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AVALON:En busca de la reliquia sagrada

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Synopsis
Liam y Darel provienen de una tribu de hombres tigre originaria de la legendaria isla de Avalon, siempre fueron despreciados por ser híbridos. Porque un padre que nunca conocieron los engendro, pero esa misma sangre mezclada que los suyos aborrecían les daba la facultad de salir y entrar de Avalon cada vez que querían, convirtiéndose en caza recompensas en busca de cualquier reliquia extraña que les encargaran, se ganaban bien la vida con eso siempre y cuando en navalón no tuvieran ningún problema por el cual los hicieran volver. Esta historia va de eso, de cómo tuvieron que interrumpir uno de sus trabajos para salvar avalon cuando sus barreras fueron destruidas, pero lo que no esperaban es que fueran dos mujeres quienes se convirtieran en sus enemigas y a la vez en el objeto de su deseo. Actualización semanal.

Table of contents

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22 years ago
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Chapter 1 - 1

— ¡𝐋𝐚 𝐛𝐚𝐫𝐫𝐞𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐞 𝐩𝐫𝐨𝐭𝐫𝐞𝐠𝐢𝐚 𝐚 𝐥𝐚 𝐠𝐫𝐚𝐧 𝐀𝐯𝐚𝐥𝐨𝐧 𝐚 𝐜𝐚𝐢𝐝𝐨!

El miedo se regó cuál pólvora entre todos los habitantes de la tierra de Avalon, el único lugar en la tierra de humanos que era un refugió para todos los seres sobrenaturales que huían de las guerras de los siete reinos espirituales.

— ¿𝐏𝐞𝐫𝐨 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐞𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚 𝐜𝐚𝐢𝐝𝐨 𝐲 𝐞𝐥 𝐠𝐮𝐚𝐫𝐝𝐢𝐚𝐧 𝐝𝐨𝐧𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐞𝐥 𝐠𝐮𝐚𝐫𝐝𝐢𝐚𝐧?

El consejo de los nueve reinos de Avalon guardo silencio ante esa pregunta; la mayoría sabía que Vega, el guardián de Avalon, estaba desaparecido y que ya no estaba entre ellos por el bien de todo Avalon y la profecía que recaía sobre él, sin embargo no era el único que mantenía a la barrera estable porque se había asegurado de dotar de esa capacidad a diversos objetos repartidos de forma estratégica por toda la isla, la pérdida de uno de ellos hacía que el equilibrio se rompiera y la barrera colapsara.

— ¡𝐋𝐥𝐚𝐦𝐞𝐧 𝐚 𝐥𝐨𝐬 𝐡𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧𝐨𝐬, 𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐛𝐞𝐧 𝐢𝐧𝐯𝐞𝐬𝐭𝐢𝐠𝐚𝐫 𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐨𝐜𝐮𝐫𝐫𝐞! 𝐞𝐬 𝐬𝐮 𝐝𝐞𝐛𝐞𝐫 𝐜𝐨𝐦𝐨 𝐠𝐮𝐚𝐫𝐝𝐢𝐚𝐧𝐞𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐥𝐞𝐠𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 Vega, 𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐛𝐞𝐧 volver y 𝐫𝐞𝐬𝐭𝐚𝐮𝐫𝐚𝐫 𝐥𝐚 𝐩𝐚𝐳.

            ...............…

Los hermanos Willd Hell llevaban días tras la pista de un huevo de dragón milenario, una leyenda que un filántropo multimillonario les había encargado encontrar a cambio de una gran fortuna, pero vagar por los lugares ocultos de la tierra era una ardua tarea que necesitaba de energía y alimento de primera calidad, era por esa razón que preferían cazar sus presas en forma animal que alimentarse como humanos, por eso y porque además consideraban la caza uno de sus pasatiempos más divertidos.

Darel se mantenía oculto en su forma de tigre, aunque no podía verlo sabía que su hermano estaba en la otra punta del claro, agazapado entre los arbustos, esperando que espantara a los ciervos y los dirigiera directos a una trampa.

Se dispuso a saltar cuando de repente unos dientes de león le cayeron encima. Para el resto de las personas unos dientes de león no serían nada más que unas simples semillas voladoras, incluso los más soñadores podrían pedir un deseo y hacerlas volar al soplar, pero para Darel, un habitante de Avalon, era la manera en que las hadas se comunicaban y si sabía algo de ellas es que no eran precisamente pacientes.

— No, no, no, lo que sea tendrá que esperar.

