"Fuera de mi camino, niña estúpida", gritó la matrona, junto con las burlas del resto de niños en el pasillo viendo a la pequeña niña arrojada al suelo. "Humph, pequeño bicho, aún no comprendo como Dios pudo permitir que semejante aberración naciera en este mundo". La voz de la matrona dijo esto último con una clara molestia en su voz.
"Lo siento, mi señora" Dijo la pequeña niña, y levantó su pequeño rostro para observar a la matrona. "No vuelvas a intentar mirarme con ese maldito ojo tuyo". Gritó la matrona, mientras pateaba el rostro de la pequeña niña hacía atrás. "Ponte tu maldita venda, o no volverás a comer por toda la semana. No quiero volver a ver tu asqueroso ojo nuevamente, Paula" El grito de la matrona y los niños solo se hizo más fuerte, mientras se dirigían al comedor, dejando atrás a la pequeña niña, con una marca de un zapato en su rostro, y sangre corriendo de su nariz.
"¿Porqué?" Susurró la pequeña niña mientras caminaba a una habitación oscura en el fondo del orfanato. "Si no tuviera este ojo, ¿los otros niños jugarían conmigo?" La niña se cuestionó a sí misma mientras una corriente de lágrimas caían de sus ojos. Si me quitara este ojo, ¿podría ver el mundo de una manera diferente?" Dijo la niña mientras caía arrodillada al suelo mientras apretaba su rostro cubierto de lágrimas.
Después de un tiempo, Paula se levantó, aunque con un rostro bastante delgado y pequeño para alguien de su edad. A sus 8 años, nunca conoció el afecto de una madre o el abrazo de un padre protector. Lo único que sabe Paula de sí misma, es que la abandonaron en el orfanato por su ojo derecho, un ojo casi completamente negro.
Saliendo de su habitación, la cual estaría bastante limpia, si no fuera por el pútrido olor que emanaba desde la puerta de entrada, que estaba cubierta de bolsas de basura y mensajes amenazantes, Paula, ya con el ojo derecho cubierto, se dirigió al comedor mientras cantaba una canción de cuna, aunque extraño, porque nunca alguien se la había cantado, al menos, eso es lo que la pequeña Paula pensó.
Corazón, de melón De melón, melón melón Corazón ( Besa al aire dos veces) de melón ( Besa al aire dos veces) Mi corazón, solo tuyo Solo tuyo, mi corazón Te lo doy ( Besa al aire dos veces) mi corazón ( Besa al aire dos veces)
Mientras cantaba y besaba al aire, Paula llegó al comedor del orfanato. Nadie dio una mirada a Paula, ella solo pudo apretar los puños con amargura y tristeza mientras se acercaba a tomar una bandeja de madera y, dirigirse a la cocinera; que con una cara llena de desdén, sirvió una porción de comida a la niña.
Mientras comía, Paula empezó a imaginar como sería su vida en el futuro.
Nada.
No podía pensar en nada bueno. Solo a una mujer con un rostro demacrado, con su cabello castaño desordenado, un cuerpo desnutrido, que caminaba sin rumbo por una vereda, sin ninguna dirección aparente, o alguien acompañándola. No podía imaginarse a sí misma en una situación feliz, o en la que ella pueda pensar en algo bueno. Solo pudo pensar que era algo que no podía pensar o imaginar en este momento.
"Soledad". Susurró Paula , agachando la cabeza . "Pero no quiero eso, !No quiero estar sola!". Gritó internamente. Aunque su rostro se cubrió de un tinte rojo oscuro, y pequeñas venas eran visibles en su pequeña frente.
Luego de terminar de cenar, mientas Paula se dirigía a su habitación, en la puerta del orfanato llegaron un grupo de personas, con una vestimenta muy pulcra y elegante; y detrás de estas personas, habían altos caballeros, parados rectamente mientras observaban su entorno sin siquiera pestañear.
La matrona, el jardinero, la enfermera, e incluso la cocinera, esperaron la llegada del grupo de personas en la puerta del orfanato con un claro nerviosismo y expectativa en sus rostros.
"Bienvenidos al 'Orfanato Luna' amables señores, espero que su llegada haya sido pacífica y sin inconvenientes". Comenzó a hablar la matrona, con una sonrisa forzada en su rostro y gotas de sudor cayendo de su frente y manos.
"Afortunadamente, todo fue muy pacífico. Pero dejemos eso de lado, vinimos a llevarnos a sus mejores niños. Puedes empezar a traer a los mejores, no perdamos más tiempo." Habló el hombre que estuvo parado frente a los demás. Con un rostro sereno y sin mostrar muchas expresiones en su rostro, respondió a la matrona.
