(DESCONOCIDO)
En un frío sótano, donde los rayos del sol nunca suelen llegar, y lo único que suele brillar es una lámpara a punto de dejar de funcionar. Se encontraban dos personas, para ser más exacto una mujer desarreglada y golpeada y un niño que aparentaba tener unos 6 años, con varios moretones en su cuerpo y un color oscuro bajo sus ojos, dando la sensación de no haber dormido bien por mucho tiempo.
- Mamá, puedo salir a jugar con los niños de los alrededores. Dijo el niño emocionado mientras se apresuraba a llegar donde su mal herida mamá.
- No hijo, no puedes salir. Respondió la mujer con una mirada perdida y un tono que daba la sensación de vacío.
- Pero por qué, yo quiero salir, la última vez que salí fue hace mucho tiempo que ya ni lo recuerdo.
- ¡Solo no puedes salir hijo! Estas bien aquí conmigo, no podemos salir sino tu papá se enojara mucho con nosotros y nos puede golpear como lo ha hecho ayer. Grito aquella mujer con mucha frustración en su rostro.
- Esta bien, no volveré a decir lo mismo, no quiero que te golpee otra vez. Lo siento mamá. El niño dijo al ver que su mamá estaba enojada.
- Esta bien hijo, ahora déjame dormir si.
En aquellas sábanas que tenia en el suelo, dio la vuelta y así dejando de ver al niño.
- Esta bien mamá, podrías describirme cómo es el mundo exterior por última vez hoy.
- Si hijo, te lo contaré por última vez pero luego ve a dormir si.
La mujeres volvió a ver a su hijo, después de haber pensado en lo que acababa de pasar.
El niño se encontraba sentado en el suelo, al lado de su mamá mientras que su cara mostraba un ligero interés en escuchar aquellas historias que suele escuchar de su mamá.
- Hoy te contaré como es la noche hijo.
- ¿Qué es la noche mamá? Dijo algo confundido el niño.
- Es cuando todo el cielo es de un color oscuro y con muchos puntos brillantes.
- Ooooooooh.
- Además aparece un gran circulo brillante que se llama luna.
- ¿Qué es luna mamá?
- En un gran punto brillante que habitualmente se muestra completa o por veces solo una parte o no aparece.
- ¡Que maravilloso mamá! Quisiera ver ese punto tan maravilloso algún día. La emoción llenaba el rostro de aquel niño.
Los ojos enrojecidos de tanto llorar de su mamá dejaron de verlo para dirigirse hacia arriba y derramar unas cuantas lagrimas mientras decía.
- Espero que algún día puedas salir de aquí hijo, y veas todas esas maravillas de haya afuera y seas muy feliz algún día.
- Mamá por qué lloras.
- No es nada hijo, no es nada. Duerme mejor hijo, tu papá en cualquier momento llegará y deberemos jugar con el.
- ¡JAJAJA! si mamá, quiero que venga papá para que podamos jugar a las escondidas.
- Hay hijo, solo no dejes que esta vez te encuentre si - Decía la mujer mientras tocaba con su mano izquierda la desarreglada cabellera del niño - Sino te dejará todo golpeado como la última vez.
- ¡Si mamá, no dejaré que esta vez me encuentre! Contesto con una sonrisa amable aquel niño.
'Hay hijo, espero que algún día puedas salir de este infierno' Pensaba la mujer mientras veía como su hijo estaba emocionado por querer jugar.
Ella decide volver a acostarse y así dormir, mientras que aquel niño solo se dedicaba a observar a su mamá, luego se levanto y empezó a dirigirse a una esquina de aquel lugar. En esta esquina se encontraba un pequeño juguete, el cuerpo no se encontraba bien, pero tampoco mal.
Chirriar "Plaf, Plaf". Se escucho el sonido de una puerta abriéndose y unos cuantos pasos.
-¡Mamá, despierta, papá ha vuelto, empecemos a jugar! Grito el niño mientras se apresuraba a levantar a su mamá.
Aquella mujer se levanto de golpe, luego dijo algo que no se entendía muy bien, pero con su acción de dirigirse apresuradamente hacia su hijo y llevarlo dentro de un pequeño baño, daba a entender a lo que se refería.
