Tras 12 horas marchando con su moto, realizando varias paradas para descansar y comer, Abel pudo divisar en la distancia la entrada de Golden Valley.
Como su nombre lo indica, Golden Valley era un pueblo ubicado en un valle rodeado de varias cadenas montañosas con abultada vegetación. El paisaje que rodeaba al pueblo era realmente hermoso dado a la vegetación en las montañas y los numerosos arroyos de agua cristalina que se encontraban por todo el lugar.
Pero el pueblo en sí mismo estaba en ruinas y era una ciudad fantasma donde muy pocas personas habitaban. La razón del abandono del pueblo es su lejanía con otras regiones urbanas y la falta de recursos útiles para explotar; la cadena montañosa era poco fértil y cultivarla a gran escala terminaba resultando más costosa que los productos que uno podía obtener al cultivarlas.
El motivo original por el cual surgió un pueblo en este valle poco apto para el cultivo es porque sobre el pueblo se encuentra la entrada a una antigua mina de oro; no obstante, hace tiempo el oro de la mina había sido extraído completamente por los habitantes del pueblo, provocando que el pueblo fuera quedando abandonado a medida que las nuevas generaciones de habitantes decidían marcharse a zonas más pobladas y con más trabajo.
No obstante, aún quedaban personas que decidían quedarse a vivir en el pueblo que no tenía electricidad, escuelas o desagües. La vida de estas personas era más sencilla y la gran mayoría de sus hijos probablemente se irían a vivir a otro lugar cuando crecieran.
Los ingresos de las personas que vivían en Golden Valley solían relacionarse con la ciudad fantasma y el atractivo de las montañas como zona turística, esto se debía a que el pueblo abandonado era considerado una reserva natural y un sitio histórico de este estado. Por lo que aún había muchas personas interesadas en cuidar el pueblo y sobre todo visitarlo.
Pero al ser una reserva natural y un sitio histórico, las nuevas construcciones que afecten el paisaje original de la ciudad estaban estrictamente prohibidas por el gobierno. Por lo que la mayoría de personas en este pueblo vivían en casas de piedra muy similares a las antiguas casas originales que se usaban en la época donde aún había oro en las minas.
El pueblo de Golden Valley tenía una superficie bastante irregular, por lo que algunas casas estaban más arriba y otras más abajo en el valle, varios arroyos cruzaban el pueblo y puentes de piedra podían hallarse por todos lados para cruzar de un lugar a otro. Si no fuera porque muchas casas estaban realmente descuidadas y llenas de vegetación, el sitio sería hermoso.
Aunque dicho descuido en las casas tenían mucho encanto para un grupo particular de personas, por ejemplo a Ana le encantaban. Lo cierto es que la parte más macabra del pueblo no está tanto en las estructuras corrompidas por el paso del tiempo, sino más bien en la historia inalterable del pueblo y ese era también el motivo por el que este sitio era considerado un lugar histórico para este estado.
Como solía pasar en dichas épocas, la gran mayoría de trabajadores en las minas eran esclavos, convictos e indígenas que fueron despojados de sus tierras y ahora estaban siendo obligados a destruirlas. Juntar a tantas personas llenas de odio y resentimiento hacia la vida en un mismo sitio terminaba provocando que muchísimas atrocidades fueran cometidas en este pueblo minero.
Pero lejos de mirar el pasado con vergüenza y tratar de ocultarlo, el estado busca preservar el pueblo y poner en exposición toda la tragedia cometida en Golden Valley. Para que así las generaciones futuras se vean obligadas a nunca olvidar el cruel pasado de este país y puedan comprometerse a nunca volver a realizar las idioteces que se cometieron en esas épocas oscuras.
Al fin y al cabo toda la belleza de estas hermosas casas de piedra, se debía al sacrificio de miles de personas que trabajaron en una mina hasta la muerte. Cada piedra de estas casas cuenta la historia de algún desgraciado que le tocó sufrir cargar su peso para formar este pintoresco pueblo del valle.
Abel se acercó con su moto al pueblo lo máximo que pudo, pero llegando a cierto punto apareció un cartel que indicaba que estaba prohibido entrar con vehículos al pueblo, por lo que tuvo que dejar su moto en un estacionamiento improvisado con maderas de los árboles caídos en la zona.
El estacionamiento estaba a unos cuantos minutos del pueblo en cuestión, por lo que había que caminar un buen rato por un sendero para poder llegar a la zona residencial.
—¿Soy el único turista?...—Comentó Abel, notando que no había un solo vehículo en el estacionamiento, además de su moto.
El hecho de ser el único turista, tampoco le sorprendió demasiado a Abel, ya que esta no era temporada turística; la mayoría de personas estaban trabajando y los niños estaban en el colegio. Además, esta zona turística no era muy visitada debido a que el pueblo más cercano estaba a 3 horas de viaje por la ruta y tener que realizar semejante viaje únicamente para recorrer un pueblo fantasma era demasiado para la mayoría de turistas.
Abel dejó su moto aparcada en el estacionamiento y se adentró en el sendero para buscar a un lugareño que lo ayudará como guía turístico.