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Chapter 35 - Un día que deseo olvidar

En una oscura noche, bajo la luz lunar cubierto por las nubes, un joven se encontraba sentado sobre una colina, al lado de un gran árbol de copa ancha.

--Me siento impotente, te juré que me vengaría, pero ahora, uno de los que te hizo tanto daño escapó y, la otra persona me salvó la vida ¿Qué tengo que hacer? --Recargó su cuerpo sobre la corteza del árbol, observando el horizonte, ya no tenía que seguir ocultándose, o escapar de los guardias cuando los mirasen, ahora él era el amo del lugar y, todos debían inclinarse en su presencia, sin embargo, aún con todo el poder que poseía, no podía ir a visitar a su amiga, por dos razones un tanto peculiares, primera, ella no quería verlo y, segunda, porque sentía que la había decepcionado al no haber podido matar a Itkar.

Se colocó de pie, respirando para tranquilizarse y mirando a lo lejos las nuevas casas en sus tierras, el hogar de los islos. 

∆∆∆

Había pasado poco menos de dos días desde su repentina enfermedad y casi muerte, Astra se había preocupado tanto que no dejaba que se esforzara demasiado y, Fira estaba como los ojos guardianes de su hermano para asegurarse de ello. El joven se sintió ligeramente contento por la preocupación de sus subordinados, pero no por ello bajó el ritmo de su trabajo, sabía que aún le quedaban algunas cosas por hacer y, ahora, en una sala que había adecuado como su oficina personal, iba a hacer una de esas cosas importantes. Abrió la interfaz, yendo al panel de trabajos, sin dudar tocó donde decía "Gobernante" y, al sentir que todo estaba listo creó el punto seguro.

*Has creado un punto seguro*

*Actualizando*

*Lugar: Vahir de Tanyer, anteriormente gobernada por la familia Horson. Tomada por la fuerza por [ ]*

*Has desbloqueado: Tecnología, construcción, árbol de mejoras e ideología*

*Actualización terminada*

*Lugar: vahir de Tanyer, gobernada por [ ]*

Ya no estaba tan sorprendido como las anteriores veces por la extrañeza con la que funcionaba la interfaz, en realidad sentía que poco a poco se estaba acostumbrando. Abrió el primer panel que desbloqueó: tecnología, leyendo los requisitos que se necesitaban para conseguir ponerla en marcha, entendiendo que debía tener a alguien con el título de "Investigador en jefe" en un edificio marcado para la investigación y, de preferencia ese individuo debía poseer un gran intelecto para recibir una bonificación en la velocidad. Al parecer por la información leída, al desbloquear las ranuras bloqueadas de tecnología se lograrían conseguir planos de armaduras; armas de asedio, a distancia y cuerpo a cuerpo; estructuras de edificios nuevos y, otras cosas que aún estaba por descubrir. Después leyó la información del panel: Construcción, enterándose de que ahí se encontraba un mapa completo de todas las tierras bajo su dominio, teniendo la oportunidad de saber en qué lugar en específico las construcciones le brindaba más bonificaciones al vahir (ciudad pequeña o pueblo), al igual que saber que construcciones eran las adecuadas para las tierras. Al terminar abrió el panel de: Arbol de Mejoras, en realidad para ese punto no había mucho que explicar, solo era un panel donde uno colocaría ciertos puntos ganados a los aspectos de gestión de su vahir que más deseaba explotar y, así recibir una bonificación destinada al aspecto escogido. Al final abrió el panel de: Ideología y, eso no lo entendió para nada, solo sabía que podría conseguir ciertas bonificaciones si sus residentes adoraban a un Dios con clases diversas.

--Fira --Alzó la mirada, observando a la dama de pie a su lado--, para ti ¿Qué es un Dios? ¿Y qué Dios adoras? --Preguntó con una mirada curiosa.

Fira dudó por un momento, pues no se había esperado semejante pregunta.

--Amm, para mí, un dios era algo que podía hacer lo imposible, que me protegería a mí y a mi hermano sobre todas las cosas --Su sonrisa se apagó por un momento--. Ya no adoro a ningún dios, ya no, no después de habernos abandonado --Una lágrima resbaló por su mejilla. Guardando momentáneamente silencio antes de volver a levantar la mirada--... Ese día trajeron tres hermanos, tres huérfanos, porque ya no tenían padres a los cuales mirar a la cara, porque los verdaderos padres nunca harían lo que ellos nos hicieron. Recuerdo que la primera noche que pase aquí recé y lloré tanto que amanecí con el rostro inflamado. La segunda noche nos visitaron los guardias, esos malditos bastardos --Frunció el ceño, apretando los puños--. Mis hermanos sufrieron las consecuencias de protegerme, pero ¿Sabe lo que yo hice? Recé, como mi padre me había enseñado que lo hiciera, pedí por mis hermanos, pedí por la destrucción de mis enemigos, pero al final --Su voz se quebró--, al final nada pasó... Los días continuaron pasando y, cuando el día de la venta al fin llegó, fue mi hermano, quién ideó la manera de evitar que fuéramos nosotros los escogidos, nos pegó tremenda paliza, a Astra y a mí, que no pudimos levantarnos durante días. Ni siquiera pudimos despedirnos... Ya no creo en ningún dios, señor, ya no lo hago --Sus ojos azules brillaron--. Aunque, pensándolo bien, creo en usted, señor, ha sido nuestro salvador y protector, le debemos la vida que ahora vivimos, creo que usted es mi Dios.

El joven se quedó en silencio, escuchó todo con calma, por momentos se sintió furioso y, por otros tantos triste, no había experimentado por mucho tiempo el amor fraternal y de hermanos, pero el pequeño vínculo que había creado con los dos infantes y con Nina sirvió para enseñarle que en la vida había más cosas que solo pelear, que podía disfrutar de los pequeños momentos y, por ello entendía un poco sobre los sentimientos de Fira y, al también haber experimentado el dolor sin heridas, comprendió que no podía hablar a la ligera.

--Fira --La observó, tratando de ser empático, aunque no le resultó demasiado bien--, no creo que sea un Dios, los protejo porque son mis subordinados, los primeros que acepte. Su compañía es grata, pero no quiero que me malinterpretes, no soy alguien bueno, en realidad no sé quién soy. No debes adorarme, no quiero decepcionarte.

--Señor --Tocó su hombro--, mi hermano y yo conocemos nuestro lugar, sabemos lo que somos para usted. Lo respeto por sus actos, jamás nos ha mentido, en ningún momento nos ha ocupado para algo más, aún pudiendo y, por eso, he decidido que lo adoraré como mi Dios. Por favor, señor, permítamelo.

*En alguna parte del planeta te consideran un Dios. Puedes crear tu primer legado al conseguir mil creyentes*

La repentina notificación lo sacó de la incomodidad de quedarse sin palabras, no teniendo más remedio que asentir con una tranquila sonrisa.

--No te haré cambiar de opinión, solo te pido que no dejes de llamarme señor. --Sonrió y, por primera vez lo hizo bien.

--Sí, señor --Su sonrisa se hizo muy grande, sintiéndose inmensamente feliz--, gracias, señor.