"Si señor, espere un momento por favor, le traeremos a los mejores niños, estoy segura de que podrán servir muy bien al Reino Luna. Solo que estos niños utilizaron la mayoría de nuestros fondos, y le rogaría mi señor, que nos brindara un poco de apoyo a este humilde orfanato". Se inclinó la matrona juntos con los demás miembros del orfanato.
"Suspiro. Si los niños que me presentas son lo suficientemente buenos, enviaré una carta a un miembro del consejo del Reino, y ellos enviaran una suma de dinero al orfanato. Espero que eso le sirva." Respondió el hombre, y la matrona empezó a sonreír mientras su espalda seguía inclinada.
Pasaron los minutos, y un grupo de siete niños se formaron en una línea recta, con una postura recta y muy limpios, aunque su vestimenta era buena, por la forma en la que se veían, el hombre pensó que estaban muy bien alimentados.
"Así que tres niñas y cuatro niños". Dijo el hombre mientras inspeccionaba a los niños, que empezaron a sudar por las palmas de sus manos y a temblar por la mirada penetrante del hombre. "Y sus capacidades son muy buenas por lo que veo en su informe. Supongo que sabe las consecuencias de falsificar un informe a un trabajador del Reino, ¿o me equivoco?". Preguntó el hombre mientras le daba un vistazo a la matrona. "E-eso es algo que nunca haría mi señor, sé las consecuencias de falsificar un informe, no se preocupe, todo lo escrito en el informe es verdadero, jamás traicionaríamos al Reino de esa forma." Respondió apresuradamente la matrona, dejando ninguna duda que tuviera el hombre.
"Bien, si esos son todos los niños que vendrán con nosotros, tomaré estos informes y llevaré a estos niños. ¿No hay nadie más que merezca ir con nosotros?" Cuestionó en hombre, mientras revisaba por última vez a los niños que tenían un rostro contento y lleno de expectativas. "No mi señor, esos son todos los niños que pensamos que enriquecerían al Reino en el futuro". El hombre que escuchó estas palabras de la matrona suspiró internamente. 'Estos niños como mucho podrían servir como carne de cañón en una guerra o como sirvientes en una familia. Pero no hace falta decir eso, solo espero que puedan vivir cuando lleguen a la capital del Reino.'
Pasaron unos minutos, y todos los niños ya estaban dentro del carruaje y charlando alegremente, y todos los niños despidiendo al grupo de personas que iban a llevar a los siete niños.
Cuando el hombre estuvo a punto de subir al carruaje, vio a una pequeña figura asomada desde uno de los arbustos que rodeaban al orfanato. Esto dejó sorprendido al hombre ya que es el único niño vio tan sucio y delgado en comparación con los demás.
El hombre se dio la vuelta y se acercó a la niña, que empezó a temblar por la llegada del hombre a su dirección. Sólo pudo llorar en silencio y no moverse. Paula pensó que había echo enojar a este poderoso hombre, ya que si la matrona lo trata con respeto, él debe ser alguien con mucho más poder.
"L-lo siento, señor. No quise molestarlo, me puedo ir si eso es lo que quiere" Habló Paula de manera apresurada mientras se levantaba. No pudo pensar que es lo que le haría la matrona si molestara a este hombre. "Paula, te dije que no molestaras al hombre" Dijo la matrona, mientras miraba con ira a la niña, aunque lo escondía muy bien, el hombre pudo ver que la mujer no quería a la niña.
"No sigas hablando" Dijo el hombre. "No he visto el informe de esta niña. Será mejor que me lo traigas en este instante. No quiero jueguitos esta vez" Habló el hombre con voz profunda, y sus ojos fríos mirando a la mujer, que solo pudo temblar y correr a traer el informe de Paula.
Pasaron los minutos y el hombre terminó de leer el informe. "¿Porqué este informe está prácticamente en blanco? No te atrevas a volver a jugar conmigo mujer, o sabes lo que les sucederá a todos ustedes". La matrona que escuchó las palabras del hombre, respondió apresuradamente, aunque con miedo en su voz. "No la evaluamos, señor. Le ruego que nos perdone." Dijo la matrona mientras se postraba en el suelo. Si algo salía mal, ella sería la que pagaría con todo, incluso con su vida si fuera necesario.
"Suspiro. Paula ¿verdad? Te evaluaremos en este instante, ¿estás de acuerdo?" Dijo el hombre mientras miraba a la pequeña niña. Si fuera otro niño, no pensaría en llegar tan lejos. 'Pero, ¿porqué esta niña?'. Pensó internamente y, miró la venda en el ojo derecho de la niña con curiosidad . "S-si, señor". Respondió Paula, con un pequeño brillo en sus ojos mientras apretaba los puños detrás de su espalda y, esperaba con expectativa.