Esperé a que Sofía se alejara y, cuando ya no podía verme, me marché hacia la dirección contraria a mi casa.
Llevaba 50 euros en el bolsillo y no tenía ni idea de a dónde podía ir, lo veía todo muy oscuro y borroso, estaba demasiado nervioso como para ver en condiciones. Busqué en varios sitios y encontré un hotel de 2 estrellas en que podía alojarme por 3 euros la noche.
No era demasiado tarde, el sol aún estaba en el cielo y los bares y restaurantes aún estaban abiertos, así que pensé en intentar que alguno de ellos me diera un trabajo. Pasé horas buscando, entrando en todos los locales que encontraba y preguntando si alguno necesitaba trabajadores su respuesta fue siempre la misma: "no aceptamos niños". Era frustrante, legalmente, tenía la edad para trabajar, pero nadie quería darme uno. Llegué a un pequeño bar en una zona muy mala, las calles estaban llenas de basura, había gente fumando y bebiendo en mitad de la calle, era un escenario dantesco, sin embargo, fue el único bar que le ofreció trabajo a un chaval de 16 años, despeinado, sudado por el estrés y que acababa de escapar de su casa, casi como hércules salió del inframundo.
-Hey chaval, ¿Qué quieres? Tengo tabaco y todo tipo de bebidas alcohólicas, aunque por tu edad tendrás que pagar un extra.- fue una extraña forma de recibirme -ah, pero si eres el nuevo empleado...- me señaló la puerta que había detrás de él- a ti te toca ir por ahí atrás- indicó el señor mayor, que por lo que parecía, era el jefe del lugar.
-Hola, ¿Eres el nuevo empleado?- era una mujer de mediana edad, estaba limpiando el suelo.-¿No eres demasiado joven?- Dijo con un cálido tono de voz mientras se acercaba a mí.
-Tengo la edad suficiente para trabajar- no fue mi intención, pero mi tono fue muy seco.
-La ley puede decir lo que quiera, pero un niño como tú debería disfrutar, jugar con sus amigos y estudiar- sus palabras me entristecieron mucho, se notaba preocupada de forma genuina.
-No ha de preocuparse por eso, sigo yendo a la escuela, solo necesito un poco de dinero- no pude decirlo mirándole a la cara, no era mentira pero tampoco era verdad.
Me explicó con ayuda del jefe, cual era mi trabajo, los horarios y el sueldo. Me puse a trabajar, mi tarea consistía en lavar los platos, barrer, fregar y recoger las mesas. Fue un día completamente agotador, pero sin duda mejor que mi anterior rutina. A las 8 de la tarde volví a mi casa, me tiré en la cama y me dormí, pasaron demasiadas cosas en solo 24 horas y mi cabeza no podía aguantar nada más.
A medianoche, unos ruidos de la planta de arriba me despertaron, las paredes y techo eran muy finos, por lo que cualquier sonido se escuchaba en todo el edificio. Eso, sumado al horrible aspecto de la habitación me hizo replantear la opción de buscar otro hotel, sin embargo, no tenía dinero ni un coche para ir a clase, lo único que pude hacer fue encontrar un sitio cerca del instituto suficientemente barato.
El resto de la noche la dormí del tirón, cuando me levanté, sin desayunar siquiera, fui a clase, ya no tenía miedo, no tanto, al menos.
En el autobús me encontré con Sofía.
-¡Hola~! ¿Qué tal va todo?- hoy se le notaba más alegre que de costumbre.
-¿Pasó algo?-
-No, nada de nada.- su mirada cambió a una más seria- Llegaste de un lugar distinto a al que me dijiste que estaba tu casa ¿Pasó algo?-
-¿Te diste cuenta de eso? Me he mudado.-
-¿El sitio es bonito?- su voz se alteró un poco.
-No mucho, es bastante antiguo.-
-Un día tendrás que invitarme-
-No lo dudes, pero solo si me invitas otro día a la tuya.- Ella sonrió, me fijé que tenía una peca debajo del ojo izquierdo, me sorprendió no haberme dado cuenta antes.
El autobús nos dejó en frente del instituto. Caminamos hasta el colegio mientras hablábamos. Noté que alguien me miraba, intenté ignorarlo pero fui incapaz, conocía esa presencia, esa mirada, fue al girarme cuando confirmé lo que pensaba. Solo fue un segundo, tal vez menos, pero la mirada de tristeza de Adrián al mirarme me destrozó, parecía estar a punto de empezar a caminar hacia nosotros pero vaciló y su mente ya no le dejó avanzar. Decidí simplemente no hacerle caso, no porque no quisiera sino porque no podía.
Las clases fueron completamente insípidas, al haber repetido curso, ya sabía todo lo que estábamos dando.De vez en cuando, mi mirada se desviaba y caía en el perfil de Sofía, ella simplemente se giraba y sonreía mientras hacía un gesto con la mano.
Las clases acabaron y volvimos a casa, Sofía se durmió en el autobús. Posó su cabeza en mi hombro y entonces me di cuenta, ella llevaba algo debajo del cuello de la camisa, donde empieza la clavícula. Tal vez notó mi mirada, pues casi al momento, levantó la cabeza.
-¿Pasa algo? No puedo dormir si me miras de esa forma.- aún no nos habíamos dado cuenta pero se le había caído la chaqueta.
-Nada en especial, solo me fijaba en lo que tienes debajo del cuello de la camisa- le señalé la zona exacta.
Ella no llegó a hablar, pero sus ojos no podrían haberme dicho nada más. fuese lo que fuera esa cosa, no quería que nadie la viese. Pensé en la cicatriz de Adrián, si estuviese en el brazo, por ejemplo, yo la taparía de cualquier forma que sea posible.
Ese día no se despidió, simplemente se marchó, con la mirada clavada en el suelo y la chaqueta puesta de nuevo.