El niño se encontraba atrás de la puerta, él no podía ver que estaba sucediendo, pero sus oídos no podían ser engañados.
-¡Jack, no por favor! ¡No me sigas lastimando! ¡Déjame por favor, por favor! Gritaba aquella mujer con llanto incluido, mientras varios golpes se escuchaban.
- ¡Te lo dije muchas veces, no importa que digas, no me detendré hasta quitarme toda la ira que traigo conmigo! Gritaba aquel hombre enojado mientras no dejaba de acechar a la mujer.
- ¡Papá, por favor deja a mamá e intenta encontrarme a mi! Dijo aquel niño detrás de la puerta, mientras lagrimas salían de aquellos ojos vacíos.
- ¡No hijo, yo jugaré con él, tu sigue escondiéndote! Dijo la mujer que no se encontraba mejor de lo que estaba antes.
- ¡Qué le estas diciendo a ese pedazo de mierda. Espera ahí, en un momento iré por ti! Murmuró con rabia aquel hombre.
El acto parecía ir lento, ya que no se veía el final de aquello, por un lado, el niño pegándole a la puerta, queriendo llamar la atención de aquel hombre y por otro lado una mujer en el suelo que gritaba y lloraba sin detenerse mientras que aquel hombre no dejaba de encertarle golpe tras golpe.
Detener.
Aquel hombre detuvo su asalto cuando vio que aquella mujer ya no hacia ningún sonido, al ver que su juguete para quitar su ira ya no serbia, termino su acto con una patada en el estomago de aquella mujer.
- Pequeña mierda abre la puerta en este instante, ahora es tu turno. Dijo aquel hombre mientras se apresuraba a llegar a la puerta que lo separaba del niño.
- No puedo hacer eso papá, mamá dijo que si me encuentras perderé, debo quedarme aquí hasta que decidas no seguir buscándome. Respondió el niño.
- ¡Me importa una mierda lo que te haya dicho esa perra, abre ahora mismo y déjame golpearte! Dijo rabioso aquel hombre mientras con sus puños ensangrentados daba golpe tras golpe en aquella puerta de madera.
Rabia y golpe. Era algo que se repetía, el tiempo paso y aquello no parecía tener fin, hasta que un rayo de esperanza apareció en aquel frío sótano.
¡Rin!, ¡Rin!
Sonó un teléfono en la bolsa de aquel hombre.
-Hola… Si… En un momento estaré ahí… Si, no debes preocuparte cariño, yo paso por nuestros hijos… Si… No te preocupes, déjamelo a mi… Tú sigue descansando. Fueron las palabras que se escucharon en aquella conversación por parte de aquel hombre. Una voz llena de paciencia y cariño, nada que ver a lo que era hace unos minutos.
'¿Hijos? ¿Cariño?' Pensaba aquel niño.
-¡Pequeña mierda, te dejaré por hoy, pero más te vale que para la siguiente vez te presentes oíste! Se despidió entre gritos aquel hombre.
Un niño, el cual piensa que esto es lo único que existe, sin conocer ningún trato más. Ver a su mamá en estado lamentable y a punto de morir, suele ser el único entretenimiento que sus ojos logran deslumbrar; sin derecho a ver el exterior la locura de su padre ha hecho que crea que nada bueno existe haya afuera. Alrededor de su corta vida, su deseo de poder recibir un trato mejor o incluso la oportunidad de ver el mundo con sus propios ojos, nunca se le ha concedido, asiendo que solo quede un caparazón vacío, sin ningún deseo y con las enseñanzas de cómo poder golpear.
Quizás lo que recibe es maltrato por amor.
Si yo fuera fuerte, los papeles cambiarían y sería yo quien le tocaría buscar a papá. Era un pensamiento que por los último días ha invadido la mente de aquel pobre niño. No se puede decir que es un buen pensamiento, pero tampoco se puede juzgar, el quiere jugar y esta ves quiere ser el buscador.
Lo que ha pasado en este sótano frío y solitario, quedará grabado como una escena más de las que suelen suceder aquí.
