Ha pasado una semana desde la muerte de Yuuki.
Habia mucha gente reunida con trajes negros alrededor, un sacerdote de la misma manera al frente de todos.
Al centro resaltaba un objeto café de forma rectangular, Un ataúd.
Todo el alto mando de la legión se encontraba ahí, de entre ellos la mirada caía sobre dos personas principalmente.
La primera caía sobre Kazumi, quien lloraba desconsoladamente sobre el pecho de Santiago y la otra… caía sobre un chico que estaba un poco más apartado del resto.
En aquella parte apartada, estaba un joven de cabello naranja, Tenía ojeras gravemente marcadas y sus ojos estaban rojos, claramente no había podido conciliar el sueño recientemente y había llorado demasiado. Era Aisaac.
Uno de los presentes se había acercado hacia Aisaac.
Aisaac al reconocerlo giro la mirada, no tenía el valor para mirarlo actualmente.
-Aisaac-kun…
-O-… Heiji-sama…
Era Shiba Heiji, el padre de Yuuki, la chica de quien era el funeral.
-… ¿Has estado durmiendo bien?
-… No… no puedo…
-Eso… es malo para tu salud…
-… ¿Por qué … se preocupa por mi…?
-…
-Por mi culpa… Yuuki está… Yuuki está…
Las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de Aisaac al recordar aquella triste escena, Aisaac recordaba las últimas palabras y la última voluntad de Yuuki como si fueran grabadas con metal ardiente en su cerebro.
Eso lo atormentaba aún más, no había día o momento que no lo recordara… sabía que un descuido suyo le había costado la vida al amor de su vida.
No había forma de que pudiera ver a los ojos al padre de Yuuki después de ello.
-…
Heiji se acercó lentamente hacia Aisaac y lo abrazó gentilmente.
-... ¿Por que?
-...
-… ¿Por qué? ¿Por qué no me culpa?
-… ¿Te sentirías mejor si lo hiciera?
-…
-Mi hija depositó todo su amor y confianza sobre ti, si algo le pasó es porque sobrepaso tu control…
-… no…
-Si, sobrepasó tu control. Por que si incluso alguien como tu… no pudo protegerla… entonces nadie en este mundo hubiera podido.
-Ngh! ¡Eso no es cierto…! Fue un error mio… Por mi incompetencia…
-Estoy seguro que mi hija te dijo que no debías mortificarte por esto…
-…
-Mi hija te amaba demasiado, sabía que eras humano. Los humanos cometemos errores, no importa cuantos años, lustros, décadas o siglos de entrenamiento lleves. Cometerás errores.
-… Pero…
-No estoy enojado…
-¡…!
-Estoy muy triste… claro que si… mi amada hija falleció… mi esposa… y mi hija… se han ido… por culpa del mismo padecimiento.
Aisaac no se había puesto a pensar en ello, el padre de Yuuki se había quedado solo… su esposa e hija ya se habían ido y no tenía ningún otro familiar.
La única persona más cercana a una familia que le quedaba, era el propio Aisaac. Esto afloro aún más las lágrimas de Aisaac, haciéndole sentir aún más culpable por la destrucción de no una vida, si no dos, y nada más y nada menos que la del padre de la mujer que amaba.
-Solo te puedo estar agradecido, Aisaac-kun.
-…
-Gracias por haber hecho feliz a mi hija, gracias por haberle regresado la luz a sus ojos, gracias por haber tenido paciencia con ella… gracias por haberla amado.
Aquel paisaje visto a la distancia por cualquiera podría interpretarlo como si un padre devastado estuviera conteniendo con todas sus fuerzas su dolor, para decirle a su hijo que no era el fin del mundo.
~-~
Unas horas después, Aisaac había regresado a Ruby, el resto de aprendices y discípulos había decidido dejarlo solo.
No había duda de que era el que más estaba sufriendo.
Aisaac se encontraba en el balcón de Ruby, mirando el cielo oscuro de Japón.
Él sacó de su bolso un collar, era un collar un poco simple y plateado, Yuuki lo llevaba puesto algunas veces y el día del ataque en México era uno de esos días.
Aisaac se lo había regalado cuando habían empezado a salir, era un collar muy simple, aunque de plata.
Yuuki lo atesoraba mucho por lo que significaba, en su centro había una cápsula que se podía abrir y dejaba ver una foto de Yuuki y Aisaac abrazándose, Yuuki estaba muy feliz mientras que Aisaac estaba un poco avergonzado en la foto.
Cerrando la cápsula, la beso suavemente mientras recordaba la dulce sonrisa de Yuuki.
Inconscientemente las lágrimas brotaron de sus ojos, pero esta vez las retuvo y las secó, había recordado claramente la conversación con Heiji de hacía unas horas.
Aisaac alzó aquel collar al blanco de la luna que se vislumbraba, no había nubes debido a que las nubes estaban o al nivel o debajo de Ruby.
Aisaac con una nueva determinación en sus ojos comenzó a hablar.
-Gracias por todo lo que pasamos juntos… Gracias por iluminarme con tu cálida sonrisa. Gracias por deleitarme todos los días con tu dulce voz… te juro Yuuki, que no voy a descansar hasta que haga justicia por tu muerte… Voy a tratar con todas mis fuerzas de cumplir tu última voluntad, no me romperé, no dejare que esto me afecte más de lo que ya me afectó, seguiré siendo aquel hombre del que te enamoraste… y… … si me pierdo en el camino por favor, baja del cielo y abofeteame… lamentablemente no te puedo prometer lo mismo de encontrar a alguien, significas mucho para mi… asi que… eso no… no creo que ocurra… sentiría…
Aisaac bajo su brazo y miró directamente a la luna mientras en su mente se tornaba oscura.
-Ya me quitaste dos veces lo que más amaba… No te lo voy a perdonar nunca.
Aisaac dio un vistazo nuevamente a la cápsula plateada abriendola y género una partícula de viento que imbuye en su dedo creando una fina cuchilla de viento en su dedo.
En la parte contraria a la que contenía la foto, tallo la plata hasta que consiguió escribir lo siguiente: "28-11-2570".
Una vez grabado en la cápsula, la cerró y guardó en su bolsillo.
-Este mundo… nunca mereció tu bondad de ángel… amor mío.
Aisaac dio la espalda al balcón y regresó dentro a la mansión mientras sus ojos, aun heridos, luchaban por dejar atrás el inmenso dolor que sentían para continuar con su camino..