Liam era quien se encargaría de elegir a la presa más grande, Darel en esos momentos estaba llevando a la manada justo donde ambos querían, todo estaba preparado, las presas se aproximaban, pero justo cuando el tigre había elegido su presa un pequeño tornado se formó entre él y las presas, no era un evento cualquiera Liam lo sabía, ya que el aire se llenó de semillas dientes de león y el viento susurraba la misma oración.

— ¡Es hora de regresar a casa! ¡Avalon os necesita!

Los dientes de león parecían no solo inundar todo el claro de ese bosque sino también a ambos hermanos quienes salieron de su escondite en cada extremo viéndose a los ojos y siendo guiados hasta el centro mismo del lugar donde se encontraban.

— Parece que no tenemos opción hermano — aseguró Liam, el mayor, a través de esa telepatía que habían tenido desde niños — No aceptarán un no por respuesta y habrá que atrasar la búsqueda del huevo.

Darel Gruñó mientras avanzaba hasta estar junto a él, rozó su costado con el del otro tigre en un gesto cariñoso y muy felino y luego se transformó en humano a la vez que su hermano mayor también lo hacía, la seguridad de tenerlo cerca era lo único que importaba a veces, podía verse reflejado a través de sus ojos y es que eran muy parecidos, altos, fuertes aunque no demasiado robustos, unos ojos expresivos y de color miel, como los de los tigres que eran en realidad, enmarcados en unas oscuras y pobladas pestañas negras como el cabello desordenado y la barba algo descuidada que lucían. Liam era unos años mayor que Darel y eso se notaba en sus rasgos más adultos, aparentaba unos treinta y pocos mientras que el menor aparentaba veinticinco o veintiséis, pero ambos tenían unos siglos más que eso.

Asintió y lo miró a los ojos sabiendo que los dos pensaban en lo mismo.

— Allí estaremos.

Hablaron al unísono mientras se tomaban de las manos y dejaba que aquella nube de dientes de león los rodeara para llevarlos hasta la isla, definitivamente debía ser muy urgente si no podían esperar a que llegaran por sus propios medios.

Sus pies fueron posados en el suelo con delicadeza, sin duda las sílfides tenían pleno dominio de su elemento, la nube desapareció con la misma rapidez con la que apareció en su momento y los felinos pudieron observar a varios de los ancianos frente a ellos.

— Una de las reliquias de Avalon ha desaparecido y la barrera que nos mantiene ocultos y protegidos se ha roto — Explicaba la reina de las hadas — por ahora seguimos manteniendo a Avalon oculta con nuestra magia, pero no podremos mantener ese nivel durante mucho tiempo y seguimos estando desprotegidos a ataques externos.

— Espero que con unas de las reliquias nos digan cuál de todas es la que robaron—Liam no tenía buen humor y no lo oculto frente a los ancianos, la forma en la que fueron llevados ante ellos no era de su agrado, ni siquiera los habían dejado alimentarse y decidir cuándo querían acudir a aquel lugar — Siempre nos han preferido lejos, pero cuando algo grave pasa en Avalon siempre se acuerdan que existimos porque somos los únicos familiarizados con las tierras más allá de este lugar.

Las palabras de Liam causaron descontento entre el círculo de los nueve ancianos, sin embargo la reina hada puso orden de inmediato reconociendo que el alfa de los felinos de la colina del noreste tenía razón, es más él debía de ser parte del círculo de los nueve sin embargo ese puesto había sido ofrecido a su tío quien no hizo más que esconderse detrás de los otros siete ancianos y no enfrentar la ira de sus dos sobrinos.

— Nosotros no podemos salir, además la reliquia perdida pertenece a la región que ocupaban una de las razas extintas, la de Vega, es por eso que os hicimos venir con tanta urgencia, son los únicos que pueden entrar en esa parte de Avalon sin que la magia del lugar les afecte— la reina de las hadas posó la vista por un instante en la piedra de color esmeralda que Liam llevaba colgada al cuello y Darel instintivamente se llevó la mano a la suya, Vega se las había regalado antes de desaparecer y aquello los hacía inmunes a las potentes protecciones de la antigua civilización.

— Bien lo haremos, nosotros traeremos de regreso la reliquia perdida.— Solo con escuchar la reliquia y el territorio al cual pertenecía el enojo de Liam se disipó, ellos tenían en muy buena estima a Vega a quien extrañaban porque se convirtió en el padre que ninguno de los dos habían tenido.

Poco tardaron en llegar a la tierra de la antigua civilización, era algo especial para ellos, allí Vega los había entrenado y enseñado muchas cosas que no pudieron aprender con los suyos, él jamás los había mirado con el desprecio con el que lo hacía su propia manada por el simple hecho de ser hijos de un extranjero, un ser oscuro que sedujo a su madre, nada bueno podía salir de esa unión, o eso habían escuchado durante toda su vida, aunque gracias a esa procedencia externa tenían la libertad de salir de la isla cuando quisieran.