Chirriar.
Se abrió aquella puerta de madera.
- Mami, por qué me escondiste a mi y no a ti misma como sueles hacerlo.
- Lo siento hijo *Toser* Esta vez yo quería jugar con tu papi *Toser* Hace tiempos que solo contigo jue…ga.
Aquella mujer con prendas ensangrentadas y moribunda, decía en un tono muy suave, sino fuera porque aquí no había más sonido no se le logrará escuchar.
-Deja de hablar mami, iré por un pedazo de tela para limpiarte.
Aquel niño se apresuro hacia el cuarto del que había salido, para tomar un pedazo de trapo y humedecerlo en el lavamanos.
La mujer se encontraba sentada al frente de aquel niño, que ligera y cuidadosamente limpiaba el rostro de su mamá mientras esta última solo se dedicaba a hacer unos cuantos quejidos al sentir el roce entre su piel y la tela. Termino de limpiarla y la atmosfera volvió a ser la misma que el inicio, una pobre mujer con una mirada vacía y deseando morir, y un niño confundido que lo único que quiere es salir y ver el mundo con sus propios ojos.
-Vamos a dormir ya si. Interrumpió aquel silencio la mujer.
- Si.
El niño se alejo de su mamá y empezó a dirigirse a una esquina llena de basura y unas cuantas botellas de vidrio, este era su lugar, el lugar donde suele dejar que su débil cuerpo descanse. Mientras que un poco apartado de él, se encontraba aquella mujer, protegida por una delgada sabana. Sin tener conocimiento del tiempo, aquellas dos personas quedaron dormidas, mientras que un aire frío y solitario los acobijaba y los hacia temblar.
Toda el tiempo que durmieron se escucharon quejas de dolor por las insoportables heridas.
El tiempo paso, no se sabían si eran horas o días, pero las heridas de aquella mujer iban sanando, y en todo este tiempo no se volvió a saber nada de aquel monstruo furioso que los utilizaba para quitar su ira, así como el no volvía, la comida tampoco lo hizo. Con apariencias un poco extraña y hasta exageradas ya se encontraban, sin alimento y con un poco de agua proviniendo del lavamanos, no era suficiente para mantenerse con vida.
Los días siguieron pasando y sus cuerpos se iban deteriorando, con ojos hundidos, piel seca y poca fuerza, aquella mujer tomo una decisión mientras que su hijo aún dormía y raras veces se estremecía.
-Lo siento hijo mío, pero tu mami ya esta cansada y desea descansar. Dijo en un susurro mientras le tocaba suavemente la cabellera para luego levantarse y tomar una soga.
[…]
*Soñoliento*
Con una vista borrosa por acabar de despertar, el niño se llevo una fatal sorpresa que su cerebro aún no lograba entender.
¿Qué es eso? ¿Mami intenta volar? ¿Por qué aún no baja? ¿Mami te lastimaras si te quedas mucho tiempo en el aire?
Los pensamientos invadían al niño y aunque su mente no lo lograba entender, su cuerpo si lo hizo y rápidamente intento bajarla. Algo que no tuvo éxito y solo le quedaba esperar a que la bestia volviera y le ayudará.
Tiempo después aquella puerta se volvió a abrir, el hombre entro y vio la escena, por muy extraño que parezca el empezó a decir unas cuantas palabras aleatorias, entre las cuales estaban unas cómo: Por qué lo hiciste, yo te amaba, perra, vuelve quiero golpearte, yo te amaba, no debías dejarme solo.
El niño al ver lo que pasaba utilizo el conflicto para escapar de aquel lugar y así teniendo existo en su escape.
Corrió y corrió, hasta donde sus débiles pies lo dejarán. Y así, el tiempo paso, el niño fue creciendo hasta convertirse en un adolescente, llevando una vida un poco digna de mencionar, criado en las calles y con el único conocimiento de que a los débiles se le debe de golpear.
Sin padres ni nadie que le enseñara lo que debía saber, la vida se dedico a enseñarle.
-Ten – Estiró su delgado brazo una chica de su misma edad mientras le daba un paraguas – Te enfermaras si te quedas ahí.
