguntó descaradamente Indalf y giro la cabeza a los lados buscando el semi-elfo brujo.
—Jajaja —se río el hombre y se quito la capucha. Era un anciano con el pelo plateado y ojos azules, pero lo mas importante fueron las orejas tan largas y puntiagudas—. Deberías tapar tu marca, un guante seria suficiente.
—Si. Bien visto, viejo. Ahora dime quien eres o podrían suceder cosas desagradables —amenazo Indulf y se colocó en posición defensiva.
—No me creerías si te lo dijera —afirmó.
—Pruébame.
—Yo… soy… tu abuelo.
—¿Que? —se sorprendió a mas no poder—. Woah, estas super senil, eh.
—¿Ves?, no me crees —dijo el anciano con tristeza.
—Si quieres que te crea, muestrame pruebas —Indalf se volvió a sentar y dejo de pensar en el hombre.
—Tengo el pelo plateado, como tu.
—Casi todos los elfos tienen el pelo plateado o blanco…
—Cierto.
«Definitivamente se ha vuelto senil…», pensó Indalf y dejo de prestar atención al anciano.
El viaje transcurrió sin problemas o con mas sorpresas. Se unió una pareja joven antes de partir hacia el Ducado de Gest.
Cinco días después, por fin llegaron a su destino. Había una muralla enorme rodeando el Ducado y solo tenia 2 puertas, una en el sur y otra en el norte. El carruaje en el que estaba Indalf llego a la zona de la puerta sur y había un cola no muy pequeña.
—Pues adiós —se despidió Indalf de los otros pasajeros y fue a colocarse en la cola.
—Adiós, Indalf —se despidió también el anciano.
«Si, si, adiós. Ese anciano es muy raro…», pensó Indalf, pero repentinamente se dio cuenta de algo, el nunca dijo su nombre, «¿Que? ¿Como?».
Indalf miro a donde estaba el anciano y ya no esta.
«¡Mierda, es un mago!», Indalf se alarmó por el rastro de magia que había, «Ahora es cuando desearía saber magia de runas…».