Según los rumores de los ancianos, la tribu extinta de Vega había llegado una noche de luna a través de una improbable lluvia de estrellas que cubrió el firmamento, no solo de la tierra de Avalon también al mundo de los humanos.

Avalon era una tierra mítica llena de magia, en sus orígenes era habitada por centauros, seres bélicos y territoriales que no dejaban que otras civilizaciones se establecieran allí, pero a pesar de ser territoriales eran temerosos y estudiosos de las estrellas, eso fue lo que hizo que los primeros centauros aceptaran a compartir la mitad del territorio con ellos, pero, tras la llegada de aquella raza, no solo ellos y los centauros empezaron a querer habitarla, también seres sobrenaturales que buscaban refugió o robar el poder de la raza de las estrellas, llevando a la tierra de Avalon a una gran guerra que llevó a la extinción en su totalidad a las dos razas antiguas de la isla, Liam recordaba a Vega hablar de aquello con nostalgia y siempre pensó que guardaba más de lo que contaba, los detalles de aquella guerra fue un secreto que se llevó en su partida.

Pero ahora allí estaban, entrando al territorio prohibido donde nada más quienes habían sido invitados podían estar sin que una desgracia les ocurriera, eran unas tierras terriblemente fértiles que se habían convertido en algo así como su coto de caza privado, del cual conocían cada rincón, cada roca, cada planta, cada aroma porque solo ellos y los animales sin magia de la isla podían estar en aquel lugar.

—Liam... — gruñó Darel convirtiéndose de nuevo en Tigre ante aquel olor extraño que parecía crecer a medida que avanzaban hasta el punto donde recordaban que estaba la reliquia — ¿Qué es ese aroma?

— Es un olor parecido al de Vega, pero eso es imposible — la piel del gran felino naranja con rayas se erizó molesto — Ellos están extintos…

— ¿Y si Vega volvió?

Preguntó esperanzado, aquello tendría sentido porque entonces significaría que el mismo tomo el objeto sagrado de sus tierras, el que le daba fuerza a la barrera protectora y seguramente lo habría hecho por una buena razón, observó al otro tigre y empezó a correr en dirección a aquel sitio, emocionado en busca de más pistas sin esperar ningún tipo de aprobación por parte de Liam quién parecía seguir olfateando el aire en busca de pistas.

Para Darel que era mucho más impulsivo, ya estaba todo claro y subía a la montaña con rapidez en busca de aquel que recordaba de su infancia, como un cachorro en busca de su compañero de juegos, ajeno al pensamiento de que quizá esta vez ese aroma venía de un enemigo, porque si lo hubiera pensado no habría chocado con aquel campo de fuerza invisible que le hizo caer a una extraña zanja que antes no estaba allí, si Darel estaba seguro de que aquel agujero no estaba en aquel paraje anteriormente.

Liam creyó que algo no estaba bien, si fuera Vega no tenía una razón para dejar a Avalon sin el campo de protección, algo estaba mal, pero tampoco hizo nada por detener a Darel, a fin de cuentas estaban en Avalon y en las tierras de la raza extinta las cuales conocían como a la palma de su mano y no suponían ningún peligro para ellos.

Aun así el mayor de los hermanos seguía curioso por ese olor, era idéntico al de Vega, pero con un toque diferente y era ese toque suave el que tenía a su olfato atento, seguía los pasos de Darel desde atrás hasta que notó el suelo caliente bajo su zarpa derecha delantera bajando la vista y dándose cuenta de que eran rastros de una fogata, una que no hacía mucho rato se había consumido a juzgar por el calor que todavía contenía, Vega jamás habría hecho una fogata al menos no allí, teniendo su propia casa.

— Darel...— gruño llamando a su hermano quien ya estaba fuera de su vista, haciéndole mostrar los dientes gruñendo ante lo impulsivo que podía ser su hermano menor, lo siguió a una distancia prudente sin dejar de seguir investigando y fue gracias a eso que no cayó en la trampa y pudo observar al intruso por la espalda.

— Así que atrapé a un enorme gato...— habló una voz femenina de una joven que se asomaba a aquel gran agujero donde el menor de los hermanos había caído— Tú me dirás cómo salir de aquí y yo te dejaré vivir — explicó la joven asomándose al agujero sin contar en qué habría otro tigre por allí cerca, uno que no era tan impetuoso y que pensaba mucho más antes de actuar.