El chico un poco aturdido tomo el paraguas.
-Gracias.
- Por qué no te vas a casa. Con una voz suave y gentil dijo aquella chica.
Fue un duro golpe para el débil corazón del chico, era una voz tan llena de un sentimiento que desconocía que no pudo evitar asombrarse. Sin saber el motivo sus mejillas empezaron a tornarse de un suave color rojo mientras sentía algo parecido a la tranquilidad de la que en alguna ocasión escucho.
-No tengo donde volver. Respondió algo sobresaltado.
- Ven a mi casa, mamá hará galletas.
Ahí estaba otra vez ese sentimiento que no se sabia explicar, pero por alguna razón se sentía bien.
-Puedo.
- Si, sígueme. Tomo el brazo del chico que aún no abría su paraguas y lo metió en la zona del suyo para luego empezar a dirigirse a su destino.
Ambos llegaron a su destino, presentaciones se llevaron acabo así como un cambio de ropa y una tardeada acompañada de galletas y tazas de leche caliente. Todo era nuevo para el chico, no podía evitar asombrarse por lo que sucedía.
Un encuentro y una desgracia.
Eran las únicas palabras que podían definir aquella situación, pero lastimosamente un primer amor no se puede evitar y eso fue lo que sucedió. La chica se enamoro y eventualmente el también lo hizo, pasaban su tiempo el uno con el otro experimentando todo tipo de cosas que se podrían imaginar unos recién enamorados. Fue una felicidad interrumpida por la repentina decisión de enlistarse a las fuerzas especiales por parte del chico.
Se despidió y dejo atrás a la chica, la cual no pudo evitar llorar por la despedida.
-¡Te esperaré, aquí estaré esperándote, no tardes mucho! Gritaba desesperada la chica.
Y así como lo dijo, lo hizo, espero a que regresara y lo primero que paso fue un repentino matrimonio, en aquella casa un poco alejada de la sociedad, pocas veces llegaban sus compañeros de las fuerzas especiales, todos y cada uno de ellos se trataban como hermanos, los cuales tenían una sirvienta exclusiva que les llevaba los tragos a la mesa, esta no era otra que la chica gentil y alegre.
'Esto no era lo que pensaba que seria mi vida de casada' Una que otra vez era un pensamiento que invadía la mente de aquella chica.
-¡Hey perra tráenos más tragos!
El chico sufrió un repentino cambio en su personalidad, como si sus recuerdos de cuando estaba pequeño volvieran a su cabeza y todo lo demás haya desaparecido.
-Voy, voy.
La cara alegre y llena de vida de la chica no se le volvió a ver desde ese día y en el pueblo se decía que ella era maltratada, pero cuando le preguntaban lo negaba y así poco a poco las cosas fueron cambiando, su marido fue conocido como un busca pleitos y un bueno para nada.
Una noche que el chico llegaba tomado a su casa empezó a maltratar a su esposa, como un déjà vu la escena del frío sótano se volvió a repetir.
-¡Te amo mucho amor! ¡Te amo mucho! ¡Déjame darte amor!
No se sabia que pasaba por la mente de aquella bestia que no tenia mucho de haber nacido o talvez solo se encontraba dormida. Pero algo era seguro, no tenia intenciones de dejar a su mujer.
-¡Cariño por favor déjame! ¡No me golpees en el rostro! ¡Por favor, me portaré bien! Aquella chica entre llanto gritaba sin parar, queriendo que un milagro sucediera para que aquella bestia se detuviera, pero lastimosamente eso no paso y siguió, el chico borracho empezó a desvestirla mientras ella solo se dedicaba a intentar defenderse pero sus esfuerzos no tuvieron ningún efecto.
Una escena que no se debe mencionar paso.
Días después el chico dijo todo lo que sucedió en su niñez, palabras vacías que la pobre y gentil chica creyó sin refutar.
-Entiendo, cariño vamos a trabajar en eso juntos si, yo te enseñare que es el amor y como se debe demostrar, yo siempre estaré de tu lado no lo olvides. Aquella chica se apresuro y abrazo a la bestia.